De Hombres y Bestias

IX:Diosa Oscura

Cuando alguien volvió a llamar a la puerta, Wyatt aún no había dejado el apartamento de Odile; ambos habían decidido mirar una película juntos después de que Wyatt fuese a conseguir más helado e incluso palomitas. Odette se sentía tan cómoda en su compañía que ya no tenía la urgencia de ponerse ropas incomodas solo para no verse mal. Estar en compañía de Wyatt Peaslee le era tan fácil ya agradable como estar junto a Murphy.

En cuanto se vieron interrumpidos, Wyatt y la detective intercambiaron miradas.

—Yo voy —dijo el hombre, levantándose de inmediato.

—No, espera. —se apresuró Odette, intentando levantarse e ir tras él, pero le fue imposible— No tienes que hacerlo.

—Hey, claro que tengo qué —pronunció Wyatt— ¿qué clase de persona sería si te dejara abrir la puerta en tu estado? Además, eres muy lenta.

Odette le dejó hacerlo porque, al fin y al cabo, tenía razón. Observó con curiosidad a su compañero de trabajo, pero le perdió de vista en cuanto dio la vuelta por el pasillo, así que tomó su teléfono y revisó sus notificaciones.

Cuando la detective volvió a alzar la vista al escuchar los pesados pasos de varias personas, no esperaba encontrarse con las miradas de Illya y Luca Gimondi sobre ella.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó la detective, su tono un poco rudo puesto que realmente ya no esperaba, ni quería, más visitas. Odette se levantó lo más rápido que pudo, ignorando el dolor por unos cuantos segundos hasta que fue demasiado y una mueca de dolor se reflejó en su rostro.

—Lo siento —dijo Illya de inmediato, acercándose a ella con rapidez y ayudándole a sentarse a pesar de las protestas de la detective; se sintió terrible por haberla alterado así y se maldijo mentalmente por no haberla llamado antes de llegar. Estaba tan abrumado por todo lo que estaba ocurriendo que ni siquiera se había detenido a pensar en las cordialidades a las que estaba tan acostumbrado, simplemente estaba demasiado apresurado. — Necesito su ayuda, detective. —el vampiro observó, por el rabillo del ojo, al sujeto que había acompañado a Odile mientras Odette estaba hospitalizada ¿Wyatt, se llamaba? Illya se aclaró la garganta— Creo que estás ocupada, será mejor que vuelva después...

— ¿Qué? —espetó Luca, sosteniendo a su hermano por el brazo cuando este intentó alejarse y le siseó casi al oído: — ¿para que vinimos hasta aquí? Dijiste que podría ayudarnos, Illya.

Odette y Wyatt observaron con aprensión la discusión en murmullos que los vampiros estaban teniendo en la sala; Peaslee de vez en cuando le lanzaba miraditas, como queriéndole preguntar con la mirada qué rayos estaba pasando. No obstante, Odette se encontraba tan confundida como él y pocos segundos después fue consciente de su apariencia, y que seguro se veía como la mierda: en sus pijamas, con el cabello hecho un desastre y cara de pocos amigos. Se apresuró a tomar la cobija del sofá y a colocarla sobre su cuerpo, cubriéndose como podía.

— ¡Hey, podemos escucharlos! ¿Saben?—exclamó, chasqueándoles los dedos, llamando de inmediato la atención de todos en la sala. Ocultó una sonrisita de satisfacción al ver el rostro de dos vampiros adultos luciendo como niños avergonzados; Odette respiró profundo antes de continuar y, decidiendo rápidamente qué hacer, se dirigió a Wyatt: — Me alegraste mucho el día, Peaslee. Y se siente terrible tener que decirlo, pero creo que es mejor que te vayas.

—Claro —respondió Wyatt de inmediato. A Illya le dieron ganas de vomitar al escuchar el tono meloso del oficial, pero se limitó a poner los ojos en blanco. — ¿está bien si vuelvo mañana?

Odette se quedó muda ante su petición. En realidad, no esperaba que Wyatt quisiera pasar más tiempo con ella, pues tenía la idea de que su compañero sólo había ido a verla por pura cortesía. La detective le dirigió una rápida mirada a Illya cuando notó los ojos de este sobre ella, penetrantes y de cierta forma, desafiantes.

—Cla...claro —respondió en un susurro titubeante. Wyatt le ofreció la sonrisa más radiante que Odette le había visto jamás a un sujeto, tomó su chaqueta que la detective había colocado en el respaldo del sofá y se despidió de ella abrazándola con delicadeza, muy cuidadoso de no tocar sus heridas.

En unos segundos, Wyatt ya había salido del apartamento, dejando a la chica parada en medio de su sala sin poder decir palabra alguna mientras dos altos y distinguidos chupa sangres le miraban con curiosidad. Bien, Illya no le miraba con "curiosidad" y Luca tampoco, pero como Odette no podía descifrar qué carajos eran esas expresiones, simplemente decidió calificarlo como eso.

— ¿Y bien? —preguntó Odette, aclarándose la garganta mientras presionaba la cobija alrededor de su cuerpo.— ¿en qué es lo que crees que puedo ayudarte?




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