De La Maldición

CAPÍTULO 15

Se escuchaban risas, se olía a cigarro por todos lados y el golpe de las cartas sobre la mesa.

-¡Wow, que divertido! –se expresó Alison con una sonrisa –Gracias por enseñarme- siguió sonriendo con los ojos cerrados.

Frente a ella se encontraba un hombre grande y con cuerpo gordo mientras fumaba un cigarrillo, y detrás de su sentado había un grupo de hombres con los brazos cruzados.

-¿Entonces me entregarás a esa mujer?

-Así es, no estoy tan loca como para cooperar con ella…

-¿Entonces estas en contacto con ella?

-Así es, estoy cumpliendo con sus condiciones, espero que por esa parte me entiendan… -dijo seria –Por otra parte, quisiera recalcar que tengo el respaldado de usted ¿No es así?

-Así es –exhaló una gran cantidad de humo para después dejarlo sobre la mesa e inclinarse hacia adelante –A cambio que aniquilarás al clan del sur y por supuesto tendrás al abogado, a la rata de Richard.

-Supongo que está yendo mal sus términos con el tal Richard.

-Es una maldita rata, es peor que nosotros, peor que tú y yo de este mundo, puede que se disfrace de corbata y trajes costosos pero su cabeza está podrida y si crees que puedes detenerlo te ayudaré, ya me diste las razones pero esta es una apuesta de mierda, atentas contra tu libertad –le aclaró –Y solo eres una mujer –se burló, seguido por su gente.

-Tienes razón –afirmó y suspiró hondo parar después cruzar sus piernas –Pero hay un problema, dejé de ser mujer y humana cuando maté a sus hijos de mierda, sin embargo, no me siento tan superior por matar dos cucarachas por el momento, en este mundo tienes que moverte y atacar antes que otros te ataquen, es obvio que entiendes –giró a mirar al hombre y se levantó para sacar un cuchillo clavando inmediatamente sobre la mesa, al mismo tiempo sobresaltando a los hombres –Yo no soy una simple mujer, espero no serlo y eso me ofendería, aunque no mucho la verdad, soy mujer y espero dar una cierta inspiración a las demás, de no dejarse manipular por cucarachas y ratas inmundas, no sé qué palabra dominar a esa escoria que vive con nosotros pero si dudas de mí, estas a tiempo.

El hombre le miró extrañado y dio la orden de bajar las armas, simplemente negó la cabeza y prendió otro cigarrillo.

-No me debería sorprender, todos los días veo gente como tú –comentó –Mira señorita, tú no puedes acabar en un día el mal de este mundo, créeme, todos lo queremos hacer eso pero eso es imposible, como dices tú, el humano es caracterizado por su malicia y maldad, matas uno y al otro lado del mundo nace otro peor, tristemente así es como he visto el mundo.

Quedaron en silencio y Alison bajó la cabeza, al minuto sacó unos billetes y lo colocó en la mesa.

-Puede que pierda estos tipos de apuesta, pero no permitiré que pierdan valor mis palabras, mis promesas y mis acciones, tenlo por seguro que tendrás a Miriam y también me encantaría jugar de nuevo con usted, aunque creo que hizo trampa…

-¡Eso sí me ofende! –exclamó entre risas el hombre –Vaya, vaya a cazar, suerte.

-Por supuesto –sonrió sin ganas y nuevamente sacó algo de su bolsillo –Este es un número que puede contactar con facilidad y lo encontraré donde sea, puede que llegue un poco tarde pero no tanto como para que lo… -alzó la mirada y vio el abultado cuerpo, no parecía el cuello por lo que le costó decir otra palabra –Olvídelo, seré el regalo sorpresa, me tengo que retirar, con permiso.

-Que lo acompañe Dios, señorita, siga su camino –le deseo el hombre y ella le agradeció con una sonrisa.

Se acercó a la puerta y retiró su gabardina para después pasar por un pasadizo de cristales y bajar las escaleras, encontrándose con un antro abarrotado de personas viendo el espectáculo principal, las mujeres modelaban con la mínima lencería, cruzó el antro sin mirar a nadie hasta que alguien le tocó el hombro.

Se volteó para observar a uno de los secuaces devolviéndole su cuchillo y ella lo agarró para después guardarlo dentro la gabardina, finalmente retirándose del lugar.

Escucharon un disparo y ambos al mismo tiempo levantaron la cabeza.

-Creo que ya empezó –dijo Rodrigo y colocó su arma sobre la mesita.

-Supongo que no nos esperaran para la siguiente ronda –afirmó Axel.

-Que personas tan enfermas –se pegó a la pared y Axel levantó ceja -¿Qué? ¿Te ofendí?

-No es eso –se rio –Me parece gracioso de quien lo dice.

-Sería mucho más gracioso si tú lo dijeras –le reclamó y su hermano se vaciló –Bueno, en estos momentos mamá diría “nada de armas en la mesa, a la mesa se le respeta”…

-Es un milagro que no haya muerto hasta el momento –comentó serio mientras daba su última revisada a su arma –Decía que no podía vivir sin papá y él ya murió, y ella no le siguió a la tumba, que mal –colocó su arma sobre la mesita y ambos bebieron su café –Al menos preparan un buen café.

-Mamá goza de buena salud, es bueno que preguntes por ella –dijo sarcástico –Aunque nuestra hermana no la aguanta y si la abandona en un asilo, nosotros tendremos serios problemas.

-Joshua que es más salvaje que nosotros ¿Por qué no la hace dormir? –se quejó y Rodrigo le reclamó con la mirada –Perdón, pero Laura ya debe dormir.




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