# De Fake A Date

Bajo las estrellas

Salimos hacia un paradero desconocido y la brisa nocturna me hace temblar, Kieran lo nota y me baja.

—¿A dónde vamos? —me abrazo a mí misma para conseguir calor y veo alrededor nuestro, es el enorme estacionamiento.

Se acerca a abrazarme para brindarme mayor calidez y cierro los ojos al sentir sus manos junto las mías, nuestra piel junta.

—Dígamos que es un regalo sorpresa. ¿Puedes cerrar los ojos hasta que te diga que los abras, Rhia? —recorre mi cabello y me susurra, ese pequeño gesto me causa cosquillas, lo cual me provoca una sonrisa.

—Depende… Dame pistas y accederé —negocio y reniega con una sonrisa.

Me aprieta más y se siente agradable el calor que emana junto su olor, la suavidad de la tela de su ropa que es más formal de lo que suele vestir.

Balbucea y lo miro para percibir lo que intenta decir, nuestras miradas se conectan como si estuviéramos hechizados. Sin necesidad de palabras, el silencio es suficiente para hacernos sonreír.

—Te sentirás como en una de esas series coreanas que tanto amas y a la vez, la protagonista de la historia de tu vida.

Su enorme y directa pista me pone a pensar en posibilidades, porque es eso; el sentir.

—¿Es un destino incierto? Porque me suena a cliché, tal vez la feria, patinaje sobre hielo o ya sé… ¡Haremos sonar nuestras Love Alarm! —mi emoción al respecto de las escenas que he visto y las cuales tanto he deseado vivir, me bombardean, por poco tiro el ramo que tengo en mis brazos.

Kieran me ayuda y me mira extrañado, como si fuera un lenguaje nuevo para él, cuando ya ha tenido meses de entrenamiento con mis gustos asiáticos.

Lo miro feo y él ríe nervioso.

—Algún día entenderé la referencia, lo prometo. Ahora, cierra los ojos y espera mi señal —me tapa los ojos y antes, niego con una expresión de resignación la cual decora una ligera sonrisa de emoción por lo que está por ocurrir.

Esos nervios que revolotean en tu estómago con impaciencia los cuales te causan querer moverte por doquier. Tal vez será el frío o la locura de mis emociones, un cóctel directo a mi ser. Su esencia.

Es extraño, siento ganas de bailar de alegría a su lado, aquí, en medio del estacionamiento y sin música, solamente nuestras risas y movimientos tiesos. Me siento viva, alegre, extasiada.

Y cuando estoy por hablarle, escucho un claxon, Kieran me agarra de ambos hombros y abro los ojos.

Lo siguiente que veo es lo inimaginable que si él no me sostuviera, estoy segura que caería por la magnitud de la increíble sorpresa que he recibido en toda mi vida.

Una limusina blanca, llena de luces de colores y con las letras de la combinación de nuestros nombres “Rhieran”, está al frente nuestro.

Espera pacientemente por nosotros y yo doy un pequeño grito de alegría, salto sin poder creerlo y mi vestido se mueve aún más por el viento.

—¿Por eso hoy estuviste tan misterioso? ¡Es más que perfecto! Es como una película… No lo puedo creer —la sonrisa que tengo es de pura dicha y una gratitud que no puedo expresar en su totalidad, me supera.

Es un hermoso, exquisito y enorme detalle, la música pop comienza y la aventura nos espera.

Corro a sus brazos, juro que ese abrazo es mágico, me da una vuelta, cuando nos miramos, la sonrisa se suaviza hasta mirarnos mutuamente los labios. Es cuestión de milisegundos para que el claxon nos interrumpa para cruzar de manera real lo que nos retiene, así que con lo que nos queda de autocontrol, nos soltamos.

—Deberías subir antes de que se convierta en calabaza. Noté que tenías los tobillos lastimados y por ello, tengamos nuestro propio yate privado improvisado, sin necesidad de caminar más —me ayuda a subir e indica que me quite los zapatos, el alivio al sentir los tacones irse es fascinante.

—¿Improvisado? No lo creo, es perfectamente irreal y al mismo tiempo, tan real frente a mis ojos aunque aún no lo termino de creer. Estaré eternamente agradecida, Kieran —acaricio su mano y después su rostro, con una delicadeza llena de cariño.

Me sonríe con ternura y sube nuestras pertenencias hasta estar dentro del vehículo. Es enorme, los asientos son de piel, está repleto de luces de colores, una gran pantalla que reproduce la letra de la música y en las esquinas, hay copas para brindar la gran champaña al lado suyo.

Ahora sí, tengo todo el paquete exclusivo para sentirme una completa celebridad: Multitud, autógrafos, fotos, escándalo y una increíble, así como majestuosa, limusina a mi merced.

¿Qué habré hecho tan bien para merecer todo esto?

Kieran se levanta y abre el techo corredizo en cuanto comienza la persecución del recorrido.

—Ven aquí, Rhia. Sé que no es exactamente la experiencia de un yate como mencionaste, pero si estás aquí con este aire, cierras los ojos un instante y después, miras al cielo. No hay nada más maravilloso que ello, apreciar desde aquí las estrellas —me anima a unirme a su elaborada idea de un simple comentario que dije y que en efecto, repercutió a tal magnitud para convertir ese deseo en realidad.

Río con alegría, le hago caso, ambos estamos con la cabeza y parte del torso al descubierto en esta asombrosa noche. Es magnífico, espléndido, nunca podré comparar esta noche con las anteriores ni siguientes.




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