Al abrir la puerta, Miriam encendió la luz y tiró sus zapatos a un lado, incluyendo las llaves y unos pasos adelante, tiró su saco junto a su bolso, suspiró y entró a su habitación. Se quedó en la puerta de su habitación, apreciando el desorden, frunció el ceño y vio la ventana abierta, corrió y lo cerró.
-¿Qué ha pasado? –murmuró y levantó el rostro, recordando algo –No, no…
Salió corriendo de su habitación y cruzó la sala, llegando a otra habitación, era su pequeño espacio de estudio, se acercó a un armario y tanteó la pared, sacó un pedazo pesado de mármol y se encontró con su caja fuerte, lo abrió y quedó en shock.
-No, no, no, no… -dijo asustada -¡Donde diablos está! –golpeó el armario y cerró de un golpe la caja fuerte.
Salió de la habitación y cruzando la sala, notó una silueta en un sillón, se quedó quieta y se dio media vuelta, caminó lentamente y estando al centro de la sala, vio a Alison.
-¿Qué haces aquí, mocosa? –preguntó con indiferencia –Largo de mi casa, ahora –dijo enojada y se cruzó de brazos -¿Tu madre te envió? ¿La perra de tu madre?
-No y muy buenas noches, señorita –inclinó un poco la cabeza –Es que las circunstancia lo pidieron, presentarnos y yo aquí, irrumpiendo en su propiedad…
-Largo ¡Lárgate de una maldita vez! –bajó sus brazos y le apuntó con el dedo -¡O llamaré a la perra de tu madre! –giró lista para dirigirse a su habitación –Mocosa estúpida e igualada –murmuró y antes de dar tres pasos demás, vio una bala pasar a unos centímetros de ella.
-Alto –ordenó Alison, desde su asiento y apuntándole con su arma –Tú no dirás nada -ella se levantó sin dejar de apuntarle, llegó a la cocina y regresó con unas hojas –Se te extravió algo –bajó el arma y levantó los documentos.
-Ya veo –sonrió con malicia y puso sus manos en su cintura –¿Salvando a la empresa de papi?
-¿Por qué lo tienes y no Rodrigo?
-Eso no es tema para niñitas… -ella levantó el arma con cierto aburrimiento -¿En serio me matarás? –dijo sin perder esa sonrisa.
-Yo no, pero si insistes, lo haré –arrugó su nariz y vaciló –Sin dudarlo, lo haré.
-No entiendes ¿verdad? –dio un paso hacia adelante y Alison estabilizó su arma –Lo hago por el bien…
-¿De quién? –preguntó con enojo.
-De todos ustedes, tu familia es mi familia, yo quiero proteger a tu familia –afirmó con una voz dulce –Tonta, no quiero destruir a nadie, al contrario, estoy ayudando a tu padre…
-Dime la verdad, sin rodeos –ordenó.
-Pero es la verdad, mi niña tonta…
Alison dejó su arma sobre una mesita y de su bolsillo sacó un encendedor, lo prendió y lo acercó a las hojas.
-¡Mierda! –tembló Miriam y dio unos pasos más –¡Eres una psicópata, igual que tus padres! –murmuró y se quedó pensando algunos segundos, miró a Alison –Por favor, no hagas eso, son documentos importantes sobre todo originales.
-Te doy tres minutos, habla ya.
-Claro, si supieras la verdadera importancia de todo este asunto, no quemarías esos papeles, la empresa de tu padre es la única competencia que está al nivel de la empresa de Rodrigo…
-Sobre los documentos –presionó.
-La realidad, es que tu padre quiere acabar con la empresa de Rodrigo, es obvio sí, pero lo cierto es que se va destruir a él mismo, Rodrigo vendió su alma a la empresa, está dando todo porque es de su padre, sin embargo, ahora tu padre está reclamando lo que realmente le corresponde, la empresa de Rodrigo, él es el verdadero propietario.
-Mentira, Rodrigo le arrebató esa parte de la herencia y mi padre le encanta competir, no le es necesario deshacer y hacer un caos por destruir a otra empresa.
-Claro –asintió –Seguro no sabías que tus padres asesinaron a tu abuelo, para obtener de inmediato el imperio que construyó por años con esa empresa.
-Mientes, mis padres no se atreverían hacer esa porquería.
-¿Es en serio que pones a tus padres en un altar? Yo conozco sus secretos, actúan frente a la sociedad como si fueran la linda y perfecta familia, esa idea también se le metió a la traumadita de tu madre –Alison le mandó una mirada fría -¿No lo sabes? -suspiró
-Pasaron tus tres minutos –quemó los documentos y tiró al suelo.
-¡No! –gritó horrorizada y corrió hacia los papeles, sopló y aumentaba, lo piso y logró conseguir en algunas hojas su mitad -¡¿Estás loca?!
-No me dijiste la verdad ni lo que te pedí…
-No sabes lo que hiciste –le reprendió -¡Eres igual que tus padres, psicópatas y asesinos!
Alison se acercó y le agarró del cabello a Miriam, se inclinó para hablarle.
-Basta, déjate de tus teatritos y dime por qué rayos tenías tú los papeles y que planeabas hacer con ello –ambas se miraron -¡Dime! –le gritó.
-¿Cómo sabías que yo los tenía? –preguntó y Alison le soltó –El lugar exacto, mi nombre, todo acerca de mí.
-Responde a mí pregunta.
Miriam se levantó y se acercó a una vitrina que contenía variedades de bebidas junto a varias copas.