De mi a ti solo un paso, se interpone.

Capítulo 17: ¿Panaderos?

La llamada terminó y aquellos 3 estaban entrando juntos al almacén, Fabiola que iba delante vio mi rostro de preocupación de inmediato señalo hacia afuera y Genaro se regresó trotando, Hernán camino delante de Fabiola y desde esa distancia, siendo unos 10 metros desde donde ellos estaban hasta donde yo me encontraba grito fuertemente para que lo escuchara: “¿y bien?” Fabiola me robó la palabra y le respondió: “Creo que lo sabes. Solo míralo” Hernán asintió con la cabeza y salió, supongo para ir donde Genaro.
- ¿Está viva? – Preguntó Fabiola mientras se acercaba a mí.
- Sí, pero no sé por cuanto tiempo, parece ser que el grupo con el que viajaba fue encontrado y ella se ha salvado por poco, pero no sé si esa suerte le durara antes de que llegue. – Respondí muy ansioso.
- “Emos” – Dijo con seguridad Fabiola.
- ¿”emos”? – Pregunté confundido, por no saber a lo que se refería.
- Si, cuando llegu-emos; lleguemos – Posó su mano sobre mi hombro y lo apretó con sus dedos. – No pensarás que dejaremos a alguien de nosotros irse por su cuenta sin apoyo, ¿o sí? – Tenia una sonrisa muy amable en su rostro y aunque su figura y cara no parecían de una persona con quien querrías tener problemas, daba una tranquilidad muy grande verla diciéndote que te apoyaba.
Al terminar de hablar, y tras unos segundos que me quede mirándola pensando en lo cálido que se sentía ese momento, Hernán abrió la puerta del almacén y Genaro entró en la vagoneta de reversa, grito desde el asiento del conductor: “¡Vamos!”, y se bajó lanzándome las llaves.
- Esta chatarra solo puede ser conducida por nuestro repartidor. – Agregó Genaro, riéndose sarcásticamente, además de que solo yo sabía para donde teníamos que ir.
Me levante de donde estaba y camine rápidamente a la vagoneta, me subí en ella y la encendí, todos los demás se subieron y Hernán con esa voz fuerte y ronca dijo: “La salvaremos”, a lo que acelere a todo lo que este pequeño vehículo pudo dar. No pensaba en algo más que no fuera llegar a tiempo para poder ver con vida a Ikoru, pues tras haber perdido a Kolhun no quisiera perderla a ella, al ser la segunda amiga que tuve en este mundo.
Mientras más avanzábamos todos los sonidos se hacían más fuertes y podían escucharse claramente los gritos de las personas dentro de sus casas siendo heridas por los habitantes de Saturno, algunos incluso quisieron seguirnos utilizando la anti-gravedad, pero por suerte es más lenta que los vehículos entonces jamás consiguieron alcanzarnos y los disparos que daban ocasionalmente jamás impactaron en la vagoneta, de pronto Hernán, que estaba sentado en el asiento del copiloto dijo: “Pase lo que pase no te detengas.” Siquiera pude intentar preguntarle a que se refería cuando en el cofre un habitante de Saturno cayo, se golpeó el rostro y se tiró algunos dientes, pero con una risa histérica se levantó incitándonos para bajar, Hernán volteo a mirar hacia atrás y asintió la cabeza mirando a Fabiola, quien sonriendo escupió su goma de mascar en las paredes de la vagoneta, Genaro puso una expresión muy asustada y dijo: “Oh no…” a lo que Fabiola de una patada abrió las puertas se subió al techo y comenzó a caminar hasta llegar al cofre, el tipo que había caído ahí solo se le quedo mirando y su risa se había acabado, Fabiola rio una vez más y después de decirle adiós agitando la mano le dio una patada tan fuerte que incluso a mí me dolió simplemente de verla; del golpe evidentemente el tipo salió volando estrellándose contra la estructura de un edificio para posteriormente caer hasta el suelo, Fabiola se sacudió las manos y únicamente regresó a su asiento caminando con toda tranquilidad por el techo de la vagoneta, al llegar automáticamente mi chip me mando alerta sobre una persona con alerta naranja, pero era justamente Fabiola.
