Me sorprendió saber que el día anterior Ryan había descubierto la vieja hamaca de madera que se encontraba oculta del otro lado del estanque. Allí era nuestro lugar especial cuando niñas, con Ximena nos ocultábamos por horas en ese lugar y nos contábamos todos nuestros secretos. Me dio mucha nostalgia volver, tantos recuerdos lindos junto con la única persona que jamás traicionó la amistad y el cariño que le di.
Como el espacio era amplio pudimos acomodarnos tranquilamente los dos. Ryan me sostuvo contra su pecho, podía escuchar claramente su corazón latir con fuerza mientras pequeñas lágrimas silenciosas rodaban sobre mi mejilla. Me sentía extrañamente tranquila como si estuviera protegida de cualquier mal que pudiera dañarme, preferí no pensar demasiado en ese hecho quería olvidar el mal rato y el mal sabor de boca que me dejó todo lo ocurrido. Esta noche quería sentirme consentida por alguien más, lo necesitaba y me alegraba que Ryan sea el hombre que me dedicaba su tiempo.
Escuchando los murmullos de la noche y nuestras respiraciones lentas y tranquilas, sin necesidad de decir palabra alguna bajo un cielo estrellado, los dos nos dejamos llevar por un sueño pacífico.
Al día siguiente la luz del día nos impactaba directamente sobre nuestras caras, sentía una leve brisa que era común por la mañana, por un momento me sentí desorientada hasta que su calor irradiando a mi lado y su lenta respiración instantáneamente hizo que recordara todo lo ocurrido la noche anterior. No podía creerlo, lo había hecho, se lo había dicho todo en la cara y no me había temblado la voz en ningún momento. Me sentía poderosa y capaz de todo, sabía quién era el causante de mi tan inesperada confianza, Ryan.
Dormía plácidamente, su rostro relajado era aún más hermoso, sus largas pestañas y sus labios levemente entre abiertos. ¿Cómo fui a toparme con un hombre tan perfecto como él? Anoche había querido evitar pensar tanto en los sentimientos que este sujeto producía en mi pero ahora estaba segura de algo, había logrado flechar mi corazón por completo.
Mi alma por primera vez se sentía completa, en casa. Estaba consciente de que Ryan poseía cierto poder sobre mí y si decidía romperme el corazón no me creía capaz de sobrellevarlo esta vez, me destruiría en miles de fragmentos que jamás se volverían a unir. Estos sentimientos eran diferentes, él era diferente y tenía la certeza de que alejarme no era una opción para mí. No podría tampoco contaba con la fuerza para hacer eso, me arriesgaría ¡Maldita sea! Por supuesto que si lo haría, este hombre lo valía.
Me imaginaba que mi cara de estúpida enamorada se vería a kilómetros ya que veía a Ximena en este momento acercarse con una rabia que expulsaba humo negro de las orejas, y luego de verme a la cara claramente todo su enojo se evaporó adoptando una expresión de felicidad absoluta. Sabía lo que estaría pensando en ese momento, sabía que estaba feliz por los dos y por nuestro muy afortunado “reencuentro”.
Una pequeña punzada de culpa se hizo notar en mi interior y me dolía. Dolía no poder ser sincera con ella, quería contarle absolutamente todo. Decirle lo absurdo que fue el momento en el que nos conocimos, quería contarle como me sentí cuando me enteré que veníamos a la misma boda y como de triste estuve al pensar que me alejaría de él durante el viaje y que no tendría tiempo de conversar con él, pero lo mejor, hablarle de cuando me lancé y lo besé por primera vez. Describirle lo que su tacto podía hacerme, esa electricidad que recorría todo mi cuerpo, preguntarle si eso mismo sintió con Mason la primera vez que lo tocó y si gracias a eso supo que era el indicado.
Porque yo me encontraba segura de que jamás otro hombre me haría sentir de la misma manera.
Aunque para el momento que ella llegó a nuestro lado todo eso fue a parar en un rincón de mi mente, se lo contaría, pero por ahora no era el momento. No quería que tuviera una mala idea de mi después de tantos años. No. Primero disfrutaríamos de estos días y luego me confesaría con ella.
Para disimular todos estos pensamientos profundos, puse mi mejor cara de “Fui atrapada” y mi mejor sonrisa, aunque somnolienta como me encontraba seguro me veía fatal.
- Yo toda preocupada por ustedes los busqué por todas partes y estaban aquí, ¡En nuestro lugar Julia! ¿Cómo pudiste enseñarle nuestro espacio seguro? - gritó logrando despertar a un muy confundido Ryan que la miraba con un horror genuino, sabía que estaba bromeando, pero no pude evitar disfrutar del espanto de muerte que se llevó mi pobre caballero. Que a pesar de todo no había soltado su agarre de mí, seguía fuerte como la noche anterior. Su actitud protectora me provocaba unas ganas de besarlo.
- No se lo he dicho, anoche cuando le pedí que me sacara de la cena él solo encontró el camino hasta aquí. Y como estaba cansada y al recordar tantas cosas no quise marcharme. ¿Recuerdas cuando veníamos? Pasábamos horas.
- ¿Es chiste? Por supuesto que si – contesta, perdida por un segundo en el pasado, con seguridad, recordándonos.
- Chicas, no entiendo de que hablan ¿Alguna me explica? - pide, su voz ronca inmediatamente hace que mi estómago de pequeñas volteretas. ¿Qué tiene este hombre que todo tiene efecto en mí?
- Este era nuestro lugar secreto, aquí nos sentábamos en el suelo por horas donde veníamos a hablar de nuestros secretos, sueños y chicos. - explica Ximena con una pequeña risita – Como siempre nos encontraban en el suelo recostadas o sentadas, nuestros padres decidieron construirnos esta hamaca para que pudiéramos estar más cómodas.
- ¡Wow! No lo sabía, lo vi ayer cuando di un paseo mientras estábamos en el estanque, me pareció hermoso e íntimo. Anoche cuando querías escapar me pareció el lugar ideal.
- Me encantó volver aquí - digo, me acerco y le doy un pequeño beso en su mejilla – Mejor tomemos un baño y un merecido café, créeme. No puedo empezar la mañana sin café y una ducha o no seré una persona cuerda en lo que resta del día.
Editado: 04.11.2021