De cómo un saiyajin salvó la Navidad [fanfic de Dbz]

Capítulo 5

Vegeta aún no salía de su asombro. ¿Era real el espectro de Nappa que había visto? ¿O la copiosa cena de jabalí que había tenido le había provocado un curioso sueño?

—Lo más probable es que sea lo segundo —se dijo a sí mismo el saiyajin.

Dispuesto a buscar un refugio que lo acogiera esa noche, Vegeta dio con un cueva cercana. Con un halo de energía saliendo de su dedo derecho hacia una pequeña piedra, encendió el fuego necesario para que le prodigara calor para esa noche.

Luego de echarse a descansar por un buen rato, un sonido al fondo de la cueva, casi imperceptible, parecido a un chillido, captó su atención.

Al principio lo ignoró. Lo más probable era que fuera un bicho rastrero andando en ese lugar o un grupo de murciélagos revoloteando. Sin embargo, a pesar de ser un sonido leve, era persistente y lo molestaba sobremanera, impidiéndolo caer profundamente dormido.

Molesto por dicho ruido, Vegeta decidió levantarse del suelo. Luego, fue en búsqueda del responsable de dicho ruido para acallarlo y, con ello, continuar con su merecido descanso sin ser interrumpido.

Cuando el príncipe se adentró al fondo de la cueva, el mentado chillido se detuvo de pronto.

—¿Habrá sido mi imaginación?

En ese instante, un pequeño halo de luz se veía, más adentro de la cueva.

—¿Estaré soñando? —habló en voz alta.

Dispuesto a descubrir qué estaba ocurriendo ahí, el guerrero siguió adentrándose cada vez más en la cueva.

Después de dar unos cuantos pasos, Vegeta visualizó un pequeño hombrecillo que brillaba con un gran resplandor.

—¿Quién eres? —gritó.

El pequeño ser, de no más de treinta centímetros de estatura, mostró su rostro. Era una mini versión de Vegeta, con su misma vestimenta azul, su mismo peinado, etc. Pero con solo una diferencia.

El mini Vegeta tenía el pelo rubio, con una gran letra M en la frente. Una mini versión de Majin Vegeta, el ser en el que se convirtió al ser poseído por el mago Babidi, cuatro años atrás.

—¿Eh?—preguntó Vegeta.

—Vaya. Ya era tiempo. No tenemos toda la noche —mencionó el "hombrecito".

—¿Quién eres tú?

—El espíritu de la Navidad pasada —señaló su mini yo, quién exhibía con mucho orgullo un pin de oro de su pecho que decía "Don Vito Corleone, el espíritu de la Navidad pasada".

—Así que lo que dijo Nappa era verdad —mencionó Vegeta ligeramente fastidiado—. Pero pensé que serías más alto y que no que me llegarías hasta el tobillo —dijo con una ligera sonrisa, queriendo fastidiar a su versión chibi.

—Si fuera por tu bondad, sólo serías del tamaño de un alfiler —señaló evidentemente ofendido el "hombrecito".

—Ya. ¿Vas a darme tú un ejemplo de bondad y de caridad? —indicó Vegeta, cruzándose de brazos, con un rictus rígido en su frente más una sonrisa pícara.

—Por supuesto. Por cierto, ¿no te apetece hacerte de un celular? Los vendo baratos —mencionó Don Vito con una cara de avidez.

—Bah. No necesito de esos aparatos. A los tontos terrícolas les importan aquéllos. Puedes hacer negocios con ellos, no conmigo.

—¡Dios! Ya me han malogrado mi estafa. ¿Ahora quién será mi próxima víctima? —susurró el mini Vegeta.

—¿Qué dices? 

—Nada, nada. Me refería a que eres un ser maligno, que no tiene nada de bondad en su corazón —indicó Don Vito, queriendo retomar su misión inicial, viendo que con Vegeta le era imposible transar sus negocios corlenianos.

—Bah, la bondad no se usa en este mundo —indicó el marido de Bulma, para luego ignorarle a su pequeña versión, dándole la espalda y volviendo a donde había estado descansando.

—Eso es lo que siempre has pensado. Vamos, Vegeta. ¡Es hora de partir!

—No me molestes. ¡Vete! —exclamó el saiyajin.

En ese momento, una ráfaga de viento se percibió en toda la cueva. Vegeta, a su vez, se sintió paralizado. Le era imposible mover algún músculo de su cuerpo.

‹‹¿Qué demonios?››—pensó el guerrero mientras una gota de sudor frío bajaba por su sien.



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En el texto hay: parodia, dragon ball z, vegeta

Editado: 15.12.2018

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