De Gitana A Princesa

Aldremir.

Muchos gitanos eran solicitados en la ciudad por entretenimiento, mi gente destacaba en esa área, iban irónicamente para los aldreminos. 

Nos trataban como escoria, pero solo para su diversión nos llamaban hasta con antelación. 

Mi hermano y yo subimos a una de las carretas, está comenzó a moverse, iba distraída mirando el paisaje cuando Bastián rompió el silencio. 

—Mel  necesito explicarte cómo debes actuar, cuando lleguemos a Aldremir, allí hay todo tipo de personas y no quiero que tu inocencia y falta de malicia, te perjudique...

—A ver señor sabelotodo iluminame. —Le dije chasqueando la lengua para molestarle era algo que sabía que lo irritaba con facilidad. 

—¡Eres insoportable Melodía! Es enserio allí hay de todo y si no eres atenta, puedes ser  o violada, o vendida como esclava y llevada a quien sabe dónde, ya es suficiente ver a Melibea en esa cama  para que a ti también te ocurra algo, no me lo perdonaría y nuestros padres tampoco. 

«Hasta ahora sabía que Bastián ya no era el mismo chico de antes está, situación le había hecho maduro pero no sabía a qué punto aún le seguia viendo cómo mi hermanito pequeño».

—Vale Bastián no te enojes hermanito, lo siento si, solo era una broma. —Le dije sintiéndome algo tonta y apenada él 

—Lo siento, dime lo que querías decirme, no te volveré a interrumpir.

Noté que Bastián tomo una  bocanada de aire, y me miraba con una expresión sería. 

—Muy bien Mel así está mejor, verás que la ciudad al caer la noche suele ser algo peligrosa, más que todo para las mujeres aún más para las gitanas; pues Alkarya no escapa de los cazadores de esclavos. Eso ahora es negocio cada vez que  bajamos a Aldremir esos malditos cobardes están atentos a nuestras mujeres, las venden a otras naciones para trabajos domésticos y en el peor de los casos  las venden a prostíbulos, quiero que seas muy astuta hermana, lista que tengas malicia y corras si ves algo sospechoso y siempre quédate cerca de nosotros, o en lugares concurridos allí no correrás peligro.

—Vale  haré mella en todos tus consejos,  muchas gracias por preocuparte, todo estará bien ya verás que si. 

Me quedé dormida un rato al despertar  nuestra aldea había quedado muy atrás, dejando ahora un hermoso prado lleno de verdor inmenso como el mar y a la lejanía  ese verdor  fue sustituido por un amarillo fulgurante, era un campo de girasoles.

«Hermoso» fue la palabra que vino a mi mente,  los girasoles eran por mucho mis flores favoritas. Más allá de ese campo de girasoles brillantes con la luz del sol, se imponían las murallas de Aldremir capital del reino de Alkarya. Eran enormes en tonos grises, adornado por algunos zorros en relieve.  En Alkarya tenían fascinación por ese animal se le considera el animal guía de la  nación.

—Lindo campo de girasoles verdad pequeña.

Aquella voz me sacó de mis pensamientos y voltee a responder, a dicha persona. 

—Eres a la que en la aldea llaman Azalea ¿Verdad...?

—Si niña en efecto, esa soy yo y tú eres la chiquilla, bueno una de ellas, tengo entendido que son dos  de los orfebres ¿verdad? —cuestionó la adivina guiñando un ojo. 

La miré y le hice un gesto afirmativo. 

—¿Quieres un vistazo a tu futuro niña antes de llegar a la ciudad? —invitó la enigmática mujer de peculiares ojos. 

Iba a decirle que no tenia  dinero, mucho menos interés, pero aquella mujer actuó más rápido y tapó mis labios, con un dedo.

—Tranquila niña eres de las mías  no voy a cobrarte, es solo para pasar el rato, dame tu mano.

Entre incredulidad y desconfianza  obedecí a aquella mujer, esto me parecía absurdo pero era gratis y yo tenía algo de curiosidad por lo que la tal Azalea  me diría.

Dicho esto aquella mujer tomó mi mano y comenzó a delinear, detalladamente cada línea de mi mano, con cara pensativa y de vez en cuando de sorprendida, Azalea comenzó a darme los resultados de su "lectura hacía mi futuro". 

—Mira niña me has dejado sorprendida, veo un futuro brillante  en ti muchachita, veo un hombre en tu vida este, hombre será  el puente a tu verdad,  pequeña mariposa, yo veo poder en tu mirar, te veo como a una soberana.   Un familiar sufre pero tranquila muchacha, la santa muerte aún le dará tiempo a esa persona de continuar en este plano, pero el dolor de tu reflejo será inevitable.

—Me asombra bastante ¡Niña nunca había visto tanto poder en ninguna lectura! —exclamaba la mujer alegre por su revelación a la jovencita.

Yo algo sorprendida por los disparates  dichos por la tal Azalea no sabía si reír, o decirle charlatana, pues a pesar de ser gitana  yo creía más en lógica y era algo incrédula. 

«Yo una soberana, oh por las diosas para ser soberano de algún lugar» se debía nacer con corona y cetro, yo con nada de eso nací en fin, le  agradecí a aquella mujer y comencé a mover a mi hermano para decirle que fuera  alistándose que estábamos ya frente a las murallas de Aldremir.

Cuando nos acercamos a las enormes puertas; pude ver como los soldados enfundados en trajes azules indigo, inspeccionaron  las tres carretas de nuestra aldea.

Al asegurarse que todo estaba bien nos dieron paso, aunque no sin antes expresarse mal de nuestra gente y soltar alguno que otros insulto. 

«Malditos cerdos se creen mucho por usar un uniforme», noté como Bastián tomaba mi hombro y me decía que los que les iba a decir se quedará en mi mente «rayos Bastian me conoce muy pero que muy bien».

Luego de unos minutos pude apreciar mejor la ciudad de Aldremir, sus calles empedradas, sus casas pintorescas con enormes portales de madera y ventanales repletos de flores, puestos de vendedores en todas partes, los niños jugaban y las elegantes mujeres iban y venían charlando y yendo de puesto, en puesto, con vestidos preciosos. 

Todo y todos eran tan diferentes a como eran las cosas en mi pequeña aldea, escondida en el bosque nunca había venido a la ciudad y francamente, lo que veía me emocionaba y los olores que delicia ese aroma a pan fresco. 




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