De la mentira al amor

Capítulo 8: Solo por dinero

Emma

Entro a la casa dando un portazo, al no ver a la traidora por ninguna parte de la sala camino hacia la cocina y ahí la encuentro, muy feliz bebiendo vino, compró sabiendo que no puedo beber y me dará envidia verla, me mira sonriendo cuando yo solo estoy al explotar, pero con toda la tranquilidad del mundo aparto una silla y me siento, debo calmarme por los bebés, el doctor dijo que nada de estrés, estas semanas de embarazo son algo difíciles y no puedo alterarme por nada, Julieta bebe un trago y me mira, ya ni sé cuantas maldiciones he echado cuando venía de camino y ella aquí muy tranquila gozando de la soledad.

—Eres... 

—Una amiga —dice cortando mis palabras —que se preocupa por ti y quiere que estés bien, dime, ¿le dijiste a Armand que será padre?

—Maldita —mascullo y ella ríe

—¿le dijiste verdad? —me presta atención

—No Julieta, no lo hice ni lo haré —bufa

—Emma no entiendes que Armand puede ayudar, tiene el dinero que tú no, te ahorrarías trabajo por dios, te ayudaría con los gemelos.

—O quizás no quiere hijos y quiera que los aborte

—No creo que Armand haga eso —soy yo quien bufa ahora

—O quizás los quiera en su vida, pero no a mí —paso una mano por mi rostro

—Bueno, es mejor tener padres separados a no tener papá, esos bebés necesitan un padre, te preguntarán por él cuando crezcan, ¿qué les dirás? 

—Pues que murió, ¿qué más? —rio viendo como vira los ojos —¿sabes lo que quería hoy el infeliz? —cambio de tema rápido porque sus preguntas también me las hago yo, pero ya tendré tiempo para pensar en todas las respuestas que les daré a mis hijos cuando pregunten por su padre.

—¿Qué? —pregunta rápido muerta de curiosidad

—Quería que fingiera durante tres meses ser su esposa en la hacienda de sus abuelos para ganar la herencia y no creas que es una hacienda con caballos de lujo, es una granja con todo tipo de bichos —río sin gracia alguna —por dios, solo me buscó por dinero Julieta

—¿Y? —ella alza una ceja confundida —Emma, ambos se casaron en un principio por dinero

—Ya, ¿pero por qué no puede ser como todos los hombres y caer rendido por mis encantos? En estos meses no se enamoró de mí, me era infiel, solo me quería para ganar la herencia —mi amiga me mira atónita

—Emma estabas con él por dinero y

—Lo sé, pero jode, ¿sí? En todos estos meses no logré que se enamorara de mí

—Por dios tienes el ego por los cielos —Julieta ríe mirándome —¿No pensaste que quizás Armand te iba a ofrecer dinero por ayudarlo? 

—Lo hizo, pero prefiero morir pobre a estar con él —me cruzo de brazos bajo su atenta mirada, ni siquiera sé por qué me mira como lo hace, me examina con sus ojos como si fuera un experimento.

—Tienes un enorme problema —murmura de pronto y miro sus ojos

—¿Cuál? ¿Qué moriré pobre? —ella niega con lentitud y sonríe un poco

—Que estás enamorada —hago una arcada ante sus palabras

—Dices estupideces, ¿cuántas copas ya has tomado? —me pongo de pie —solo me molesta que él sea inmune a mis encantos, solo eso —salgo de la cocina negando con la cabeza por su ridiculez y voy hacia mi habitación, al llegar ahí me siento en la cama y tomo mi teléfono, unas fotos que veo llaman mi atención y entonces todo se detiene a mi alrededor, Armand en el club con una chica sentada sobre él, en algunas está está besando su cuello mientras acaricia su pecho y las manos de él están en su cintura, en otras se les ve entrando a su casa, esa en donde viví todos estos meses, esa foto me produce asco y rápido debo correr al baño a vomitar sintiéndome algo mareada, perfecto, los malestares ya comenzaron, no sé por qué muchos le llaman bendición a esto.

Los días pasan rápido y ya noto que mi vientre ha aumentado algo, ¿lo notarán también los demás? Espero que no. Miro la hora y sonrío, comienzo entonces a preparar la mesa, ya que Julieta debe de estar al llegar luego de todo un día en el trabajo, debe de estar cansada por lo que decidí ayudarla haciendo la cena, definitivamente no me quedó como a ella por falta de experiencia, pero tampoco sale la comida corriendo del plato, en fin, no está mala y sé que con un par de veces más lo haré perfecto como todo lo que hago. Camino hacia la sala y sonrío al ver las cosas que he comprado para mis bebés, no es mucho, pero ya es algo aunque tampoco puedo comprar muchas cosas sin saber aun su sexo, cuando el timbre de la puerta suena rápido voy hacia ella y sonriendo abro la puerta, la sonrisa se me borra al ver que no es ella.

—No pensé que te molestara tanto verme —expresa Rubén bajando el ramo de rosas que traía 

—Y no me molesta —sonrío un poco —pensé que eras mi amiga, ¿cómo estás?

—Fantástico aunque no como tú —me mira de arriba a abajo —estás bellísima, radiante te hace ver la soltería —él se acerca más a mí y deja un beso en mi mejilla —para ti —dice extendiendo las rosas

—Gracias Rubén —sonrío haciéndome a un lado para que entre —dime por favor que Armand no te envió, anda pesado con eso de la herencia —él ríe y me mira, la verdad es que tuve que bloquear a este y más de una vez ha llamado a la puerta aunque es claro que no le he abierto esta.

—Solo vine a ver cómo estabas Emma, no solo soy amigo de Armand —asiento oliendo las rosas —además, si Armand no gana la herencia es su culpa, te fue infiel —yo me tenso un poco y suspiro, él toma una de mis manos —fue un idiota por perder a una mujer como tú, una que cualquiera querría a su lado —sus ojos miran los míos con intensidad y aparto la mano disimuladamente, le sonrío un poco.

—No hablemos más del pasado —él asiente y sigo su mirada cuando cambia esta, me congelo en mi sitio al ver como camina hacia la ropa de bebé que hay en el sofá, Rubén toma una de las prendas en su mano y luego me mira, enarca una ceja con incredulidad.

—¿Estás embarazada Emma? —la pregunta sale sin rodeos de sus labios y aunque es mi amigo, sé que también lo es de Armand, le dirá a este y todos mis planes se echarán a perder en segundos.




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