De Gitana A Princesa

Él Inicio Del Camino.

La noche estaba por terminar, Bastián estaba siendo curado por el patriarca de su aldea, afortunadamente no fue profunda la herida. 

 

—No tocaron ningún órgano. 

—Decia aquel hombre mientras terminaba de lavar sus manos, pues su trabajo había terminado, no era médico pero su gente había resultado muchas veces herida por peleas por supervivencia y así de a poco adquirió el conocimiento médico.

 

—Azalea cuida del muchacho, está ya mucho mejor, no había visto nunca que alguien sanara así de rápido, aunque por dentro está destrozado por su hermana y, temo que pueda hacer alguna tontería.

 

—Entienda  este joven le han arrancado, a su hermana deliberadamente. —Azalea la vieja bruja de la aldea, se sentía abatida al ver al joven en ese estado, más por la situación que comenzaría a pasar su familia, una hija en cama y la otra capturada, por cazadores de esclavos y ella que hasta hace poco veía cosas muy buenas en la vida de aquella muchachita, aún así algo le seguia insistiendo que esa muchacha estaba destinada a otras cosas.

 

Bastián despertó, alterado y con intención de levantarse e ir por su hermana, pero el dolor en su costado no se lo permitió, era un dolor punzante, su pierna también dolía  se sentía mareado, se calmó un poco para analizar; dónde estaba y de golpe una ráfaga de imágenes le invadieron, haciendo revivir todos aquellos momentos.

 

—¡Oh me alegra despiertes! Muchacho, perdiste mucha sangre, al patriarca y a mi nos costó mucho detener  la hemorragia que tenías, ¿como te sientes Bastián? —preguntó la mujer acercándose al muchacho. 

 

—Adolorido y mareado Azalea, debo ir por mi hermana, me arrepiento en haberla traído conmigo. —Unas lágrimas, comenzaron a salir de la mirada negra del muchacho, se sentía tan impotente, al no poder haber ayudado a su hermana. 

 

—Bastián muchacho, te entiendo a mi Clarita, esos malditos también me la llevaron y solo ruego a los dioses y al cielo por un milagro; para que aquellas muchachas, puedan volver a nuestro lado. —Decía la mujer tomando la mano del muchacho. 

 

—Llorando y suplicando, ellas no van aparecer, anciana hay que seguir a esos malditos. 

 

La rabia y la desesperación de aquel muchacho, volvió a estar en su punto de ebullición, de nuevo intentó levantarse, pero el mareo por haber perdido tanta sangre más el dolor punzante de sus heridas. Le hicieron dar un alarido agonizante, su respiración era irregular pues semejante dolor hacía estragos en él.

 

La anciana de inmediato le volvió a llevar hasta los cojines que hacían de cama;   aquel joven no podría mantenerse en pie por si mismo.

 

—Bastián hijo ven apoyate en mi vuelve a acostarte, muchacho terco tienes fiebre y estás muy débil; así no puedes ni con tu alma. —La anciana como pudo le volvió a acostar, para bajar su fiebre, solo esperaba que aquella fiebre no fuera a causa, de alguna infección.

 

..........

 

Todo estaba en absoluto silencio, apenas y podía ver, me dolía el cuerpo, estaba en el suelo quién sabe ¿Hace cuánto tiempo?, me puse de pie con algo de desequilibrio me sentía mareada y aturdida.

 

Las imágenes de la noche anterior comenzaron a atormentarme temía, por la vida de mi hermano y esperaba que estuviera bien. 

 

—¡Alguien que por favor me ayude, por favor! —se escuchaba una voz femenina, con algo de eco. 

 

De inmediato reconocí esa voz al instante me  volví, a poner de pie en busca de Clara.

 

—Clara, soy yo Mel ¿Estás bien? ya voy por ti. —Caminaba   en busca de mi amiga, pero no noté el grillete que tenía en mi pie derecho, el cual me hizo caer de bruces al suelo.

 

—Mel ¿Estás bien Escuché ruidos te paso algo...?

 

—Tranquila Clara estoy bien, solo que esos malditos me tienen atada con una cadena en mi pie ¿Tú puedes ver algo? Donde estoy, no logro ver nada, ni la palma de mi mano ¿Tú logras ver algo Clarita? —preguntaba mientras buscaba algo de luz. 

 

—Solamente unos puntos de luz a lo lejos Mel, ya de seguro es más de medio día, trataré de llegar a ti sigue hablando, para guiarme por tu voz.

 

—Tú también habla, quizás no estemos tan lejos, una de la otra para poder estar juntas.

 

Tanteando el camino, iba de a poco con la intención de llegar hasta donde estaba Clara y viseversa, porque Clara hacía lo mismo. Aunque tratando de no toparme con nada en el camino,  me olvide por completo de la cadena que estaba en mi tobillo. Enredandandome y haciéndome caer de bruces nuevamente, quejándome del golpe y murmurando algunas maldiciones.

 

—¿Mel estás bien te paso algo?

 

—No nada  solo una caída, estoy con una cadena ¿Recuerdas? en mi tobillo y me enredé. —Le dije en un tono tranquilo, para no preocupar, más de lo debido a mi amiga.

 

—Oh Mel yo también tengo una cadena en mi tobillo, ve con más cuidado. —Ambas ya se habían reunido.

 

—¿Clara estás bien, no te han hecho nada esos tipos dime?

 

tanteaba a Clara por todas partes, queriendo saber si está, tenía algún daño, estaba aún en shock por lo que aquellos desgraciados, le hicieron a mi hermano. 

 

—Tranquila pequeña, estoy bien ¿Tú estás bien? Dime la verdad ¿No te han hecho nada Mel...? 

 

—Estoy bien Clarita, deberás...

 

De un momento a otro, comencé a llorar sin consuelo, reviviendo las imágenes, de hace algunas horas. Temía por la vida de mi hermano, «porque justo a mi, tenían que pasarle estás cosas sentía tantas cosas rabia, enojo, impotencia y sobre todo una tristeza y angustia por mi hermano». Clara solo me abrazaba  también llorando, diciéndome que Bastián estaba bien, él era fuerte  de seguro ie habrían socorrido de una vez, los gitanos eran así unidos, para ellos su gente era tan importante, era como si fuesen una gran familia, el viejo patriarca tenía conocimientos. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.