Me desperté por los gritos de Beltrán.
- ¡Lyonel, despierta! -
- ¿Qué pasa? -
- ¡Eira ha desaparecido! -
Al escuchar eso sentí un pinchazo en la barriga, cogí la armadura y me vestí rápido, salí fuera de la choza a gritar el nombre de Eira, fui a su choza y la registré de arriba a bajo, no estaba; fui al lago, pero no estaba; recorrí el bosque buscándola hasta que la encontré enfrente de un árbol enorme.
- ¡Eira! - me acerqué a ella - ¿Qué haces aquí? ¿Por qué te moviste sin avisar? -
- Porque quería estar sola visitando la tumba de mis padres - se notaba que había estado llorando
- Pero aquí no hay una tumba -
- Este árbol es la lápida de ellos, en mi tribu cuando muere alguien plantamos un árbol encima del cuerpo -
No sabía muy bien que hacer, a si que, la cogí en brazos y la llevé junto la tribu, al llegar uno de la tribu avisó a Elisabeth.
- Gracias a la diosa de la naturaleza estas bien - le acariciaba la cara a Eira - No me volvas a dar estos sustos -
Después del susto Eira se fue a su choza, no salió de allí durante toda la tarde, me preocupé al no verla alrededor de nosotros ya que todos estos días llevaba junto a nosotros, decidí entrar.
- ¿Puedo? -
- Pasa - dijo decaída
- ¿No te apetece salir un rato al lago? -
- No tengo ganas -
Tenía las ventanas de la choza tapadas, estaba a oscuras y tendida en su cama, me senté a los píes de su cama y antes de yo decir nada habló ella.
- Deberíais de buscar a la reina de vuestro pueblo y no estar cuidando de mi -
- Aún nos falta información para poder encontrarla - al terminar de decir esa frase se me ocurrió una idea - ¿Qué te parece si vemos las estrellas? - recuerdo que uno de estos días que estuvo con nosotros dijo que le gustaba observar las estrellas
Me miró - Bueno -
Se levantó de la cama, le abrí paso para salir de la choza, fuimos al lado del lago, nos tendimos y estuvimos viendo y hablando de las estrellas.
- Siempre vi las estrellas sola - suspiró - casi todo lo hice yo sola -
La miré - ¿Y tu tía? -
Seguía viendo las estrellas - Siempre está ocupada con algo secreto - se sentó - Estoy sola - vi como iba a empezar a llorar.
En estos casos nunca sé que hacer pero en ese momento tuve el impulso de abrazarla, así lo hice, ella me abrazó fuerte y lloraba, estuvimos así un buen rato - No estás sola, estoy yo - me salió solo
Se alejó un poco y me miró a los ojos - ¿En serio? Pensé que era insoportable para ti -
- Lo eras, pero me di cuanta estos días que no lo eras tanto, lo que te hace falta es que alguien esté contigo y se preocupe más de ti - aparté la mirada de sus ojos porque notaba que me estaba poniendo nervioso
Me volvió abrazar - Gracias por darte cuenta -
Pasaron cinco días de lo ocurrido, por lo que nos contó Elisabeth es cambio de estación, Eira vino a nuestra choza.
- Como ya sabéis hoy celebramos que hoy entra el otoño, a si que, os pido si podéis ir a lo natural, si queréis podéis traer el arma - dijo sonriendo
Beltrán y yo nos miramos - ¿Y si atacan? - pregunté
- Me encargué de eso, hice muros con las raíces de los árboles -
- Bueno, está bien -
Todo lo que montaron era muy bonito, la gente iba vestida para la celebración, la decoración era muy bonita y de costumbre, natural, Eira venía hacia nosotros, iba muy hermosa con el vestido, la corona de flores y su pelo castaño oscuro suelto.
- Vais bien, chicos - dijo Eira
- Tú también vas bien - le cogí la mano, y mientras hacía una reverencia le besé la mano
Se notó que se sorprendió, hizo un pequeña reverencia de agradecimiento - Vamos al centro - nos extendió las manos a Beltrán y a mi
Beltrán me miró mientras le cogía la mano a Eira, pero yo seguía mirando a Eira mientras le cogía la mano, nos llevó al centro de la celebración, nos enseñó toda la comida y bebida que había.
- También hay hidromiel - cogió una jarra y me la dio - Y cerveza para Beltrán -
Estuvimos los tres hablando, riéndonos y disfrutando de esta maravillosa celebración, algunos de la tribu empezaron a tocar los instrumentos, Eira se levantó y me extendió la mano.
- ¿Queres bailar? - me dijo con una espléndida sonrisa
Miré a Beltrán y él me animó a aceptar, le cogí la mano y me arrastró al lugar de baile, puse mi mano en su cintura y ella puso su mano en mi hombro, nuestras otras manos estaban entrelazadas y nos movimos al ritmo de la música; la gente nos miraba pero no dejaban de bailar, cuando la música iba más fuerte bailábamos más rápido y el viento nos acompañaba, Eira me miraba a los ojos y con una sonrisa me dijo:
- Bailas bien, pensé que bailabas peor -
Me reí - Gracias -
Le di una vuelta y la pegué más a mi, la gente se alejaba para dejar pasar las hojas secas que traía el viento, de repente nos rodeaban la hojas, miré a Eira y supe que fue ella quien lo hizo, esta vez pude aguantar la mirada en sus ojos y le sonreí. Al final del baile nos alejamos e hicimos una reverencia. Al terminar la celebración la tribu y nosotros alabamos a Eira, le hicimos una reverencia todos y ella nos sonreía.