Tú, con tu sonrisa que ilumina incluso las noches más oscuras, trayendo alegría a mi mundo. Tú, que con tus ojos reflejan las estrellas y cuentan historias que las palabras no pueden expresar. Tú, con tu voz que suena como una melodía, calmando mis miedos y llenando mi mundo de música.
Pero también tú, con tu silencio que ensordece, dejando un vacío en mi corazón. Tú, con tus ausencias que se sienten como inviernos eternos, helando mi alma. Tú, con tus palabras no dichas que resuenan más fuerte que cualquier grito, dejando cicatrices invisibles.
Tú, que con un solo gesto puedes hacer que mi corazón lata más rápido, pero también puedes hacer que se detenga. Tú, que con una sola palabra puedes hacer que el mundo se detenga, pero también puedes hacer que se desmorone. Tú, que con una sola mirada puedes hacer que me sienta como la persona más especial del mundo, pero también puedes hacer que me sienta invisible.
Tú, que me has mostrado lo que significa amar y ser amado, pero también lo que significa perder y ser perdido. Tú, que me has enseñado que el amor no es solo un sentimiento, sino una elección, una promesa, un viaje, pero también un camino lleno de obstáculos y desvíos.
Tú, que eres mi primer pensamiento al despertar y mi último pensamiento antes de dormir. Tú, que eres mi sueño hecho realidad, mi refugio seguro, mi hogar, pero también mi mayor miedo, mi tormenta perfecta, mi despedida no deseada.
Tú, que con tu ausencia llenas cada rincón de mi ser, dejando un eco de lo que una vez fue. Tú, que con tu recuerdo pintas cada amanecer y cada anochecer, coloreando mi mundo con tonos agridulces.
Tú, que con tu risa puedes hacer que incluso los días más grises se llenen de luz, pero también puedes hacer que los días más brillantes se nublen con tu silencio. Tú, que con tu ternura puedes hacer que las heridas más profundas empiecen a sanar, pero también puedes hacer que las cicatrices más antiguas vuelvan a abrirse.
Tú, que me has enseñado que la felicidad no es un destino, sino un camino lleno de momentos. Momentos de alegría y tristeza, de risas y lágrimas, de encuentros y despedidas. Tú, que me has mostrado que cada final es solo el comienzo de algo nuevo.
Tú, que eres la melodía que resuena en mi silencio, el faro que ilumina mi oscuridad, la paz que calma mi tormenta. Pero también eres el enigma que desafía mi comprensión, la incertidumbre que agita mi tranquilidad, la pregunta que no tiene respuesta.
Tú, simplemente tú, en toda tu complejidad y simplicidad, en toda tu certeza e incertidumbre, en todo tu ser y no ser.