De la mentira al amor

Capítulo 4: No me vendo

Emma

Miro mi imagen en el espejo y lo que veo no me agrada nada, estoy engordando, una razón para no tener este bebé, pero llevo toda una semana pensando y me aterra la idea de abortar, a eso súmale una metiche que no deja de decir cosas buenas sobre tener hijos, ¿buenas para quien? Para mí no, eso es obvio.

—¿Qué tanto te ves? Vas a manchar mi espejo —comenta mientras sirve la mesa

—Y yo aún no entiendo por qué tienes un espejo en el comedor —la miro y ella ríe —estoy gorda Julieta

—Sí, cantidad —resopla —Emma estás igual a como estabas hace una semana

—No, ya se nota por dios —mi amiga ríe y vuelvo a mirar el espejo —si se parece a Armand lo regalaré

—Por Dios —ella rueda los ojos y admito que amo molestarla

—¿Qué? ¿Crees que aguantaré una vida entera mirando la copia del maldito de Armand? —la miro

—si sale a Armand —ella sonríe —deberías estar feliz —la miro como si le hubiese salido otra cabeza —¿qué? Es guapo —se encoge de hombros —tiene esos ojos grises muy bellos, ese cabello negro que brilla y esa sonrisa moja bragas no se olvida Emma —ríe, pero esta vez su risa me causa malestar

—¿te gusta acaso? —me cruzo de brazos

—¿eso son celos? —ella alza una ceja

—¿celos? —río —me da igual Armand y su vida, sí, es guapo, tiene buen cuerpo, una cara bonita y sí, tiene una sonrisa encantadora, unas manos grandes que saben tocar y joder, no me líes Julieta —lloriqueo —ya estoy pensando en él, pero es que en el sexo es 

—no quiero saber.

—es el mejor —continúo, ella comenzó —sabe dar orgasmos y sabe cómo hacer sentir bien a una mujer, él no mira a uno, él venera a uno, él no toca, simplemente marca tu piel con su tacto y no besa, con solo sus labios te hace el amor y eso es

—cállate —lanza un cojín a mi rostro y ambas reímos

—En fin, es bueno en la cama, solo ahí —especifico mirando como ella acomoda todo en la mesa

—¿solo ahí? —su mirada vuelve a mí —¿estás segura? Dime Emma, ¿alguna vez te detuviste a conocerlo? ¿Alguna vez quisiste pasar tiempo con él fuera de la cama y conocer a esa persona que era? —pienso dos segundos sus preguntas

—no —mi sonrisa se borra —soy horrible ¿cierto? 

—bueno, al menos ya lo sabes y no lo niegas —ella ríe —ahora dejémonos de tonterías y ayúdame a preparar la mesa, llevas una semana aquí y lo único que sabes hacer es criticar

—Yo le llamo dar consejos —niega —estoy embarazada —me siento

—Embarazada, no enferma, así que ayúdame si quieres comer —bufo y me levanto de mi silla.

—Estaba pensando —murmuro mientras veo a mi amiga preparándose para irse al trabajo

—¿Y piensas? Waw —yo ruedo los ojos pero no caeré en su juego

—Como decía, estaba pensando en ir al club y buscar trabajo —ella me mira

—No es el mejor lugar para una embarazada

—Y ya estoy lista —la ignoro —así que vamos, dicen que uno nunca olvida lo que aprende y era muy buena sirviendo bebidas como tú —mi amiga alza una ceja —vale, mejor que tú —ella respira hondo y yo río agradecida de estar aquí a su lado.

Camino por el club ignorando a todos y voy directo hacia el despacho del jefe, tomo aire antes de tocar la puerta y la voz profunda del otro lado me pide entrar.

—Los rumores son ciertos —menciona al verme —Emma en mi club

—Hola Fred —me siento frente a él —iré al grano, quiero volver a trabajar aquí

—¿Y crees que luego de decirle cochino a mi club e irte sin mirar atrás te quiero de vuelta? —respiro hondo mirando sus ojos

—Cometí un error —me rebajo ante él —necesito volver, sabes que muchos de tus clientes venían porque yo estaba aquí y más vendrán ahora, he sido portada de la mejor revista de este país —él sonríe

—Me encantaría tenerte por acá Emma —yo sonrío viendo como él se levanta y viene hacia mí —haces muy bien tu trabajo —escucho que dice a mi espalda y luego siento sus manos en mis hombros —y no solo hablo de servir mesas —susurra en mi oído recordando uno de mis errores del pasado, irme a la cama con él fue lo peor que he hecho en mi vida.

—Fred —me pongo de pie —habla claro

—Aceptas estar conmigo y te doy trabajo —él toma un mechón de mi cabello y siento asco

—Estoy recordando el día en que me ofreciste algo parecido y me dijiste que ganaría mucho dinero, ¿lo recuerdas? —me acerco un poco a él —querías que me fuera a la cama con uno de tus clientes 

—Lo recuerdo

—Entonces también recuerdas lo que respondí —Fred se aleja unos pasos —no me vendo por dinero

—No seas cínica —él ríe —te casaste con el rico estúpido por dinero —y en eso tiene razón, pero no es lo mismo.

—Ya, pero no era un sacrificio irse a la cama con Armand, es más —sonrío —lo disfrutaba

—Entonces vete, no hay lugar aquí para ti Emma Mils —asiento y con la cabeza en alto salgo de ahí, sin mirar a nadie camino entre las personas hasta que escucho mi nombre y me detengo en seco, al voltear Armand está ahí, a unos metros de mí.

—Emma —me hace señas mientras camina hacia mí —debemos hablar Emma —agrega, yo echo a andar rápido hacia la salida agradeciendo que hay bastantes personas y salgo del lugar, rápido busco un taxi y subo a este con el corazón a mil, ¿y ahora qué quiere?

Luego de horas pensando aún no olvido a Armand, ¿por qué estaba ahí? Seguro estaba disfrutando su dinero ya con mujeres, pero ¿por qué me llamó? ¿Y si sospecha de mi embarazo?, eso es imposible, aunque quizás debería decirle, es su hijo después de todo.

—vas a ser papá —digo mirándome al espejo, imaginando que es Armand — estoy embarazada —bufo, no, así no —tendremos un bebé, o dos o tres —maldigo en voz alta y me siento en la cama, no funciona —no puedo, no puedo hacerlo —lloriqueo con pesar

—¿y entonces qué? —mi amiga se cruza de brazos —¿no le dirás nunca que tendrán un hijo juntos? —sonrío mirándola

—magnífica idea amiga —me levanto de la cama riendo




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