<<!Esa maldita voz!>>
No importa el tiempo que pase dónde fuera la reconocería. Esteban Reyes, el hermano de mi mejor amiga y mi ex prometido. El idiota que rompió mi corazón y me dejó literalmente plantada en el altar. Había tenido la esperanza de tener más tiempo para prepararme mentalmente antes de verlo a él y a su “familia”. Pequeño detalle que había tratado de olvidar antes, pero el bastardo luego de abandonarme en la iglesia se había comprometido con su amante y decidieron casarse antes de que el niño naciera, lo cual no había faltado tanto.
Esto quería decir que esta semana no solo tendría que ver el rostro del idiota energúmeno sino también el rostro de la mujer y del fruto de su engaño. La pobre criatura no tenía culpa alguna, pero eso no hacía que doliera menos y que no me recordara esos momentos de llanto y tristeza en las que me sumergí en ese tiempo.
Ryan gruñe al notar que todo mi cuerpo se había tensado y mi excitación de estar entre sus brazos se había esfumado, toda yo me encontraba paralizada temiendo alejarme o tan solo mover un músculo ya que aún creía que podría tratarse de solo un mal sueño. Pero ¿Por qué negarme a la realidad? Sabía que este momento llegaría, lo único que me alegró saber fue que presenció el beso entre Ryan y yo, por lo menos vería que no estaba llorando en una esquina porque lo volvería a ver.
- ¿Julia, lo conoces? - me susurra Ryan mientras nos separamos unos centímetros y queda observándome mientras supongo saca sus conclusiones ante mi reacción. Podía ver como su ceño fruncido se iba profundizando más y más al notar como mi agarre a su camisa se había hecho más fuerte. Había notado mi incomodidad al escuchar la voz de aquel sujeto.
No iba mentirle, no después de ese beso. No después de haberlo conocido hace tan solo unas horas pero que ya sea una persona importante para mí. Había logrado desinhibirme junto a él con una facilidad y una naturalidad que jamás antes había conocido. No quería perderlo antes de si quiera tenerlo.
- Es mi ex prometido, el idiota por el que me fui de este país, abandoné todo y no quise volver más.
Siento como se tensa, su mirada cálida cambio a una totalmente gélida. Se aparta de mí y yo atemorizada creí que me estaba rechazando sentí mi corazón encogerse, pero luego veo que esa mirada que destilaba frialdad no estaba dirigida a mí sino era para Esteban.
Ryan se había colocado como escudo frente a mí, con su cuerpo me cubría por completo. No podía ver con claridad el rostro de Esteban y él tampoco a mí, estaba claro que esta fue la intención que Ryan tenía desde un principio. Lo agradecía, por un momento creí que me rechazaría, que me alejaría, pero verlo asumir esta actitud protectora hizo que mi corazón latiera con fuerza en mi pecho lleno de felicidad y emoción. Necesitaba esto, necesitaba de alguien que me cuidara y que velara por mí. Tanto fueron los años que tan solo me tenía a mí y a nadie más.
- Disculpa, pero te agradecería que durante nuestra estadía aquí no le dirijas la palabra si no es absolutamente necesaria y creo que ahora no lo es. Te veremos en la casa.
Voltea nuevamente sin darle tiempo a responder y sin darme tiempo a siquiera tratar de ver su reacción. Me abraza tan fuerte que me sentí completa y acompañada. Tan solo escuché las ruedas del auto de Esteban irse, no me había permitido verlo o cruzar miradas con él y se lo agradecía porque, ¿Cómo podría? Él era un idiota y Ryan era el tipo de hombre que siempre había deseado tener a mi lado. Cuidó de mí y corazón dolido sin conocerme y sin conocer la historia, solo con saber que me lastimaba le bastó para protegerme.
- Quieres irte al centro a buscar un bar y emborracharnos un poco o quieres ir a la casa y que muchas personas te abracen y besen.
- Tú me has abrazado y besado...
- Pero como yo no habrá otro, soy especial y no cuento. - ríe mientras besa mi frente.
- No, los tengo que enfrentar en algún momento. Ya tendremos tiempo de emborracharnos.
- Ahora entiendo porque dijiste que te preguntara después de unos tragos de más - me da un último abrazo para luego apoyar su frente contra la mía y mirarme a los ojos – Descuida, cuando quieras contarme toda tu historia estaré ahí para ti ya sea con un café o un vino, cerveza o whisky lo que desees tomar.
<<Lo recuerda ¡Wow!>> cuando se lo había dicho fue más en chiste que otra cosa, la verdad era que no había tenido intenciones de contárselo en ese momento, pero ahora, ahora todo es diferente, se merecía conocer cada detalle de todo lo ocurrido en mi vida desde hace cinco años atrás.
Decidida a enfrentar la realidad que era ahora mi vida, volvimos al auto. Cuando ya estábamos dentro y Ryan se disponía a avanzar ese pequeño trayecto que nos faltaba no pude evitar inclinarme hacia él y besarlo una última vez. Había descubierto una droga a la que me volví adicta de inmediato, sus labios y sus besos. Tan embriagada me encontraba de su esencia que no podía evitar desear más y más.
<< Tú puedes Julia. Eres asombrosa, fuerte e independiente, pero si ves que tambaleas no te preocupes lo tienes a Ryan a tu lado que te brindará apoyo sin dudar”
Me repetía estas palabras mientras íbamos avanzando y la casa ya estaba en nuestro campo de visión, podía ver que la familia Reyes estaba recibiendo a Esteban, su esposa e hijo. Mis nervios iban en aumento con cada centímetro que nos acercábamos, los presentes allí escucharon las ruedas del auto y todos giraron a ver preguntándose quizás quienes estarían llegando.
- ¡¡¡¡Julia!!!! - el grito de mi amiga hizo que solo pudiera enfocarme en ella mientras bajaba del auto. - ¡¡¡Amiga no lo puedo creer estás aquí!!!
Nos abrazamos y lloramos y volvimos a abrazarnos más mientras disfrutábamos una de la otra. Tantos años y tantas cosas que pasaron en ese tiempo que ambas necesitábamos de esto, necesitábamos sentirnos nuevamente juntas como amigas, como hermanas. Tan ensimismadas nos encontrábamos que escuchamos a alguien carraspear a mis espaldas logrando así pellizcar nuestra burbuja.
Editado: 04.11.2021