De Gitana A Princesa

12 La Biblioteca.

Melodía había logrado convencer al duque, obteniendo así el privilegio de acceder a su imponente biblioteca. Al entrar, se detuvo maravillada, con los ojos abiertos de par en par. Era inmensa, un verdadero santuario del conocimiento. Los estantes se alzaban hasta el techo, abarrotados de libros de todos los tamaños y colores. Jamás había visto tantos juntos, ni siquiera en sus sueños. Este lugar, pensó, sería el paraíso para su hermana Melibea. Ella, amante incansable de la lectura, seguramente se perdería en aquel lugar por días enteros, explorando sin descanso. Melibea siempre había sido una ermitaña de los libros, una pasión casi trágica en una aldea donde los textos eran escasos y apenas ofrecían novedades. Era algo que ella misma solía lamentar con frecuencia.

La joven se dirigió al encargado, un hombre de avanzada edad con rostro serio y cabello grisáceo.

—¿Podrá Lilly entrar conmigo? —preguntó, esforzándose por mantener un tono neutral, aunque la impaciencia la traicionaba.

El hombre la observó unos segundos antes de responder.
—Sí, siempre y cuando permanezca a tu lado. Recuerda que tienes únicamente una hora, y solo puedes llevarte un libro, que deberá ser devuelto en un plazo de dos días.

Ella frunció los labios, pero no se rindió tan fácilmente.
—¿No podría hacer una pequeña excepción por mí? —intentó, modulando su voz de manera deliberada, en un tono agudo y casi meloso, como si con ello pudiera ganarse su favor.

El encargado soltó una breve carcajada. —Buen intento, muchacha, pero ya es bastante que se te permita entrar. Y además, con tu amiga. No es personal, Lilly, pero sigo las órdenes del amo Eriol. Estoy seguro de que lo entiendes, ¿verdad?

Lilly, siempre tan serena, asintió con calma. —No se preocupe, señor Louis. Entiendo perfectamente las reglas de su excelencia, el duque —respondió con cortesía.

Resignada, la joven dejó escapar un suspiro.
—Está bien, comprendo. Vamos, Lilly. Tenemos poco tiempo.

Guiando a su amiga, se dirigió a la sección de geografía e historia. Sabía lo que buscaba: información sobre Azrrahen. Aunque no entendía del todo su propia curiosidad, había algo en ese reino extinto que la intrigaba profundamente.

Mientras exploraban, Lilly tomó un libro con cuidado y exclamó:
—Mira, Mel, aquí hay uno titulado *Historias y leyendas de Azrrahen*.

La joven quedó desconcertada. Hasta donde sabía, los sirvientes no podían leer, o al menos, eso había escuchado de Marina.
—¿Lilly, tú sabes leer? —preguntó, perpleja—. Creí que no… Es decir, que ustedes no sabían.

Lilly bajó la voz, como si temiera ser oída.
—En teoría, no deberíamos saber. Pero la antigua duquesa enseñó a algunas personas: a la señora Adelaida, la cocinera; a mi madre; y al jardinero. Luego mi madre me enseñó a mí y a Marina. Pero, por favor, no digas nada.

Melodía asintió rápidamente.
—No te preocupes, no diré nada. Pero ven, busquemos un lugar tranquilo para sentarnos.

Encontraron un rincón apartado y cómodo, donde se acomodaron para hojear el libro. Mientras pasaba las páginas, la joven se detuvo en seco ante una ilustración: mujeres con alas adornaban la portada, representando claramente a las hadas. Se sumergió en las historias y leyendas, mientras su mente comenzaba a considerar la posibilidad de que aquellos seres mágicos hubieran existido de verdad.

—¿Será posible que sigan entre nosotros? —murmuró, mientras la curiosidad la consumía.

De repente, Lilly señaló algo en otra página.
—Melodía, mira esto —dijo con emoción. La ilustración mostraba una ocarina que se parecía extraordinariamente a la que tenía la joven. Por un momento, sintió como si el destino la estuviera guiando. «No puede ser casualidad», pensó, mientras el corazón le latía con fuerza.

Sin embargo, su entusiasmo se desvaneció al encontrar un texto escrito en un idioma que ni ella ni Lilly podían entender. A pesar de ello, no estaba dispuesta a rendirse. Cuando llegó la hora de partir, ambas se retiraron con el libro en las manos. Tal vez las respuestas estaban más cerca de lo que ella creía.

..........

Esperaba a su padre en su oficina. Era raro; se había tardado, y eso no era propio del rey Darius. A los pocos segundos, las puertas se abrieron. Era su padre, acompañado por Rowena, la marquesa de Sohir. Una viuda sin tierras ni fortuna, solo le quedaba su título. Todos sabían que era la concubina del rey, aunque este lo negara. Lo que estaba a la luz para todos no necesitaba ser explicado.

El príncipe se levantó e hizo una reverencia, presentando su saludo al rey. Este le hizo un ademán para que volviera a tomar asiento y, seguidamente, ordenó a la marquesa que abandonara la oficina. La dama obedeció, aunque no muy gustosa. Prueba de ello era el resonar de sus zapatos mientras se alejaba por el pasillo. Los guardias cerraron las puertas tras ella, dejando al rey Darius y a su primogénito en privado.

—¿Y bien? ¿Qué desea su majestad? —arguyó el príncipe con un aire irónico, entornando sus ojos.

—Deseo muchas cosas, hijo mío. Una de ellas es que no te metas en problemas, pero creo que es mucho pedir —replicó Darius, usando el mismo tono sarcástico que su insolente vástago.

—No prometo nada —respondió el príncipe con desinterés.

—Seré breve, Damián…

—Gracias, se lo agradezco, majestad —comentó el príncipe con burla.

Darius bufó, cansado, y continuó—: Ya será tu cumpleaños, y pienso celebrarlo como es debido. Será así por varias razones. —Soltó el rey sin dar tregua a la opinión de su vástago. Ya sabía lo que iba a decir el muchacho, y no daría más oportunidades. Tanta libertad había hecho de su primogénito un real dolor de cabeza. En su momento pensó que el príncipe simplemente asumiría su papel, pero lamentablemente se dio cuenta de que había creado a un joven problemático, sin aspiraciones ni sentido del deber.

Damián abrió sus ojos aguamarina al máximo. Su expresión burlesca desapareció. Quiso objetar esa decisión, pero su padre no lo permitió. Al contrario, hizo un gesto para que guardara silencio y lo dejara continuar. Él, contra sus deseos, obedeció a regañadientes a su progenitor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.