PRIMERA PARTE
CAPÍTULO 1
La sirena sonó, la puerta se abrió. Una mujer de tacones altos, bien vestida, con una carpeta enorme, se acercó a pasos gigantes hacia mi espacio. Seguida por dos hombres corpulentos, uno más bajito que ella y otro más fuerte que yo.
-Buenas tardes- dijó ella mientras se acomodaba las gafas en la nariz y orejas. - Chico, ¿No me vas a contestar?- Preguntó mientras se apoyaba en la pared contraría. - Jajaja, que chico tan gracioso, eso me habían comentado. Me presento, soy Monica, tu asistente. - Se volvió a colocar las gafas y agitar el pelo.
Pasaron diez minutos, y seguía apoyada en la pared, un poco más e iba a entrar en el top de asistentes aguantando.
-No será mudo el chico ¿No? - Miró al bajito que contestó moviendo la cabeza hacía los laterales- Y ¿Habla, sabe hablar? - Miró al musculoso.
Ella golpeó las barras de metal que nos separaban. Otros dos guardias se acercaron dudosos de la paciencia de la mujer.
-Relájese o tendremos que sacarla, ¿Lo entiende verdad? - Pregunta Alberto, el jefe de seguridad.
-Sí señor, pero el preso no habla, y necesito que hable.- Dijo la mujer escandalizada mientras pisoteaba el suelo.
-Estoy seguro de que hay mejores formas de invitar a alguien a hablar. El chico es callado, no creo que le saqué más de un monosílabo. Le recomiendo comportarse bien con él, y él le devolverá lo mismo. - Recitó calmado - Ahora bien, si vuelvo a ver cualquier movimiento agresivo de su parte hacia uno de mis presos o uno de mis hombres, le aseguro que acabará entre rejas.
Ella más calmada se dirigió a la puerta de mi celda, se agachó a mi altura.
- No hablas por gusto, bien. Tengo una forma de sacarte criaturilla, pero para ello tienes que hablar, y no, no vale escribir. Tus conocimientos y la falta de profesores buenos son dos cosas que se pueden unir en uno.
-Hola Mónica - Levanté la vista, la mire directamente a los ojos- Eres la quinta mujer bien vestida que viene a verme esta semana, y es martes. Ahorrate todo lo de compensaciones económicas, vivienda y seguridad. Te aseguro que si intentas sacarme de aquí, lo primero que aré al salir, será matarte. Una vez dicho esto, ya puedes salir corriendo.
Me miró incrédula, no se lo pensó mucho y gritó golpeando los tacones contra el suelo, descagó su ira
-Mira niño, yo no vengo aquí porque quiera, mi jefa me ha pedido una exclusiva, y necesito una entrevista muy urgente, así que tienes dos opciones. Uno me dejas hacerte la entrevista, o dos, me dejas hacerte la entrevista. - Dijó gritando.
-Pero que teatrero eres Al, deja que la pobre mujercita te entreviste, y si todo sale bien… puedes pasar la noche con ella, que aquí se necesita mucha compañía femenina - Dijo Lucrecio mientras se levantaba de su litera. - Además es guapa. - La miró con la ceja levantada.
La mujer cogió su ira, y vergüenza y salió por donde había entrado. Me giré mirando a Luc, que me miraba con una sonrisa.
-Es la quinta, pero no te has tirado a ningún tío, menudo lerdo eres. - Dijó el viejo entrometido. - Estaba a punto de caer.
- Muy bien chicos - Se acercó Alberto - Se que os encanta espantar chicas, pero llevas aquí casi 10 meses y no ha habido ninguna pelea, yo no estoy por la labor de que te vayas, pero me ha llegado una carta de la directora general, y adivinad- Nos miró a los dos sentados en el suelo. - Correcto, te trasladan - Me miró a mi -Y no a otra cárcel, si no a un albergue de chicos voluntarios para impartir materias en colegios e institutos. Sé que no te gusta la idea, pero viene de muy arriba.
-Perdoname, pero el día de los inocentes es el 28 de diciembre. Entiendo que octubre y diciembre se parecen, pero no.-Pausa- Por si había dudas, no me voy a ir.
-Me temo que esa no es tu decisión - Sé oyó una voz femenina a lo largo de todo el pasillo - Las decisiones que tomamos los altos cargos no se puede negar tan fácil jovencito. Lo que te ata a esta cárcel son drogas y tabaco. Ahora estás limpio, y es hora de salir. - Se quitó el enorme sombrero
- Señora, estamos listos - Dijó un hombre trajeado.
- Venga, dejen le salir, si no coopera, ya saben.- Gesticuló con la mano- Les veo en la central.
Y pensé que les costaría un poco más, pero fue todo lo contrarió, no llegué ni a pronunciar una sílaba me estaban agarrando por los brazos moviéndose por todo el pasillo mientras mis pies se arrastraban por el suelo. Cuando me subieron al enorme camión me quedé dormido.
***
Despertarme… Fué terrible, una luz cegaba mis ojos, impidiendo abrirlos. Con el brazo busqué un interruptor, que apague con éxito. La habitación era individual, tenía sábanas blancas, y bajera del mismo color. Tenía ambos pies atados con esposas a barras de metal, y una botella de aparentemente agua en la mesa de noche.
- Señor, está despierto. - Dijó acercándose demasiado.
- Respete, mi, espacio, personal - Dije despacio
Salió corriendo avisando a todos los de fuera.
- Hola Alex, soy Teresa, creo que Alberto, el guardia oficial te puso al día con lo que será de tu vida los próximos años.