pH
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La acidez
pH
Las mejores victorias se dan
donde el perdedor se reconoce como tal,
y aún así sigue adelante.
Como dijo alguna vez Pierre de Coubertin, el fundador de
los Juegos Olímpicos modernos, «Lo importante en la vida no es el triunfo, sino la lucha. Lo principal no es haber vencido, sino haber luchado». Esta frase es muy bonita; pero llevarla a cabo, aplicarla en la vida de uno, es un desafío que requiere de voluntad, valor, madurez, esfuerzo y, sobre todo, de algo más complejo aún; para hacer de esta frase algo posible, necesitamos estar muy despiertos y conscientes.
De todos modos, con todo respeto, prefiero cambiar la palabra «lucha» por «crecimiento», porque no creo que la vida sea un combate o algo en lo cual debamos estar peleando, sino un encuentro constante con nosotros mismos hacia nuestro conocimiento y transformación personal.
Regresando al concepto de la frase, desde pequeños nos preparan para ganar. Basta ver jugar a un padre con sus hijos para notar esto. Para entenderlo mejor, observemos al pequeño Tomi.
Tomi es un niño con mucha energía, bastante ocurrente y algo travieso. A sus padres les gusta compartir tiempo con él, pues es tan ingenioso y dinámico que es imposible aburrirse. Cuando los padres de Tomi juegan con el pequeño, ya sea a la pelota, a algún juego didáctico o a videojuegos, siempre le permiten ganar, no importa si Tomi se esfuerza para ganar, si se equivoca o si sus padres pueden ganarle, sea como sea Tomi siempre gana. Él siempre lo logra, pues el padre o la madre le dejan sacar ventaja y por eso siempre gana la partida, y Tomi feliz y animado pide volver a jugar. «¡Bravo Tomi, eres un ganador!», «¡Campeón de los campeones!», «Un número uno». Bien por ti, triunfador.
Luego va creciendo y comparte tiempo con sus amiguitos. Entonces un día llaman de la escuela a los padres de Tomi porque el dulce pequeñín ha golpeado a un compañero en la cara mientras jugaban en el recreo. Los padres sorprendidos no entienden qué sucede.«¿Cómo es posible si nuestro hijo siempre juega en casa con nosotros y es muy amigable? Debe de ser un error», repiten una y otra vez. Al conversar con la directora comprenden que el berrinche se armó cuando Tomi fue el último en llegar a la meta en la carrera de distancia. Y sí, tan simple como eso, el pobre niño (que prontamente será un adulto) cree la extraña idea que él nació ganador, entonces no tolera ni una mínima derrota, no tiene tolerancia al fracaso. Lo que sus padres intentaron hacer por su bien entre las cuatro paredes de su hogar, sobreprotegiendo a Tomi mediante una burbuja de aplausos permanente a su hijo, en el momento de enfrentar el mundo exterior fue altamente nocivo para él. Generaron una idea ilusoria sobre sus habilidades reales, omitiendo sus verdaderas capacidades, haciendo que ignorara la posibilidad que tenía de perder.
Hoy Tomi golpeó a su compañero por un acto reflejo del propio golpe que él recibió por darse cuenta que en aquel recreo él no era un eterno campeón, sino un posible perdedor... y en este solemne acto: Tomi, te damos un saludo de bienvenida al mundo real.
Afortunadamente nadie nace ganador a tiempo completo. Nadie gana todo el tiempo, hay tantas probabilidades de ser ganador full time como de ser inmortal.