De La Maldición

CAPÍTULO 6

Entró sin hacer el más mínimo ruido, sus botas eran el único sonido que llenaba el lugar, se detuvo frente a un hombre de mayor edad, flaco, alto y con una bata blanca, fumaba sentado y apegado a la pared.

-Hablemos de negocio –sonó muy dura y no inmutó al hombre, ladeó su cabeza hacia un lado -Me pregunto ¿Cómo te hiciste esa horrenda cicatriz? Será porque eres un patético traidor de una red de menores y, por querer ayudar a una nena, a cambio, recibiste esa marca… de por vida.

Levantó la mirada y vaciló, saboreó el sabor del cigarro en sus labios, la bajó y la miró fijamente.

-¿No nos conocemos de antes? –preguntó con cierta seguridad.

-No –negó seriamente –Es la primera vez, cambiando de tema ¿Puede ponerse los guantes? –dijo con sarcasmo.

Este se levantó y tiró su cigarro, lo pisó y caminó hacia su lado derecho, ella le siguió y se detuvo frente a una puerta blanca. Cuando entró, observó la habitación como un consultorio, más o menos ambientado pero parecía que tenía las herramientas necesarias.

-¿Este es su escondite? –preguntó con burla y el hombre se acomodó detrás de una camilla, en el piso había gotas de sangre y algunas herramientas manchadas de sangre –Veo que estuvo ocupado.

-Al punto –exigió.

-Necesito de su ayuda obviamente –se volteó y observó algunas fotos, entre ellas pudo distinguir al otro hombre que buscaba –Quiero información, más que eso accesibilidad.

-Búsquese a un hacker, viene al escondite equivocado –pareció aburrido.

-No me equivoco –le sonrió sin ganas –Esa cicatriz, en la red que usted participaba…

-A ver ¿Quién eres? ¿Policía? ¿Agente de alguna agencia? –preguntó con molestia –No estoy interesado en sus jueguitos.

-Sé que también fue traicionado por un agente y entiendo su desconfianza, pero no soy ninguno de esos, solo soy una simple ciudadana.

-Entonces ¿Por qué una simple ciudadana vine a acudir a mí? –preguntó mirándola sin gracia -¿Quiere abortar? ¿Vender un riñón? O algo parecido.

-¿Qué necesita? Yo lo consigo –se acercó a la camilla y se apoyó en esta –Dije que quiero información y accesibilidad, tiene contactos fiables y acerca de esa red, necesito encontrarla.

-No sé nada –se negó y frunció el ceño, agarró sus herramientas de trabajo y empezó a limpiarlas, después escribir algo –Largo.

-Lo que necesita, se lo daré, vivo o muerto, se lo traigo personalmente.

-¿Cómo? –preguntó con cierto interés y se giró a mirarla.

-¿Acaso necesita saber el nombre y apellido? –se cruzó de brazos.

-Bien –accedió –Lo que necesite ¿Cierto? –agarró un trapo aparentemente limpio y empezó a secar una herramienta –Necesito de inmediato un corazón.

-Lo tendrá –aseguró ella.

-¿No nos hemos visto en otra ocasión?

-No –negó con seriedad.

-También necesito otra cosa –se acercó a un puerta blanca y la cruzó, escuchó ruidos y salió con un folder amarillo –Toma –le estiró y ella lo agarró con cierta desconfianza –Una parte lo que necesita saber de la red que va acabar con su vida.

-¿Los investiga?

-No, para nada –negó –Simplemente aquí es un mercado, si es que no se ha dado cuenta, aquí todo rota y para usted… -pareció pensarlo –Le regalo eso, quédese.

-De acuerdo…

-Ah y sobre lo que necesito, tengo una cuenta pendiente.

Ella gruñó por lo bajo y asintió.

-Trae lo que me robó esa serpiente rastrera –soltó con odio.

El ascensor anunció su llegada y al abrir las puertas, se puso una máscara, sujetándose bien el cabello y colocándose unos guantes.

Mientras que adentro de la habitación, resonaba los gemidos, el cabello negro largo se mecía ligeramente y unas manos fuertes sujetaban de su cadera, lentamente se inclinó a besar unos labios y sonrió triunfante.

-Axel, amor –susurró en sus labios, su collar con el dije de serpiente rozaba sobre la piel de Axel –No pierdes tu talento –ronroneó y empezó a besarlo, descendiendo.

-Creo que ya tengo que irme –dijo.

-No, no mi amor –se detuvo y le rogó con la mirada.

Axel, le sujetó de sus caderas y le puso con delicadeza a su lado.

-Me voy –anunció y le entregó todas las sábanas mientras que él buscaba su ropa.

-Al menos quédate a bañarte –rogó.

No dijo nada, siguió con lo suyo y se acercó al baño, mientras ella agarró su teléfono. Entonces, alguien entraba a la habitación y sigilosamente se acercó al cuarto donde estaba Miriam muy distraída en el telefono, siguió con sus pasos y buscó con la mirada un bolso, al mismo tiempo, sacaba su arma y un silenciador. Se acercaba más y entonces, Axel salió del baño y ambos sujetos se miraron.

Miriam levantó la cabeza y soltó un fuerte grito, al mismo tiempo, Axel se acercaba dispuesto a acabar con el sospechoso sujeto. Ambos empezaron a forcejear, Miriam salió de la cama al mismo tiempo sujetando las sábanas y retrocedía hacia al baño mientras gritaba el nombre de Axel.




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