Al llegar a casa, después de dos semanas internada en el hospital, había decidido ocuparse totalmente dedicarse a su hogar y organizarlo, una vez dentro se derrumbó apoyandose en la puerta.
-No puede ser que ya estoy aquí… -sonrió y bajó cabeza, al segundo lo borró porque había escuchado ruidos provenientes del segundo piso y se levantó –Que demonios –dejó las bolsas de compras junto sus medicamentos que traía y la colocó en una mesita, se dirigió a las escaleras y recordó sus sueños, la serpiente en su cama, la casa quemándose y un cuchillo.
Recordó el cuchillo y al terminar de subir se acercó a un cuadro de pintura, detrás de esto se encontraba un cuchillo y lo sacó sin hacer ruido, se pegó a cada puerta, primero de Alison y luego la tercera puerta que era de ellos, se pegó más cuando detecto que provenía de su habitación y al darse cuenta que no solo era un simple ruido, eran dos voces acompañado de gemidos.
-Axel…
Escuchó el nombre su esposo y Roxana cerró los ojos y derramó unas cuantas lágrimas y entonces entró. Al escuchar el ruido de la puerta abrirse de manera brusca, Miriam y Axel se separaron y se sentaron en la cama para observar a una Roxana furiosa con los ojos rojos.
-Malditos sean cada uno de ustedes –soltó con furia y con voz fuerte -¡Malditos! ¡Salgan de MI CASA YAAAA! –gritó y Axel salió de la cama para vestirse -¡Y tú que esperas! –gritó mirando a Miriam que se encontraba con una sonrisa ladeado aunque con cierta sorpresa -¡Fuera de mi cama, ahora!
-No –negó con cierta burla y vaciló –No quiero, porque no eres nadie para que me mandes –dijo con simpleza haciendo que Roxana hierva su sangre de enojo –Ay Roxana, mírate, estás roja, ni que fuera la primera vez…
-¡Axel sácale de aquí! –llevó sus manos hacia sus oídos -¡Llévatela! –gritó desesperada.
-Ya Miriam, vámonos… -pidió Axel y miró a Roxana segundos, se acercó lentamente y ella lo notó.
-No me toques o disparo a esa perra –se alteró y quiso tirarse encima de Miriam, y ella al ver su reacción, de un salto salió de la cama y empezó a vestirse -¡Lárguense! ¡De una maldita vez! –empujó a Axel y se acercó al armario, sacó una maleta y empezó a botar las camisas y los zapatos de Axel –Lleva tus malditas cosas, maldito infeliz, todo estos años los perdiste, lo arruinaste ¡A la basura! Si quisiera pensaste en tus hijos, en tu familia o en mí, siempre con esa perra ¿Cuándo te darás por vencido que esa perra solo te usa? Yo te he perdonado cada infidelidad con esta perra, me he sacrificado por ti, he hecho todas las cosas por ti y he dado mi vida por ti…
-¡Yo no quise una familia, Roxana! No quería tener hijos, quería estar solo, ni siquiera hemos tenido una buena relación, mírate, tienes ataques, gritas y-y asistes a terapias, yo no quiero tener una esposa loca como tú.
-¿Loca? Sí, ahora estoy loca y lamento que te haya obligado ¡A tener una familia! ¡Ahora lárgate! No los quiero ver –dijo mientras les apuntaba con el cuchillo.
-Te pediré el divorcio, en serio fue una pérdida de tiempo, creí en ti pero me equivoqué, estás loca Roxana –suspiró profundo y desvió la mirada –No compartimos las mismas ideas y no lo siento, no me importa, no me interesa, encárgate de esos chicos y no se metan en mi camino.
-Eres un idiota –comentó con odio.
-Vámonos –declaró Axel y agarró la mano de Miriam.
Ambos salieron de la habitación y Roxana los siguió hasta la entrada, cerró con fuerza la puerta y subió corriendo hacia su habitación, donde empezó a gritar a todo pulmón, alcanzando escuchar Axel y Miriam desde afuera mientras ellos se retiraban en su auto. Roxana se encerró en su habitación y empezó a llorar, a gritar y romper las cosas que le rodeaba, hasta que se cansó y se sentó detrás de la puerta.
…
Se encontraba sentada encima de su auto mientras observaba impacientemente al grupo que se encontraba en enfrente de ella junto con su jefe, que al parecer discutían de algo importante hasta que se escuchó una notificación de parte de algún celular. Lo prendió y se levantó al ser confirmada su salida.
-Hace una hora ya llegaron a la carretera, vámonos –avisó Alison y los hombres empezaron a dispersarse –Iré a parte, no se preocupe.
-De acuerdo ¿Segura que lo va intervenir? –preguntó Joseph que se encaminaba hacia su auto –No quiero sorpresas.
-Yo seré su sorpresa si no se llega arrastrarse esa serpiente, la tendrás en su zoológico –prometió y se subió al auto –Nos vemos.
Encendió su auto y se dirigió a otro camino distinto.
Mientras que Axel y Miriam se encontraban en la carretera, con aparente tranquilidad.
-¡Por fin! ¡Libres! –exclamó con emoción Miriam –Hay que comprar una nueva casa, sé que te gustan las mascotas y en cuanto lleguemos te compraré un perrito adorable, luego iremos a la playa o no sé, qué propones tú, podría ser una noche con mucho vino… -ambos rieron.
-Puede ser –sonrió.
-Sí, es poquito, lo haremos a lo grande –aplaudió –Yo gané, siempre lo supe Axel, sé que aún sentías un poquito por mí –sonrió –Te amo –le agarró de la mano y él hizo cruzar sus dedos –Haremos una nueva vida, es lo que merecemos, que pena que hayas autodestruido tu empresa, no había necesidad de hacer tal cosa, ya lo habíamos hablado, yo sí te hubiera apoyado…