De La Maldición

CAPÍTULO 10

Al abrir la puerta, Miriam encendió la luz y tiró sus zapatos a un lado, incluyendo las llaves y unos pasos adelante, tiró su saco junto a su bolso, suspiró y entró a su habitación. Se quedó en la puerta de su habitación, apreciando el desorden, frunció el ceño y vio la ventana abierta, corrió y lo cerró.

-¿Qué ha pasado? –murmuró y levantó el rostro, recordando algo –No, no…

Salió corriendo de su habitación y cruzó la sala, llegando a otra habitación, era su pequeño espacio de estudio, se acercó a un armario y tanteó la pared, sacó un pedazo pesado de mármol y se encontró con su caja fuerte, lo abrió y quedó en shock.

-No, no, no, no… -dijo asustada -¡Donde diablos está! –golpeó el armario y cerró de un golpe la caja fuerte.

Salió de la habitación y cruzando la sala, notó una silueta en un sillón, se quedó quieta y se dio media vuelta, caminó lentamente y estando al centro de la sala, vio a Alison.

-¿Qué haces aquí, mocosa? –preguntó con indiferencia –Largo de mi casa, ahora –dijo enojada y se cruzó de brazos -¿Tu madre te envió? ¿La perra de tu madre?

-No y muy buenas noches, señorita –inclinó un poco la cabeza –Es que las circunstancia lo pidieron, presentarnos y yo aquí, irrumpiendo en su propiedad…

-Largo ¡Lárgate de una maldita vez! –bajó sus brazos y le apuntó con el dedo -¡O llamaré a la perra de tu madre! –giró lista para dirigirse a su habitación –Mocosa estúpida e igualada –murmuró y antes de dar tres pasos demás, vio una bala pasar a unos centímetros de ella.

-Alto –ordenó Alison, desde su asiento y apuntándole con su arma –Tú no dirás nada -ella se levantó sin dejar de apuntarle, llegó a la cocina y regresó con unas hojas –Se te extravió algo –bajó el arma y levantó los documentos.

-Ya veo –sonrió con malicia y puso sus manos en su cintura –¿Salvando a la empresa de papi?

-¿Por qué lo tienes y no Rodrigo?

-Eso no es tema para niñitas… -ella levantó el arma con cierto aburrimiento -¿En serio me matarás? –dijo sin perder esa sonrisa.

-Yo no, pero si insistes, lo haré –arrugó su nariz y vaciló –Sin dudarlo, lo haré.

-No entiendes ¿verdad? –dio un paso hacia adelante y Alison estabilizó su arma –Lo hago por el bien…

-¿De quién? –preguntó con enojo.

-De todos ustedes, tu familia es mi familia, yo quiero proteger a tu familia –afirmó con una voz dulce –Tonta, no quiero destruir a nadie, al contrario, estoy ayudando a tu padre…

-Dime la verdad, sin rodeos –ordenó.

-Pero es la verdad, mi niña tonta…

Alison dejó su arma sobre una mesita y de su bolsillo sacó un encendedor, lo prendió y lo acercó a las hojas.

-¡Mierda! –tembló Miriam y dio unos pasos más –¡Eres una psicópata, igual que tus padres! –murmuró y se quedó pensando algunos segundos, miró a Alison –Por favor, no hagas eso, son documentos importantes sobre todo originales.

-Te doy tres minutos, habla ya.

-Claro, si supieras la verdadera importancia de todo este asunto, no quemarías esos papeles, la empresa de tu padre es la única competencia que está al nivel de la empresa de Rodrigo…

-Sobre los documentos –presionó.

-La realidad, es que tu padre quiere acabar con la empresa de Rodrigo, es obvio sí, pero lo cierto es que se va destruir a él mismo, Rodrigo vendió su alma a la empresa, está dando todo porque es de su padre, sin embargo, ahora tu padre está reclamando lo que realmente le corresponde, la empresa de Rodrigo, él es el verdadero propietario.

-Mentira, Rodrigo le arrebató esa parte de la herencia y mi padre le encanta competir, no le es necesario deshacer y hacer un caos por destruir a otra empresa.

-Claro –asintió –Seguro no sabías que tus padres asesinaron a tu abuelo, para obtener de inmediato el imperio que construyó por años con esa empresa.

-Mientes, mis padres no se atreverían hacer esa porquería.

-¿Es en serio que pones a tus padres en un altar? Yo conozco sus secretos, actúan frente a la sociedad como si fueran la linda y perfecta familia, esa idea también se le metió a la traumadita de tu madre –Alison le mandó una mirada fría -¿No lo sabes? -suspiró

-Pasaron tus tres minutos –quemó los documentos y tiró al suelo.

-¡No! –gritó horrorizada y corrió hacia los papeles, sopló y aumentaba, lo piso y logró conseguir en algunas hojas su mitad -¡¿Estás loca?!

-No me dijiste la verdad ni lo que te pedí…

-No sabes lo que hiciste –le reprendió -¡Eres igual que tus padres, psicópatas y asesinos!

Alison se acercó y le agarró del cabello a Miriam, se inclinó para hablarle.

-Basta, déjate de tus teatritos y dime por qué rayos tenías tú los papeles y que planeabas hacer con ello –ambas se miraron -¡Dime! –le gritó.

-¿Cómo sabías que yo los tenía? –preguntó y Alison le soltó –El lugar exacto, mi nombre, todo acerca de mí.

-Responde a mí pregunta.

Miriam se levantó y se acercó a una vitrina que contenía variedades de bebidas junto a varias copas.




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