De Gitana A Princesa

Mariposa Encadenada.

No sé cuanto tiempo llevo aquí, solo se que me quiero ir dejé de llorar y me levanté de la cama. Para explorar mi nueva "jaula de oro", todo era muy bonito la verdad parecía un sueño, pero había un precio que pagar y yo no estaba dispuesta a tal cosa, aún no entendía que hacía yo en un lugar así nada de esto tenía sentido para mí, solo esperaba irme pronto.

 

—Mi libertad definitivamente no vale ésto —¿Cómo puede cambiar la vida de una chica en tan poco tiempo? Mis lágrimas comenzaban a amenazar con volver a salirse, las quité de un manotazo. «No señor no,  derramaré ni una lágrima más».

Minutos después se oyen algunos toques en la puerta, no se si ese anciano, dejó la puerta abierta y no me molesto en averiguarlo —pase si quiere, quien quiera que sea. —Dije sin animos y cara de pocos amigos. 

 

Alcé la mirada buscando a las personas recién llegadas, dos mujeres entraron, se veían algo dubitativas en si hablarme, o no hacerlo, pero la más joven decidió cruzar palabra conmigo: 

 

—Hola pequeña hemos venido  por orden de Sebastián, dice que debemos cuidar de ti. Hemos traído algo de comer. —Dijo la  amable sierva  poniendo una bandeja en la mesa. 

 

—Gracias a ambas pero no tengo hambre, aún así les agradezco su atención. —Dije yéndome acostar de nuevo. 

 

Habló la mayor de esas, dos mujeres en un tono más autoritario y dijo:

 

—Bueno aunque no tengas apetito, debemos alistarte son órdenes directas, del duque jovencita.

 

—¿Y si me niego a obedecer qué sucederá? —les cuestioné a ambas de manera retadora, según se solo soy una esclava, aún así no me dejaría de nadie, no tenía una buena sensación en ese lugar.

 

—Me llamo Lilly y esa gruñona, que ves a mi lado  se llama Marina, ambas somos  sirvientas aquí en Miraz. Por favor si no colabora con nosotras, a todas nos espera un correctivo. —Decía la muchacha en tono amable. 

 

Decidí levantarme de la cama y hacer lo que aquellas mujeres querían. —Esta bien Lilly, Marina ¿Qué  desean que haga...?

 

Solo quería acabar con esto. 

 

—Oh bueno ven sígueme, Marina antes de que Sebastián te trajera a esta habitación, ella preparó tu baño desvistete y entra a la tina. —Dijo está guíandome, al cuarto de baño. 

 

Me acerqué a la gran tina  me desvestí, para  tomar un baño, que ahora se me hacía más que necesario. 

 

—Disculpa mi atrevimiento muchacha, ¿es  verdad  que eres gitana? —se aventuró a preguntar Lilly no aguantando las ganas de saber. 

 

Me sumergí más en la tina antes de darle una respuesta, a esa pregunta saqué, mi cabeza del agua. —Si soy gitana, mi aldea está en el bosque de Celestia.

 

—¡Oh pequeña! Eso está a casi un día de camino, desde Aldremir, ¿y como es que terminaste aquí mi niña?

 

—Para hacerles el cuento corto, vine a trabajar con mi gente al festival de la luna de plata y unos tipos me capturaron y su señor el duque me compro; cual pedazo de carne y heme aquí en este lugar hablando con ustedes dos señoras.

 

—Que mal pequeña y triste a la vez, te ves muy joven para terminar así. —Decía Lilly con pesar sabiendo los alcances de su señor.

 

—Pero es muy raro, si tú siendo una esclava y además gitana, en vez de estar en la cocina, o en las habitaciones de la servidumbre. Estés en una de las habitaciones de huéspedes y con dos mucamas atendiendote, como si fueras la señora de la casa. —Cuestionó Marina en un tono de interrogatorio.

 

—¿Tú crees? La verdad no lo sé señora Marina  nunca he sido esclava y mucho menos he estado en un lugar así; por favor me dan algo con que secarme. —Pedí sintiéndome algo incómoda por Marina. 

 

Marina con su ceño fruncido, se acercó a mi para entregarme un paño de lino, sequé mi cuerpo al salir de la tina, luego Lilly me acercó, una bata, también de lino para cubrirme mejor Lilly había notado mi molestia y mi notoria incomodidad, a las preguntas de Marina, quizás ella tenga razón y como esclava, este no sea mi lugar, si supuestamente soy una esclava aunque ¿Cómo demonios, iba yo a saber tal cosa? Nunca había pasado por algo así. 

 

—Que tonta yo a todas estas ni tu nombre te hemos preguntado. —Dijo Lilly entre risas. 

 

—La verdad solo nos hemos referido a ti como jovencita, o pequeña ¿Como te llamas querida? —preguntó está de manera amable. 

 

—Oh si es cierto aún no les he dicho mi nombre —comencé a reír también —Melodía, mi nombre es Melodía, espero llevarme bien con ambas. —Dije con una sonrisa genuina.

 

Nuevamente en la habitación principal, Lilly me pidió sentarme para cepillar mi cabello y peinarme, mientras Marina buscaba que vestido y accesorios colocarme. Lilly me hizo una trenza, la cual ató en la parte de atrás de mi cabeza con un broche en forma de lazo el cual estaba adornado, con muchos brillantes pequeños, Marina me ayudaba a terminar de ponerme un vestido  amarillo opaco pero muy bonito, el último toque fue una gargantilla, también de brillantes.

 

—¡Lista! —exclamaba la doncella orgullosa de su trabajo. 

 

Me miré algo confundida al espejo, esa definitivamente no era yo. Es decir todo aquello era tan nuevo para mí, nunca imaginé, usar cosas así. 

 

—¡Melodia te ves preciosa, mira que pareces toda una señorita de la nobleza! —volvió a exclamar Lilly emocionada al ver el resultado de la apariencia de la joven gitanilla.

 

—Podrá parecerlo Lilly pero recuerda esa chica no es más que una simple esclava; solo el juguete nuevo  de su excelencia. —Decía aquella mujer con resentimiento y veneno en sus palabras cruzándose de brazos. 

 

No dije nada aquella mujer tenía razón, aquel hombre, que aún no tenía la desdicha de conocer.  Me había comprado con la intención de hacer de mi lo que quisiese.




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