Hola lamento la tardanza no han sido días fáciles pero aquí está el capítulo, quería agradecer a quienes llegaron hasta aquí de verdad su apoyo desde noviembre ha sido mi motivación, el epílogo posiblemente lo suba el fin de semana.
El chirrido de los metales acompañado de chispas en cuanto ambas espadas chocaban, era prueba del enfrentamiento que Damián y Ágata tenían. Ninguno cedía a las fuertes estocadas de las fuertes estocadas, aunque Ágata tenía ventaja con Damián pues las alas del cuervo eran un fuerte escudo.
—Ya confiesa cuervo, ¿es Eriol quién está detrás de esa secta de fenómenos? —exigió el nuevo rey sin dejar de atacar a su oponente de grandes alas negras.
Ágata reía como siempre burlesca, la elegante mujer alzó el vuelo buscando la seguridad de no ser atacada por el pelirrojo.
—Mi estimado rey, alguien tan básico como lord de Azair no podría ser nuestro líder, es un idealista pero no te lo niego el duque ha tenido tratos con nuestro líder. —Respondió la mujer cuervo con fingida cortesía.
Ágata había sacado de nuevo su espada de hoja negra lista para atacar dijo:
—Digame algo mi señor ¿Desea morir sin dolor? —preguntaba con falsa empatía.
Molesto se abalanzó dispuesto para atacar a aquel cuervo, una vez más para una buena vez atraparla y torturarla y así obtener las respuestas que ecigia pero un enorme lobo blanco como la nieve se interpuso antes de lograr su cometido.
—¡Quítate! —bramó molesto el pelirrojo al cuadrúpedo de pelaje niveo.
—¡No seas imbécil carajo! —gruño molesto—, esa espada podría matarte con un pequeño corte, al igual que sus flechas negras usa un poco el sentido común.
—Pense que ya estabas muerto lobo pulgoso, veo que eres fuerte. —Dijo Ágata con su habitual cinismo.
Tristán gruñó mostrando sus filosos colmillos a Ágata como respuesta.
—Yo que tú le haría caso al lobito pequeño zorro, es divertido combatir contigo y, no me gustaría matarte tan rápido.
—Ágata detente. —Ordenaba una voz femenina la cual todos voltearon a ver.
Los presentes estaban que no daban crédito a lo que veían sus ojos, allí frente a ellos estaba Areusa con un aura maligna, un par de alas negras de gran tamaño cubrían parte de su cuerpo, al abrirlas mostró a Melodía inconsciente en sus brazos.
—¡¿Qué le has hecho?! —increpaba Damián exigiendo una respuesta, intentó acercarse, pero Areusa puso una barrera que envió al pelirrojo con fuerza al suelo al querer atravesarla.
—Yo nada solo tome su luz, ella no quiso cooperar —dijo inocente—, así que me ví obligada a hacerle cooperar, pero no te preocupes no sufrió mucho... Bueno no mucho.
—Maldita.
La risa de Areusa, no mostraba maldad, era como una niña pequeña la cual creía que solo estaba jugando.
—No te preocupes Damián, sus últimas palabras fueron que te amaba. La pequeña entrometida descubrió mi pequeño secreto hermanito.
Acariciaba la mejilla derecha de la muchacha en sus brazos, quitó algunos mechones negros del rostro de la jóven con delicadeza, para luego dejarle en el suelo con la mayor suavidad de todas.
—Que ironía yo Areusa primogénita del rey Darius debo vivir a las sombras, pero una plebeya gitana hoy fué nombrada reina. Este mundo definitivamente está torcido y por eso creé la orden del león carmesí, para poner todo en su justo orden.
Melibea llegó con Tristán, guiada por la densa oscuridad de Areusa, al ver a su hermana tendida en el suelo trató de deshacer esa barrera, todos sus intentos fueron inútiles.
La joven concentró su magia en la palma de su mano, hasta lograr una esfera de luz que arrojó aún así la Barrera no sufrió ningún daño.
Aquella imagen de Melodía tendida en el suelo inconsciente lo hizo arrodillarse «¡Mátala!» escuchaba esa voz de nuevo en su cabeza, un dolor punzante le hizo soltar la espada, se estrujaba y revolvía sus cabellos rojizos como si así ese dolor de cabeza fuese a detenerse; pero por el contrario se hacía más intenso.
«¿Qué esperas? Mátala como ella mató a tu mujer y a tu hijo, no tengas compasión, que pague con sangre tu dolor». Aquella voz no le dejaba de torturar.
Damián terminó cediendo ante esa voz, un aura le cubrió, se quejaba entre gritos desgarradores de dolor, sus ropajes se desgarraban, su apariencia cambiaba, tomando una forma animal de gran tamaño, de pelaje blanco con algunos toques rojizos, sus ojos turquesa, ahora se tornaban rojos sangre.
Un rugido hizo retroceder a Tristán y a Melibea está última estaba atónita, era la bestia de sus premoniciones.
—Melibea ve a un lugar seguro. —Pidió Tristán, poniendose frente a la joven de manera protectora.,.
—Es inútil con Tisha no hay salvación, todos pereceran bajo su poder destructivo. —Reía Areusa emocionada, por ver a la bestia frente a ella.
Areusa tenía en sus manos, un baculo dorado que en la punta tenía un cristal de tamaño considerable de color negro, lo apunto al enorme zorro de nueve colas, haciéndole arrodillar.
—Muy bien Tisha yo seré tu ama y señora, harás lo que te ordene, ahora ataca a ese lobo y el hada impertinente. Ágata ve por el verdadero cristal Aural, ya sabes donde está este no resistirá mucho.
El enorme zorro intentó negarse, pero Areusa con el poder del cristal Aural, le había doblegado haciéndole atacar contra su voluntad.
Melibea logró detener el ataque de fuego azul.
No muy lejos de aquel lugar, Eriol presenciaba, la escena de Tisha ser controlado por su sobrina Areusa.
—Así que eras tú la cabeza de los leones carmesí, y yo creyendo que tenía todo bajo control. Resulta que quien movía las piezas de este tablero eras tú pequeña arpía.
Ver materializada a esa bestia le helaba la sangre, saber que si no hubiera conseguido a Casandra a tiempo, él sería aquella bestia.
Se volteo con intenciones de huir, pero se vió sorprendido por alguien que creyó ya no estaba en este mundo.
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Editado: 22.01.2024