—La na... la nave... —balbuceó Bulma.
Estaba completamente desilusionada. Todos sus esfuerzos hechos para poder cumplir con el pedido del pequeño Trunks como regalo de navidad habían sido en vano. Vegeta, con un simple descuido en la cocina, había destruido todas las ilusiones que había puesto Bulma en obsequiarle a su hijo su tan ansiada nave espacial.
—Por fin te encuentro —señaló Vegeta, quien hizo su aparición en el destruido laboratorio. Tenía una lata de gaseosa consigo—. Supongo que con el estropicio ocasionado tendré que comer fuera. Así que dame dinero para ir a cualquier restaurante. Quizá uno de comida rápida me sentaría bien...
—Tú.... ¡Tuuuú! —vociferó Bulma interrumpiéndolo.
El saiyajin se sorprendió nuevamente con los gritos de su mujer.
—¿Y ahora qué te ocurre?
—¿Y TODAVÍA LO PREGUNTAS?
—Si lo dices por lo que ocurrió en la cocina, eso no es problema alguno. Puedes decirle a tus empleados que lo arreglen y en un par de días todo estará ok.
—¡NO ME REFIERO A ESO!
—¿Entonces? —preguntó aturdido.
—¡MIRA LO QUE HICISTE! —señaló indicándole que observara el lado izquierdo de la habitación, donde se encontraban los restos de lo que hacía unos minutos había sido el regalo de su hijo.
—¿Qué son esos cachivaches?
Bulma le relató lo que había ocurrido y lo que su poca pericia en la cocina había ocasionado.
—Bah, no es gran cosa. Si el mocoso quiere una nave espacial, puedes hacérsela otra vez, ¿no?
—Sí, pero...
—¿Pero? —preguntó con incredulidad.
—Trunks lo pidió como regalo de navidad. Y estamos a sólo tres días de la nochebuena...
—¿Y? —insistió Vegeta. Aún no entendía el porqué de la desolación de su mujer.
—¿Cómo que "y"? ¿Crees que me va a ser posible construir su regalo en sólo tres días, cuando me ha tomado bastante tiempo construir una nave espacial a su gusto?
—Puedes pedirle a Kakarotto que te obsequie la nave de las fuerzas especiales Ginyu que tomó prestada para salir del planeta de los Namek... —dijo muy tranquilo
—Que no. Esa nave es muy pequeña. Trunks me pidió una nave muy especial, con un cuarto de videojuegos, un salón recreativo y muchos detalles más...
Bulma dio un suspiro lastimero. Construir la nave espacial con las características que su hijo le había solicitado le había tomado poco más de un mes. El niño había estado muy ilusionado con la idea y a ella le hacía muy feliz obsequiarle dicho regalo. ¡Pero ahora todo esto se había ido al traste! En tres días le sería imposible cumplir con lo solicitado por Trunks.
—¡Bah! Tanto escándalo por algo tan simple... —afirmó Vegeta dándole la espalda, mientras abría una lata de refresco, que era de las pocas que había sobrevivido a la explosión—. Se la das en otra ocasión y no en navidad. ¡Qué más da!
Al escuchar sus últimas palabras, Bulma sintió que, de nuevo, la ira la invadía.
—Nunca he entendido esas estúpidas celebraciones terrícolas —añadió el saiyajin para luego terminar de dar el último sorbo a su lata de bebida.
De pronto, se percató de que una energía poco usual empezaba a percibirse en el ambiente. Al voltear para ver quién era el dueño de aquella, el espectáculo ante él era sorprendente.
La dueña de esa energía era Bulma. Un imaginario halo de aquella comenzaba a rodearle, emulando a cuando los guerreros Z aumentaban su ki.
—¡HAS DESTROZADO EL REGALO DE NAVIDAD PARA TRUNKS! ¿NO TE HAS DADO CUENTA DE LO QUE ESO SIGNIFICA?
—Ups... —dijo Vegeta con una gota de sudor bajándole por la frente—. Pero puedes comprarle cualquier cosa, a ti te sobra el dinero, ¿no?
—GRRR... ¡POR TU CULPA LA NAVIDAD DE TRUNKS ESTÁ ESTROPEADA!
—Bah, la navidad es una ridiculez.
—¿RIDICULEZ?
—Sí, además me parece una pérdida de tiempo y esfuerzo. Si por mí fuera, me largaría de aquí para no celebrar la navidad con ustedes.
Editado: 15.12.2018