De Gitana A Princesa

Revelación.

Bastián no cabía en su asombro, de un momento  a otro enterarse que sus padres, no eran quienes decían ser que, sus nombres reales no eran los que él conocía y que no eran gitanos, "oh bueno no gitanos del todo". Y es que esta revelación no era fácil de tragar, sus vidas eran una mentira, una ilusión eso era lo que el joven gitano pensaba. 

 

—¿Hijo estás bien? —preguntaba su madre algo nerviosa, al ver cómo el muchacho quedaba inmóvil y en completo silencio.

 

—¿Eres un hada madre? 

—preguntaba este en tono apenas audible  aún asi  ella alcanzó a oír y movió su cabeza en forma afirmativa; las palabras en ese momento no podían salir.

 

—Melodía y Melibea, ellas también ¿Son hadas? —inquirió este para reafirmar, lo que ya sospechaba. 

 

—Si, Bastián tus hermanas son hadas  aunque en desarrollo, su magia se manifiesta, pero si ellas no han tenido adiestramiento, está puede ser involuntaria  o no mostrarse en teoría son humanas hasta su despertar. —explicaba Lluvia, tomando asiento. 

 

—¿Con la magia Melodía podría ser encontrada? —cuestionó Bastián esperanzado   que la respuesta de su madre fuese un si.

 

—Si podría pero no es tan fácil...

 

—¿Por qué lo dices?

 

—Porque tu hermana no tiene la más remota idea  de lo que es Bastián, al no tener conocimiento, es como un humano normal quizás tenga momentos, pero es posible que no los note.  

 

—¿Pero tú si podrías hacerlo?, ¿podrías usar tu magia y saber dónde está Mel? —dijo este algo exaltado, ante la ilusión de ver a su hermana sana y salva en casa.

 

Gastón no había mencionado palabra en todo este tiempo, pero ante la idea de  Lluvia usar  magia, para encontrar a su hija, había más contras que pros, él no quería arriesgar a su familia —si tu madre usa su magia alguien muy peligroso podría encontrarla, ese alguien fué la razón por la que tu madre y yo huimos Bastián.

 

—¡¿No ayudaremos a mi hermana, por miedo a ser descubiertos?! —dijo este algo molesto por la objeción, de su padre. 

 

—No, es tan fácil Bastián tu,  madre y tus hermanas son mi vida pero, no quiero arriesgar a más gente.

 

—¡Es mi hermana maldita sea y tú eras  un maldito militar, es difícil de creer ésto! —escupió este perdiendo los estribos ante la frustración. 

 

—¡Ya basta Bastián! No faltes el respeto a tu padre, no es un acto de cobardía  el querer oponerse a que yo use mi magia.  Ya había decidido usarla para buscar a mi hija, aunque tu padre se oponga, aún  así lo haré en el momento indicado también le haré saber a Melibea lo que ella en verdad es y así estará lista si llega a pasar algo.

 

Luego de decir aquella Gastón le miraba atónito a esa decisión, esmeralda y ebano tenian un duelo de miradas hasta que el gitano salió de la cabaña notablemente molesto. 

 

Lluvia suspiró cansada entendía a su compañero, sabía que era peligroso usar magia esa podría ser la forma de delatarse, pero nada de eso era realmente importante ella solo quería a su niña de vuelta. 

 

..........

 

Han pasado algunos días desde aquel incendio en la taberna, afortunadamente no hubo pérdidas humanas, eso lo hacía respirar tranquilo. Aunque había algo que no le dejaba de merodear en la mente, era aquella chica con antifaz de mariposa y cabellos negros en caireles, su mirada bosque era hipnotizante y su aroma a flores difícil de sacar de su cabeza. 

 

—Mierda esa chica de ojos verdes no sale de mi cabeza, pareces imbecil estar así por una chica desconocida, tú no eres así y menos por una mujer —se quejaba—, ya deja de pensar en ella concéntrate en lo verdaderamente importante Damián. —Dijo este tomándose de los cabellos, mientras se incorporaba en su enorme lecho con brusquedad. 

 

—¿Quién no sale de tu cabeza Damian? —preguntó su pequeña  hermana sorprendiendo al principe.

 

—A ti debería de atarte un cascabel al cuello enana, eres escurridiza desde que te mostré ese pasadizo a mi alcoba no tengo privacidad Odette. —Espeto el pelirrojo entrecerrando sus ojos con fastidio. 

 

—Dime hermanito ¿De quién hablas? —preguntaba la princesa ignorando el sarcasmo del príncipe.

 

—De nada Odette ¿Qué  haces tan temprano aquí enana? —cuestionó este para, persuadir a la insistente niña.

 

—Vine a traerte esto. —Mostraba una canasta llena de arándanos. 

 

—Se que son tus favoritos, la señorita Anel hará panecillos y  traje está canasta, para comerlos juntos. No se te antojan están ricos, jugosos y...

 

—Eres una glotona hermanita, dime  Anel ¿Te dió permiso de tomar la canasta?, ¿o los tomaste? —reia el principe de medio lado, cruzándose de brazos. 

 

—Yo los recogí con  ella Damián, está mañana, no los he tomado sin su permiso. —Se quejó la niña inflando, sus mejillas a manera de enojo. 

 

—Vale princesa no era mi intención dudar de su alteza, pero usted ya se ha ganado una reputación de glotona. —Dijo  no aguantando la risa, por ver a su hermana, con las mejillas llenas de arándanos, parecía una ardilla. 

 

Odette ya colorada por el bochorno, no le permitiría a su hermano salirse con la suya —dime ¿Quien es esa chica que no sale de tu cabeza?

 

—Es Stella la hija de los duques de Frassia de ella hablo princesa es tan molesta que ya no sale de mi mente. —Apenas y recordaba a la hija de los duques, pero algo era cierto la mujer era un total fastidio cada vez que coincidían se pegaba como garrapata a un caballo. 

 

—Es usted un mentiroso príncipe Damián, escuché cuando decías que esa chica tenía unos hermosos ojos de bosque es decir verdes, permíteme recordarte que la señorita odiosa, tiene una mirada miel casi amarillos víbora.




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