De la realeza

¿Yo?

Al despertarme fui directamente al cuarto de Lyonel, al entrar lo vi entrenando, estuve hasta tarde estudiando del pequeño libro, había cosas muy interesantes y a la vez veía cosas que me asustaban.

- Lyonel -

Cuando se giró ha mirarme estaba en sudor y rojo.

- Quería comentarte una cosa -

Esta vez me senté yo en la silla de la sala secreta y empecé ha explicarle lo que aprendí:

- Descubrí muchas cosas que puedo hacer, hechizos y movimientos con mi cuerpo, también leí que tengo dos formas más, pero obviamente es muy difícil de conseguir hacerlo - busqué las páginas y le enseñé los párrafos - Esta es la descripción de mis formas y de como poder conseguir que salgan, lo único que me echa para atrás es que las primeras veces duele, pero son más fuertes que mi cuerpo normal -

- Habrá que hacerlo igualmente, no todo lo que te gusta siempre va a ser bonito, siempre habrá algo que no te guste y lo tendrás que aguantar - su voz era en un tono tranquila pero su mirada demostraba furia

- Sé que no siempre es bonito o bueno, pero estaría bien que no fuera varias desgracias seguidas - en mi tono de voz se notaba la molestia

- Tú que sabrás de desgracias si aún eres joven para eso - susurró

Al escuchar esas palabras me enfurecí, y aún más me entristecí - No siempre las desgracias les pasa a los adultos - me levanté y me dirigí al jardín

 

Como me esperaba no vino ha hablar, me quedé hasta el anochecer en el jardín practicando algunos hechizos, al entrar al castillo crucé miradas con Lyonel pero ninguna palabra salía de nuestras bocas, al pasar por esa situación me entristecí más y decidí irme al bosque en luna llena, me senté al lado del lago como de costumbre y aprecié lo bonita que estaba la luna, sin yo quererlo empezaron ha venirme recuerdos de situaciones parecidas que nos pasaron, esta situación no era la única. Cada vez se propagaban las voces de mi cabeza hasta el punto de llorar y de faltarme la respiración, mis ganas de hablar con Lyonel aumentaron, noté la brisa muy suave y unas hojas secas rondando a mi alrededor, me fijé en ellas y parecía que quisiesen que les siguiera, me llevaron al árbol donde se encuentran mis padres, ese era mi lugar para despejarme de todo cuando nada me iba bien.

Después de ver que la luna estaba muy arriba, decidí irme a mi cuarto, pasé por la puerta de Lyonel y escuché golpes, no lo pude evitar y pegué en la puerta.

- ¿Puedo pasar? - volví ha dejarme llevar por mis pensamientos

- Si - se le notaba cansado, pero su voz era tranquila

Cerré la puerta y con los ojos aguados comencé ha hablar - Siento haberme ido sin decir nada más, solo que... - traté de no sollozar - lo que dijiste me molestó -

Suspiró, me miró y vino hacia mi - No te tienes que disculpar, la culpa fue mía - me abrazó

Acepté el abrazo - Me gustaría que no solo te reflejaras en la edad -

Dejó de abrazarme - Ya te dije que lo sentía - su tono no me gustó nada

- Bueno, tampoco hacía falta que me lo dijeras con ese tono - dije molesta

- Yo no le veo problema al tono - dijo tranquilo, pero el tono me seguía sin gustar

- Pues a mi si me molesta, parece que no le tomas importancia a lo que siento -

- Claro que le tomo importancia, pero es mi forma de contestar -

No pude evitar que me salieran las lágrimas - Pues deberías de mejorar el tono -

Al verme así me volvió ha abrazar - Lo siento -

No tenía ganas de abrazarle pero a la vez quería hacerlo - Yo también lo siento -

 

Por la mañana fui ha desayunar, todavía me notaba triste a si que me llevé la comida al bosque, después de comer me bañé en el lago, cuando terminé me metí en el agujero que había detrás de la cascada para estar más tranquila, seguí practicando hechizos, tanto nuevos como antiguos, estaba feliz ya que me salían todos a la perfección. Unos pasos me distrajo, miré a través de la cascada y era Elisabeth con Beltrán:

- Desde la última vez que Eira nos descubrió hablando debemos de hablar fuera del castillo. Bueno, aún no encontré nada más sobre el ser, ¿tú encontraste algo en la biblioteca?-

- Aún nada señora, es como si todo sobre el ser desapareciera, hasta el encargado de allí se quedó extrañado -

- Tendrá que haber alguna forma de encontrar algo, no es posible que haya desaparecido todo - se quedó un rato callada - Sé a quien podemos acudir para saber más de este tema - sonrió de una manera espeluznante

 

Cuando vi que los dos se fueron salí del escondite y salí corriendo al castillo, entré al cuarto de Lyonel de golpe.

- Escuché a Elisabeth y a Beltrán hablando -

Me miró asustado - Me has asustado -

- Perdón - sonreí nerviosa - Dijeron que no había rastro de la información que había de mi, pero Elisabeth conoce a alguien y puede que acuda a esa persona, la tendremos que seguir -

 

Después de la conversación me fui a mi cuarto ha practicar una técnica de meditación que venía en el libro, me senté en la cama con las piernas cruzadas y cerré los ojos, me centré en la meditación tanto que aparecí como en una habitación blanca, delante de mi había una persona de espaldas a mi, me acerqué a ella, cuando se giró me tragué mi grito, era yo:

- Por fin decides hablar conmigo, con tu yo -

La miré confundida.

- Al hacer la meditación hablas conmigo para saber quien eres de verdad y cuan poderosa eres -

- Pensé que la meditación era para relajarse -

- También, bueno, ¿por dónde quieres empezar? - me sonrió

- Por las distintas formas que tenemos -

- Has empezado fuerte - su sonrisa se agrandó, cerró los ojos y le empezó a salir alas, cuernos y una areola, tal y como describía el libro - Esta es nuestra primera forma, más fuerte y poderosa que nuestro cuerpo normal, luego está la segunda y última forma que es aún más fuerte -



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En el texto hay: amor, angel y demonio, magia brujas fantasia

Editado: 13.01.2023

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