- Odio esta alarma inservible… - Refunfuño Fabiola rascándose el oído. – Da igual a quien le avise sobre una persona potencialmente peligrosa, si esa persona ya está cerca de ti y te quiere herir, simplemente lo hará.
Se quedó quejándose un momento mientras Hernán y Genaro asentían con la cabeza; estos tipos podrán ser panaderos, pero si de algo estoy seguro, es que su pasado oculta muchas más cosas de las que podría yo pensar.
Ya estábamos muy cerca del sitio donde el mapa marcaba que estaba Ikoru y no podía ser más evidente, todo el sitio se veía casi completamente calcinado, varios edificios más siendo abrasados por un fuego intenso y lo que era peor… En el suelo varias personas inmovibles con sus cuerpos casi deshechos a causa del mismo fuego… La escena era horrible sin lugar a dudas pero yo no tenía tiempo para preocuparme por todos ellos, quien me preocupaba era alguien más. Hernán tomo el volante y me hizo señales para descender, al llegar a la tierra, me dijo que apagara el auto y que preferentemente nos moveríamos ahora a pie, todos ellos se veían realmente calmados con esto que sucedía y eso me intrigaba.
- ¿Quiénes son ustedes? – Pregunté a todos ellos sin poder dejar de mirarlos.
- ¿Eh? – Dijo Genaro haciendo una mueca.
- La pregunta que quieres hacer es: ¿Quiénes fuimos? – Agregó Fabiola con tranquilidad. – Pero es una pregunta cuya respuesta no te daremos.- Finalizó diciendo y sonriendo amablemente hacia donde estaba.
Hernán llegando a una esquina nos hizo señales para que nos calláramos y que nos detuviéramos, después volteo a mirar a Genaro quien con el simple hecho de recibir esa mirada entendió todo, se metió en el edificio, a nuestra izquierda y avanzo entre los escombros, posteriormente Hernán volteo a mirar a Fabiola, le hizo una señal con la mano, colocando únicamente dos dedos hacia arriba y ella asintió con la cabeza, se echó al suelo y mirando a la izquierda comenzó a escabullirse hasta llegar al otro lado, Hernán me volteo a mirar y me dijo que permaneciera quieto y que no hiciera un solo ruido; evidentemente le hice caso y solo vi como ese sujeto camino lentamente hacia el centro de la calle.
- ¡Uno grande! – Dijo la voz de una mujer al otro lado.
Apenas decirlo varios disparos pasaron realmente cerca de Hernán sin herirlo, por suerte.
- Y no tiene miedo, que asco. – Dijo otra voz, Hernán permanecía quieto sin decir una palabra, simplemente mirándolos, Fabiola ya no estaba en aquel sitio y no supe para donde se fue.
Posteriormente Hernán les dio la espalda y se hinco en el suelo dando un golpe con mucha fuerza en el pavimento, segundos después el silencio se hizo presente. Yo esperaría que respondieran los agresores pero en cambio solo hubo nada, Hernán se levantó del suelo, se giró y comenzó a caminar, la curiosidad ahora me ganó y me asome por la esquina para ver que del otro lado estaban Genaro y Fabiola, y debajo de ellos 3 personas amarrados con unos hilos delgados, aún seguían con vida pero no podían pronunciar una sola palabra, Fabiola me hizo señales para que fuera y al llegar me dio una de las pistolas que esos sujetos habían dejado caer.
- Tómala, seguramente la necesitaremos… Las cosas de aquí en adelante se pondrán más complicadas, pues no creo que encontremos a más tipos igual de idiotas que estos allá delante. – Soltó el arma y al no esperarlo la dejé caer al suelo, a lo que ella un poco impaciente la volvió a tomar y la empujo contra mi estómago para que la tomara.
- Si quieres salvar a esa chica, no puedes depender de nosotros… - Dijo Genaro señalando el arma después. – Tendrás que depender de ella.
Sobra decir que es la primera vez en mi vida que tenía un arma como esta en mis brazos, pero lo peor de todo es que la probabilidad de que la use es casi del 100% y si he de ser sincero, no quiero.




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