Tocó la puerta fuertemente hasta que le abrió un tipo de baja estatura y con cierta masa de más.
-Richard ¿Cómo te va? –ambos se sonrieron y se saludaron -¿Quién es ella? -preguntó con cierta indiferencia
-Eso no importa pero te pagaremos una buena suma de dinero si la ayudas, a ella.
El hombre miró a Alison de pies a cabeza, la analizó.
-Estoy seguro que es policía o detective, Richard, la última salió mal, no quiero dar vueltas en la ciudad ni mucho menos salir del país, no hay que complicar las cosas…
-No pasará, tranquilo, antes que choquen contigo, le meteré una bala en la cabeza y caerá ante tus pies –aseguró ella y el hombre quedó en silencio, solo minutos hasta que estalló de risa
-No eres la única loca que viene a buscarme, entren, entren, por favor –vaciló y cerró la puerta detrás de sus espaldas.
Era una pequeña casa, apenas las ventanas permitían el acceso del sol y un leve a olor a podrido o a ratas muertas se expandía por el lugar.
-Es… acogedor –comentó Alison.
-Han venido, psicópatas, sociópatas, policías, delincuentes, corruptos y todo tipo de personas, ahhhh, pero claro, nada dura para siempre –advirtió -¿Algo para tomar? –ofreció con cierta emoción –Hace tiempo no te recibía Richard, ni mucho menos a una… señorita como usted –dijo moldeando el aire la silueta de una mujer con las manos –No se ofenda.
-Para nada –dijo sarcástica y volteando los ojos –Quiero investigar a un cierto grupo –se acercó una mesa, llena de chucherías, colocó su bolso y sacó una foto –Una foto borrosa pero supongo que los conoce –sacó otra foto –A ver si lo atinas.
El hombre expresó todo con su rostro, parecía agobiado a la vez sorprendido.
-No es la primera que viene a investigar a este “grupito” que por cierto, es una mafia, una red, publican porno tanto en vivo o ya grabadas que son solicitadas por los clientes, de acuerdo a cada imaginación oscura, creo que basta con decir eso –miró de reojo a Richard y entregó las fotos a Alison –Puedo contar con los dedos, el número que persona que vinieron aquí, no hay duda que esa mafia supo de mi existencia y vino por mí –asintió –Seis, fueron seis malditas persona, que por cierto, murieron de la peor manera e inhumana posible, es el número del ¡Diablo! Seiscientos sesenta y seis –pareció abrumado –Me dejaron una marca en la maldita espalda –volteó y levantó la camisa, mostrando un horrible corte ya cicatrizado, marcaba toda su espalda –Ah, pero si no fuera por el maldito servicio de inteligencia…
-¿Trabajaste con ellos? –preguntó curiosa.
-Por supuesto y con mucho más –asintió –Pero volviendo al tema ¿Estás lista para investigar? ¿Te quedarás, Richard? –el mencionado iba a hablar hasta que le interrumpió Alison.
-No, ya se va –ambos se miraron –Sé cuidarme sola –él asintió.
-Está bien cualquier cosa te comunico o bien usted me llama –ella asintió –Me retiro.
Alison vio a Richard cruzar la puerta, quedando a solas con el pequeño hombre, al girarse, vio al hombre apuntándole con un silenciador.
-¿Qué hace? –preguntó tranquila –Vengo sin trucos.
-Esa red, es peculiarmente peligrosa, trabajan en famosas empresas y controlan la ciudad, literalmente ¿Qué me garantiza usted que mañana no esté siendo torturados por ellos?
-Maté a uno de sus hijos ¿Eso responde a tu pregunta? –dijo muy seria y este frunció el ceño, bajó el arma.
-Bajemos.
Ambos se adentraron a la casa, bajaron al sótano y él removió unas lavadoras que estaban acopladas una sobre otras, apareció un agujero en la pared y por allí descendieron hasta llegar un cuarto lleno de máquinas, extrañamente entraba luz del sol e iluminaron más cuando las luces de la habitación se encendieron.
-Ahí, por favor –le dirigió a una máquina alejada de la mayoría –Le será más… útil.
-Espero que sí –puso su bolso sobre la mesa y tomó asiento.
-Un momento por favor, le pondré más fácil y de ahí usted se guía, la tecla es normal, las aplicaciones, no es difícil de manipular, cualquier duda, me llama, no se preocupe –decía mientras se adentraba en el internet –Ah y… -giró a mirarla –Le estoy poniendo fácil porque es amiga de Richard, supongo que es amiga.
-No, solo soy una… -suspiró –Sí, soy su amiga.
-Claaaaro –le resto importancia –Espera unos minutos y ahí encontrará todo, mientras tanto yo, seguiré con un trabajo pendiente.
Se distanció unos metros y desapareció detrás de pantallas.
Ella vio rostros conocidos y otros no, leyó, escuchó y miró; cada vez más se adentraba hasta entrar una página videos porno y entre otros. En cuanto al hombre, le seguía el paso y le miraba por cada cámara, frunció el ceño cuando se detuvo en el peculiar video que de las seis personas, unos sí y otros no, acabaron el video, él no fue la excepción, decidió desviar la mirada.
Al dar el clic de reproducir, Alison no se imaginó de las imágenes perturbadoras e inhumanas, no imaginó que el cuerpo de la chica, que lamentablemente, llegó a soportar todos los maltratos y abusos imaginables posibles, su cuerpo llegaba a sentir peor que un escalofrío, sus ojos ardían, sus uñas rasgaban su propia piel, tragaba saliva, mordía su labio, apretaba su mano convirtiéndolo en un puño, su corazón iba a mil, escurría su nariz y gimoteaba, silenció el video y trataba de capturar la más mínima pista de los involucrados.