La neblina que había envuelto a Vegeta en la cueva, lo hizo nuevamente. Luego de unos instantes, el saiyajin se halló otra vez en la fría y tétrica cueva donde lo había encontrado Don Vitto.
—Esto está mucho mejor. Todo ese ambiente navideño apestava.
—En serio, ¿lo crees?
Alguien le respondió a Vegeta. Éste volteó a donde sus oídos le habían indicado que provenía el dueño de aquella interlocución.
—Y por cierto, "apestaba" se escribe con "b" no con "v".
—¿Kakarotto?
Un hombre alto, con el pelo pincho, vestido con una camiseta blanca con el dorsal número 7 en la espalda y un pantalón de color naranja, muy parecido al compañero que lo había venido a visitar horas atrás, hizo su aparición. De no ser porque tenía una expresión en su rostro equivalente a un signo de interrogación.
—¡Bah! Nuevamente has venido a fastidiarme. Te dije que me dejaras en paz —señaló Vegeta.
—No soy Kakarotto. Aunque debo de reconocer que me parezco mucho físicamente a él —señaló el aludido.
—¿Quién heres?
—Mi nombre es Sonsón —señaló—. Soy el espíritu de la Navidad presente.
Vegeta abrió los ojos como platos. El sujeto, si bien se parecía en su físico muchísimo a Kakarotto, destilaba un aire de enciclopedia viviente de la RAE, muy distinto al de su rival de peleas, quien tenía un aire siempre despreocupado y sin una obsesión por la ortografía.
—Y me apena corregirte otra vez, pero "eres" se escribe sin "h" —prosiguió.
—¿Vas a estar siempre increpándome mis errores ortográficos? —habló Vegeta de muy mala gana.
La verdad era que las correcciones de Sonsón comenzaban a sacarlo de sus casillas. La paciencia no era precisamente una de las virtudes del guerrero.
—Yo soy el príncipe de los saiyajins, ¿acaso no lo sabes? —refirió muy enfadado Vegeta.
—Claro que lo sé. He debatido sobre ti mucho en los foros de Dragon Ball.
¿Foros? ¿Debates? ¿De qué hablaba este individuo? Vegeta estaba muy confundido con lo que Sonsón le decía.
—¡No me vengas con tonterías! El hecho aquí es que soy el príncipe de los saiyajins y tú un simple espíritu navideño —señaló muy contrariado—. ¿Cómo osas tener esa actitud tan correctora conmigo?
—Bueno, soy moderador y tengo una obsesión por la ortografía, por lo cual, ni aún con el más mentado príncipe de cualquier planeta, puedo contenerme las ganas de corregirle si veo que comete alguna falta ortográfica.
—¡A mí nadie me habla así! ¿Sabes que tu atrevimiento puede costarte caro? —gritó el saiyajin.
—Oiga, señor Vegeta. ¡No se me enoje, por favor! Pero si aprendiera a escribir mejor, no me tentaría a corregirlo.
—Grr...
Vegeta cruzó de brazos y volteó hacia un lado. La actitud de Sonsón lo tenía muy molesto.
—Y dime, si supuestamente eres el espíritu de la navidad presente, ¿cuál es tu misión? ¿A qué has venido aquí? ¿A corregirme sólo mi ortografía o qué? —reclamó el saiyajín.
—Oh, verdad. —Se rió despreocupado—. Ya me estaba distrayendo de mi misión inicial. Pero es que tu falta de buena ortografía marearía a cualquiera.
—¡Eres insoportable!
—Pues tú precisamente no eres un ejemplo de gentileza.
—¿Vas a seguir con tus impertinencias?
—No, no. Pero me causa gracia que te refieras a mí de ese modo, cuando tú no te has portado muy bien con los tuyos.
—¿Quién te crees que eres para hablarme de ese modo? —vociferó el guerrero cerrando el puño derecho—. ¡Me las pagarás!
—Y lo curioso de todo esto es que, a pesar de tus malas actitudes, tus seres queridos sienten afecto y están esperando por ti —señaló Sonsón ignorando totalmente las amenazas de Vegeta.
Las últimas palabras de su interlocutor sorprendieron al príncipe, quien relajó su puño derecho así como su duro semblante en su rostro.
Editado: 15.12.2018