De La Maldición

CAPÍTULO 18

Revisaba cada documento y miraba el mapa que se encontraba detrás de ella, la silla giratoria le facilitaba el trabajo pero no se escapaba del mareo que le provocaba.

-¡Carajo! Me duele la cabeza –dijo Alison y se agarró la cabeza –Las malditas ratas se han escondidos, con sus hijitos de mierda ¿Estás seguro que no puedes entrar a esa planilla? –preguntó con cierta presión.

-Disculpa señorita, pero solo los que tienen un poco más de rango que yo son aceptados porque les ofrecen que van a conservar su puesto y un aumento para que mantengan cerrada la boca.

-No te van a considerar entonces…

-Mi cargo se reduce a algo pequeño, que los ciudadanos no se pasen de velocidad o si se estacionan mal, mirar los parques que los niños no anden en malos pasos.

-Que emocionante es su vida.

-No es por presumir, pero antes yo estaba a cargo de la mitad de la ciudad -ella le miró con una ceja levantada y él soltó una risita -A los que les parecía un obstáculo, le hicieron la vida imposible, otros se fueron, otros se quedaron para soportar las consecuencias y otros protestaron, en mi caso, me quedé y ya sabe el resto de la historia.

-No puede ser, esas malditas familias tienen controlada la ciudad...

-No se imagina –comentó aburrido –Desde que esas familias decidieron mudarse a esta ciudad, todo cambió, los más poderosos eran la familia de tu padre y eran buenos tiempos, la verdad… -Alison le miró extrañada –A pesar que el mayor del tiempo era injusto, mantenía a flote en todos los sentidos a esta ciudad….

-¿Mi abuelo? –preguntó y en ese momento alguien tocó la puerta –No puede ser verdad…

-En si, era un sádico, un enfermo pero no éramos tan abandonados como los nuevos “alcaldes” que están a cargo… -este se levantó y se dirigió hacia la puerta.

-Pero él…

Richard le pidió guardar silencio y con gesto pidió que cubriera el escritorio y el mapa, rápidamente ella lo cubrió y corrió hacia la puerta con arma en mano.

-Buenas tardes ¿Qué se le ofrece? –preguntó amablemente y frente a él se encontraba una mujer voluptuosa.

-Disculpe caballero, me llamo Carmen –extendió su mano –Mmmm disculpe por interrumpir, es que justo aquí es la ubicación que me enviaron…

-Tal vez se equivocó, le ayudaré si desea…

Alison fruncía el ceño al no recordar el nombre ni la voz, hasta que le brillaron los ojos y guardó el arma, rápidamente agarró la puerta y salió.

-¡Carmen! –exclamó y ambos se voltearon –Entren –pidió en un murmuro y nuevamente regresaron –Disculpa, me había olvidado.

-Buenas tardes señorita, con permiso –saludó Carmen y le sonrió.

-Disculpa Richard, me olvidé de comentarte…

-No se preocupe, siéntese por favor –ofreció Richard y se adentró a la cocina.

-Tengo la cabeza perdida, en serio Carmen –comentó cansada y se sentó al frente a ella –Dime cómo estás

-Muy bien señorita, gracias a usted…

-Me alegro mucho –le devolvió la sonrisa y entonces Richard apareció con dos vasos de agua, uno le entregó a Alison y otro a Carmen –Gracias y entonces, póngame al corriente que en estos momentos no puedo ni pensar…

-Tenemos que actuar, a pesar que se han escondido, tenemos que atrapar a alguien que sepa todos sus escondites –dijo Richard –Uno de las familias está decidiendo no solo salir de la ciudad sino del país, llevándose con ellos con cierta cantidad de paquete de dinero y drogas o algo así pude llegar a investigar.

-Muy bien… -asintió.

-La señorita Alicia está mejorando…

-¿Quién? –preguntó extrañado

-Cuéntale -dijo sin ganas

-Esta señorita estaba a punto de dejarnos al descubierto, el otro día casi matan a la señorita Alison por culpa de Alicia que fue a contar todo al señor Lorenzo de la Torre, este mismo mandó a cuatro sujetos a matar a Alison pero resultó ser una pelea bastante reñida…

-Ah claro, si, si, si –asintió –Yo fui quien le envió el mensaje… tarde.

-Eso no importa, pude haber escapado pero no pude dejar a Alicia ahí con esos perros, aunque fue inevitable, eran cuatro contra uno y últimamente me siento muy débil, estuve haciendo papeleos y enfrentándome a otros… -suspiró y nuevamente masajeó su cabeza –Su estado…

-Ah si –la mujer tragó saliva y vio a Richard de reojo –Sus partes íntima están… muy mal, por las noches no puede dormir y tiene una fiebre muy elevado y otras veces se pone muy fría, mareos y vómitos.

-Dime que no está embarazada… -dijo con cierto repudio.

-No señorita, su cuerpo está muy mal herido, apenas puede levantarse…

Richard al escuchar esto se levantó y se persigno, suspiró hondo y se retiró a la cocina.

-Muy mal –murmuró con cierta tristeza y movió su cabeza –No hables nada de nada con ella, procura que se recupere pronto e igual la necesitaré, no puedo recurrir mucho con el hacker ese, el dinero se está yendo de mis manos y otros proyectos más que quiero que se conserven…




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