Sigo mi rutina de mañana, mi playlist llena de música de motivación, me ayuda a relajar mis músculos y pensamientos. Aunque cuando el silencio llega, mi cuerpo tiembla y aumenta la presión en mi pecho, es como si una fuerza pesada me oprime por completo, hasta dejarme sin respiración.
¿Intuición o superstición?
Las horas pasan y me preparo para la presentación de mi libro, “Arcadis”. Es la primera vez que experimento esto, es una extraña combinación que me aterra y emociona a la vez.
Meditar me ayuda a calmar mis nervios, sin embargo, apenas y pude comer por la misma razón. Mi libreta está llena de mis firmas como autora, mis intentos de garabatos para que se vean lo más bonitas posible.
El maquillaje me distrae de todo ello, al menos por un instante. El crear mi estilo de hoy, cada meticuloso detalle. Y de repente, los recuerdos de las palabras de aliento de Kieran, regresan a mi mente.
Recuerdo la noche en su auto tomando café sin azúcar y nuestra plática reflexiva cuando recién le di la noticia, es como si hubiera sido ayer. Las emociones del momento me hacen sonreír como una tonta frente al enorme espejo del baño.
Suspiro y niego.
Termino mi maquillaje, ordeno mis pertenencias y dejo todo impecable. El organizar es lo único que me da paz.
Camino de un lado a otro, saco mi celular y comienzo a leer los mensajes llenos de ánimo de mis queridos lectores y seguidores en la publicación que subí a mi cuenta. Me llenan de fuerza y el poder que necesito recuperar para ir por este sueño hecho realidad.
¡Lo lograste, Rhia! Todo tu esfuerzo, constancia, disciplina y desveladas, te han traído a esta gran oportunidad. Te lo mereces por cada uno de esos grandes, pequeños y consecutivos sacrificios.
Construiste este puente a tu destino, por no darte por vencida, deseo que mi esencia y presencia aquí, inspiren a otros que el gran hecho de creer en ti aunque sea difícil, a pesar de ello… No te detienes por más altibajos, dudas, obstáculos, se convertirá en tu realidad.
No debo desmeritar mi arduo e inteligente trabajo, debo honrarlo y dar lo mejor de mí para poner orgullosas a mi yo pequeña, actual y del futuro.
Paso saliva, cierro los ojos, doy un largo suspiro y con la mano en puño me digo a mí misma: “Estoy lista”.
Se reproduce mi himno de motivación personal en mis audífonos, “Never say never”, de Justin Bieber y Jaiden.
Llegó la hora, me llevan en auto al respectivo lugar que es grandísimo, del tamaño de un estadio, entramos por una entrada especial y al ver a toda la gente ahí afuera, mis manos comienzan a temblar de manera desenfrenada.
He estado en este mismo sitio tantas veces, que ahora que seré yo quien esté al frente, expuesta a decenas, se siente totalmente diferente. Debo admitirlo, me gusta el reconocimiento y obtener atención con mis palabras, porque siento que tengo el poder crear un impacto, uno bueno.
Tarareo la letra de la canción para concentrarme en ello y toco la tela de los asientos, sentir algo plano para calmarme.
Cuando me avisan que llegamos, al casi terminar la canción, inhalo y exhalo, preparada mental y emocionalmente para esta batalla. Por último, me retoco el gloss y me pongo un extra de perfume de vainilla. ¡A darlo todo!
Al hacer mi entrada oficial, una ola de emociones me recorre porque es como si estuviera en otra dimensión en donde soy famosa y todos me aman. Ese lunático sueño de niña, se ha hecho realidad.
Vestida de rosa con un estilo impecable, elegante y femenino con mi toque personal. Poderoso e icónico, acompañado de los gritos y alboroto de no solo decenas… Llegan a cientos de personas.
Me siento en un sueño del cual no quiero despertar, me subo a una nube como si fuera una celebridad por unos segundos, ese empoderamiento con personal de seguridad a mis lados, para después aterrizar a la realidad.
¡Son cientos de personas! Nunca creí llegar a tanto, sinceramente. Y es irreal que estén plenamente, por mí, aquí. Para ser una “invitada especial”, es un grandísimo paso.
Es sorprendente la magnitud de la euforia en la multitud con mi libro en sus manos, ver ello, acelera y reconforta mi corazón, el apreciar con mis ojos el apoyo palpable en esta escena que si se lo hubiera contado a mi yo del pasado, no lo creería, hasta se reiría de la ironía y los golpes de la vida. El cómo cambia todo frente a ti en cuestión de segundos.
Presto atención a mis pasos, las piernas me tiemblan y temo quedar en ridículo, una entrada cómica e inolvidable como un payaso con un espectáculo gratuito, no gracias. No deseo repetir el pasado y crear un nuevo meme.
Saludo al público, me presento y me acompañan más autores a los cuales también saludo cordialmente. Es impresionante todo, desde las luces blanquísimas, las cámaras, el excelente recibimiento y la interacción que hay.
Son autores con mayor trayectoria, claramente, profesionales que solamente veía a través de mi celular y hoy están aquí, a mi lado, compartiendo la misma mesa. Es un honor tener la oportunidad de estar a su nivel, estar aquí arriba, al frente.
Es una mesa larga, con carteles que incluyen tu información, los micrófonos, el agua embotellada y la pila de tus ejemplares a tu lado. Es una sensación maravillosa que todo autor desearía experimentar, el tener un lugar importante y con ese sumo cuidado a tu trabajo.