Alison entró a la casa y suspiró hondo, bajó su mano hacia su pierna y apenas la rozó para que suelte un quejido de dolor.
-Carajo, lo estoy esforzando mucho… -respiró profundo y cambió sus gestos de dolor.
Se adentró a la sala y vio a Cristina observando la televisión junto a Maricielo
-¡Alison! –gritó de emoción al verla y corrió hacia ella para abrazarle –Que bueno que estés aquí.
-Sí –le sonrió –Necesito descansar un poco –borró su sonrisa y se acercó al mueble a descansar.
-¿Te hicieron algo malo? –preguntó preocupada la chica y Maricielo se acercó.
-No, no, nada, fueron días pesados y ya…
-¿Recién te das cuenta que son días pesados? Que será de nosotras…
-Tía –le reclamó Alison –Basta, no me regañes –se cruzó de brazos.
-¿Y qué es eso? –preguntó Cristina estando parada -¿Ese folder? –sonrió.
-Ah esto –dijo aburrida y miró a Maricielo para guiñarle el ojo, ella le devolvió una mirada cómplice –Léelo, es un regalo para ti.
-¡¿Para mí?! –exclamó sorprendida y miró a Maricielo –Maricielo ¿Escuchaste esto? ¡Es para mí! –exclamó alegre y agarró el folder –Veamos que es…
Al sacar del folder unos papeles y al caer dos boletos de avión, la chica se extrañó, se arrodilló en recogerle y una vez parada empezó a leer
-¿Qué es? –preguntó curiosa Maricielo.
-Ya lo verás o le escucharás –rio.
-Oh dios –murmuró Cristina y unos segundos empezó a saltar de alegría -¡Dios mío! ¡Es una universidad! ¡Voy a ir a la universidad! ¡Mis sueños, mis metas, mi vida!
Ambas chicas le aplaudieron y Cristina se lanzó sobre Alison para agradecerlo con un abrazo.
-¡Gracias, gracias, gracias! –repitió y nuevamente se levantó –No puedo creerlo… -se rio –Espera ¿No te quieres deshacer de mí, no? –ella negó –Espero que no sea así ¿Pero cómo? ¿Por qué? No di ni un examen…
-Te lo mereces y estoy segura que no necesitas dar un examen, de nada.
-Alison –se sentó a su lado y le agarró la mano –Es lo más lindo que me pudieron hacer en mi vida, en serio, muchas gracias –lloró de alegría y esta vez Alison le abrazó –Gracias, muchas gracias…
-¿Y por qué dos boletos? –preguntó Maricielo y las chicas se alejaron.
-Porque ambas se lo merecen –respondió y Maricielo levantó una ceja -¿Qué?
-Eso hacía tu padre cuando la situación se empeoraba.
-Claro que no, no me parezco a mi padre…
-De hecho sí –afirmó Maricielo y se acercó a Cristina –Felicitaciones princesa, te quiero dar un abrazo –entonces ambas se abrazaron –Sé que lo harás.
-Gracias, a ambas les considero una familia…
Las tres mujeres rieron y ese fugaz momento fue interrumpido al tocar la puerta junto con el sonido del timbre.
-¿Esperas a alguien tía? –preguntó con una sonrisa.
-No –se extrañó y miraron a Cristina.
-Yo perdí contacto con todos, mi padre me abandonó y-y no creo que me hayan seguido esa gente…
Alison frunció el ceño y se levantó.
-Entonces escóndanse…
La puerta se abrió de golpe y un grupo de hombres entraron muy bien vestidos, se colocaron a la entrada de la sala y entre ellos salió un hombre de estatura baja, con diferente color de traje, de tez morena, tenía el cabello recogido y accesorios muy peculiares.
-¿Quiénes son? –preguntó Alison, colocándose frente de las mujeres -¿Qué hacen en esta casa?
-Disculpe la interrupción y mi mal presentación –dijo y acomodó su sacó, al mismo tiempo le entregaban un bastón y les sonrió –Todos me llaman Jhosep pero mi nombre real es Juan José Rodriguez Salazar, por supuesto, no soy de este país ni continente –siguió sonriendo –Es un honor estar frente a mujeres tan enigmáticas y poderosas –dio unos pasos frente a Maricielo y abrió sus manos –Frente a la diseñadora más popular, su belleza en increíble incluyendo sus líneas de ropa, fascinante sus pasarelas y uno de mis conocidos los ha conseguido por cierto –le murmuró con una sonrisa juguetona seguida de una risa nerviosa de Maricielo.
-Gracias…
-Pero me da pena que los problemas familiares no estén triunfando como su vida profesional, ese hombre suyo es un hijo de puta y sus hijos unos desgraciados, disculpen mis crueles palabras –llevó su mano hacia su pecho y dio a relucir un anillo –Pero esa es la pura verdad –asintió y Alison miró a su tía.
-Tía… -le reclamó y Maricielo dio un salto de susto –No me dijiste.
-Yo-yo…
-Y la señorita Cristina Richardson, estoy seguro que a estas alturas sería una excelente bailarina o coreógrafa, quien sabe, mientras que su padre, un buen contador por cierto, pero demasiado cobarde e… inhumano –suspiró y la chica rápidamente se escondió detrás de Maricielo –Intercambió a su hija para cerrar una deuda, aunque la está buscando…
-No creo que sea verdad –interrumpió apresurada y nuevamente se encogió –Eso… no es verdad.