La fría noche mostraban los primeros copos de nieve, desde mi ventana podia apreciarlos descender lentamente de seguir así en la mañana Alkarya amanecerá con un hermoso manto blanco cubriendo todo; en algunas horas Damián será coronado, como el nuevo rey.
—Mel.
—¿Si? —conteste sin darme la vuelta, los copos de nieve tenían toda mi atención.
—¿Qué haces despierta? Cervatilla aún falta para que amanezca. —cuestionaba el pelirrojo incorporándose un poco en su lecho.
—Lo se, es solo que... —Honestamente no podía dormir, una opresión en mi pecho, no me permitía conciliar el sueño.
—¿Ocurre algo princesa...?
—Quería ver los copos de nieve. —Dije lo primero que se me ocurrió, tratando de sonar convincente.
—Melodía han pasado varias noches así pequeña mentirosa. —Dijo el principe poniendo los ojos en blanco, incorporándose en la cama para ir tras la pelinegra.
—No es nada yo... —No terminé la oración, porque de un salto Damián estaba frente a mí, de la impresión di unos pasos atrás, pero su mano tomó la mía acortando la poca distancia que tenía con él.
—Ahora cervatilla mentirosa, sigo esperando una respuesta coherente al motivo de tu insomnio. —Dijo el principe acortando más la distancia. Como un zorro al acecho de un indefenso ciervo.
—No es nada...
—Solo quiero saber que te tiene así, me preocupas. —Soltó el tosco agarre que tenía de Melodía, para tomarla con delicadeza del mentón y tomando sus labios en un beso suave y cálido.
Para él Melodía era un libro abierto, aunque ella se esforzara en mantener oculta sus precauciones, para él era inútil, siempre la pillaba cual niña pequeña en una travesura.
—Damián ¿Qué piensas de ser padre?, es decir ¿Cómo lo tomarías? —pregunté en un hilo de voz y con mi corazón acelerado por su respuesta.
Asi que ya lo había notado, al fin su gitanilla descubrió que en ella crecía el fruto de su amor. Esa pregunta fué música para sus oídos.
—Asi que ya lo notaste.
Lo dicho por Damián me hizo abrir mis ojos al máximo. No esperaba esa respuesta —¿Ya lo sabías? —pregunté aún atónita por descubrir que todo mundo sabía lo que me pasaba menos yo; era una mezcla de sentimientos entre molestia, sorpresa y desconcierto aún no entendía ¿Porque todos podían percibirlo pero yo no?
Quité su mano de mi mentón con delicadeza, su mirada reflejaba confusión.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—Mel intuía que ya lo sabías, pero luego me di cuenta que no era así. —El silencio inundó la habitación, se hacía incómodo. Damián no decía nada, Melodía seguía con su mirada acusadora.
El principe ya incómodo por aquel silencio sepulcral no le quedó más que hablar —Mel son tantas cosas si estoy muy feliz, pero también estoy preocupado, en mi condición no se si mi maleficio afecte a nuestro hijo. —Dijo revolviendo sus caballos, cosa que hacía cada vez que estaba preocupado.
—Damián. —tome sus manos, guiandolo a mi vientre aún plano—. ¿Que percibes? Mi hermana lo siente, tú también lo ves yo... No puedo y me gustaría saber como se siente esa vida que crece dentro de mi.
Damián se arrodilló aún con sus manos en el vientre de su princesa.
—Yo lo primero que percibí fué un cambio en tu esencia, tu aroma se mezcló con uno desconocido, días después una tercera esencia y contrastes de energía demoníaca y magia.
Las palabras de Damián más que disipar mis dudas, me confundían más, aunado a que mi curiosidad aumentaba —sabes no te entiendo, aunque tampoco entiendo porque no puedo sentir a ese pequeño, ¿como lo haces tú o Melibea?
—No te mortifiques cervatilla impaciente, aún es muy pronto. —Dijo el pelirrojo tomando a Melodía en brazos
—Debes dormir princesa será un día largo, no te quiero cansada.
—Como usted ordene su majestad. —Besé los labios de mi zorro mañoso, enredando mis brazos en su cuello, las caricias se hacían mas intensas.
Damián sumergido en esas lagunas esmeraldas de su gitanilla, fué cayendo ante un abismo de pasión y sensaciones, un camino de besos en el cuello de su princesa provocó un suspiro que Melodia ahogó en los labios de su principe.
..........
Miraba la corona en el pedestal, en pocas horas, tendría un nuevo portador.
—Honestamente pensé que nunca llegaría esté momento.
—¿Y por qué la duda
majestad? —preguntaba una joven pelinegra de mirada esmeralda.
—Melodía, ¿qué haces despierta? Aún es temprano. —El rey colocó de nuevo la corona en su pedestal, volviendo su atención en la muchacha frente a él.
La pelinegra negó con un movimiento de cabeza.
—No mi señor no soy la princesa, mi nombre es Melibea, Melodia es mi hermana. —Dijo ella con una sonrisa en sus labios.
El rey abrió sus ojos al máximo, el parecido de esa chica era... Idéntica a la esposa de su hijo.
—Somos gemelas majestad, llevo en palacio algunos dias, espero no ser imprudente. —Melibea se vió dubitativa en si hablar o no hacerlo. La presencia del rey la cohibió un poco.
—Gemelas eh... —Mencionó el rey de manera pensativa, poniendo un dedo en su barbilla.
—¿Puedo saber por qué la dama está merodeando a estas horas por el palacio? —icrepaba el monarca, con un deje de curiosidad por la presencia de esa joven merodeando a estas horas.
—Mi señor ¿Cree usted en las visiones? —Soltó la muchacha, sin titubeos pasando d la pregunta del rey.
La pregunta tomó a Darius por sorpresa, pero este aún seguía estoico ante aquel cuestionamiento de la muchacha.
—La señorita ¿Acaso es portadora de aquel codiciado don de la visiones? —empero el rey con exeptisismo.
Melibea asintió como respuesta caminó en dirección, al pedestal donde reposaba la corona que en pocas horas portará el nuevo rey de Alkarya.
—Él nuevo rey traerá cambios —dijo Melibea con una sonrisa, que transmitía sabiduría—. Majestad me refiero...
La muchacha hizo una reverencia, ante el monarca para retirarse del salón, callando aquello que quería decir.
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Editado: 22.01.2024