De Gitana A Princesa

Sentimientos Desconocido.

Preparaba los alimentos y traía vendajes limpios para ese muchacho, Sebastian le había pedido hacer sus curas y alimentarlo, después de mucho insistirle le permitió llevarlo a una de las habitaciones de servicio eso sí siempre con un vigilante en la puerta de eso ya casi una semana.

—Lilly ¿Qué tal el moribundo que te encasqueto, el abuelo Sebastián? —reía una burlesca doncella dando una mordida a una manzana.

A veces Marina y su poco tacto le molestaban un poco, no sabía por que siempre era tan desdeñosa y mal intencionada,  en sus comentarios que vaya parecían de odio a personas que ni siquiera conocía —él esta bien si tanto te preocupa, puedo decirle al anciano Sebastián que el joven te aflige y quieres ayudarme a cuidarlo, ¿qué te parece la idea? —ya la tenía cansada con su veneno y merecía su castigo.

Marina salió de la cocina molesta, Adelaida y las otras sirvientas  comenzaron a reír. Lilly había dado una buena cucharada de su  propia medicina a la dañina sierva.

—Bien dicen que quien tiene cola de paja, no debe acercarse al fuego, pequeña lillyanne pero a Marina le gusta quemarse. —Decía la señora Adelaida riendo, mientras picaba unos vegetales con total habilidad.

—¿Por qué será así de amargada? —preguntaba, a la cocinera que llevaba más tiempo sirviendo al duque.

—Es una amargada porque está enamorada del amo Eriol, pero él no le da ni la hora y anda que no la calienta ni el sol porque desde que la niña Melodía llegó a la mansión, su excelencia solo le presta atención a ella y la trata  como a la señora de la casa y la llena de lujos... —Decía violeta una de las sirvientas.

—¡Guarda silencio violeta si Marina te escucha se arma un escándalo!  —reprendia la cocinera a la joven imprudente.

Salió de la cocina con dirección a las habitaciones de servicio, llegó a la habitación, el vigilante  abrió la puerta, sonreía  agradeciendo el gesto con la charola y las vendas le era complicado, abrir a ella misma.

..........


Al entrar vió al joven a un lado de la cama, al menos se puede poner de pie, tomó las vendas y el ungüento que había preparado para las  dolencias del muchacho —buenos días joven Bastián, me alegra ya se pueda levantar, le traje comida y vendas limpias espero se haya podido asear con el agua que dejé anoche. —El nombrado apenas y la miró, se acercó un poco más  notando que admiraba un colgante, era un corazón con una pequeña piedra de cuarzo rosado junto a una cadena delgada.

—¿Es de su novia? —no quería sonar atrevida, solo quería hacer conversación y acabar con el incómodo silencio.

—Es de mi hermana Melibea. 
—Fue la contestación del joven.

—En una semana aquí solo me has dicho tu nombre, me gustaría saber más...

—No le han dicho que ser metiche es de mala educación.
—Escupió el gitano de mirada de ébano.

—T-tiene usted razón, me disculpo. —Dijo retirándose a preparar el ungüento y las compresas para las heridas de hosco castaño.

—Sabes tienes razón tal vez si te hablo de mí, tú puedas ayudarme? —arguyó Bastian pensando mejor sus próximos movimientos.

—¿Yo como podría ayudarte?
—cuestionaba confundida por lo que ese muchacho acababa de decir.

El silencio reinaba en la habitación, se acercó a cambiar el vendaje, de su costado tenía una herida algo profunda, otra en su brazo izquierdo y por último unas magulladuras en su rostro ocasionada por golpes, aún se veían algo violaceas. El silencio murió por las quejas del muchacho, porque le dolía que le quitara las vendas y aún más quejas vinieron, cuando le ponía el ungüento.

—L-lo siento. Lo siento...

—¡Parece que se está desquitando por haberle dicho metiche! —decía Bastián quejándose por las curas de Lilly.

—No, no  soy rencorosa joven Bastián y  disculpe si fui metiche y también, disculpe si le ocasiono alguna molestia mientras lo curo. —Lilly ya estaba sonrojada, desde que Bastián la había llamado metiche, pero el acto que el joven hizo la hizo sonrojar más.

Con su mano derecha él  la tomó de la barbilla, para que le sostuviera la mirada —usted aún no me ha dicho su nombre señorita.

—Ah si lo siento —se disculpo «pensé que le había dicho mi nombre, este  es un misterio, oh bueno es lo que mi madre dice mi nombre es Lillyanne  Monet De  Aralis, pero aquí solamente soy lilly, bueno digo mi madre, porque es quien me crío cuando llegué a este lugar se mi nombre porque conservo una manta y allí está bordado mi nombre»—,  Lillyanne  pero aquí todos solamente  me llaman  Lilly, a excepción  de Adelaida mi madre de crianza  joven Bastián y pues no tengo nada que contar, crecí en este lugar y soy parte de la servidumbre de Miraz, morada del duque de Azair.

—Mi nombre es Bastián, —Dijo el muchacho con una sonrisa—. Mmm veamos que más te digo soy gitano y vengo del bosque Celestia.

—¡En serio es usted del bosque Celestia, conocí  a una chica de allí! De seguro conoce a Mel si hasta parecen de las mismas edades. —Pensó. La muchacha entusiasmada.

Las palabras de  esa muchacha le hicieron idear un nuevo plan de dejarse capturar al parecer surtía efecto, es probable que su hermana estuviera ahi —¿Enserio y como se llama?
—preguntó ansioso por saber, tenía fe que fuese el nombre de su hermana, el que saliera de los labios de esa chica.

—Su nombre es Melodía.
—Cuando dijo aquel nombre, ese chico palideció y abrió sus ojos negros al máximo.

—¡¿Lo dices En serio?! —la emoción era bastante—. ¿Y en dónde está?, ¿está aquí?
—preguntó impaciente, ver que aquella chica no abría la boca le estaba asustando. Es decir estaba feliz seguramente ya había localizado a su hermana, pero el silencio de la doncella hacía que encendiera sus  sentidos temía lo peor.

Ese desespero le decía que ese muchacho conocía a Mel, pero no sabía cómo iba a tomar, lo que ella iba a contarle —Si bueno la verdad es que esa chica llegó aquí, casi como tú llegaste Bastián, siendo esclava de el señor de estás tierras. —Ver cómo ese muchacho tensaba sus músculos, por lo que le decía terminó de confirmar que Melodía era conocida de Bastián.




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