De mí enamórate [1]

Capítulo 7

Para celebrar el inicio de la relación, acordamos ir a Skeleton el viernes por la noche como acostumbrábamos. Esta vez, tuve que reservar un lugar más en nuestra mesa, mientras Nicholas y Mike cantaban, yo compartía mis papas fritas con Becca, mientras ella sostenía su celular en la mano para grabar la presentación de su novio, yo sólo me dediqué a esperar a Rosalie que venía atrasada.

 

—En serio que tienen mucho talento. —Le dice Becca a su novio y a Nick.

—Gracias, gracias. ¿Tú no cantas? —Cuestiona Nicholas.

—En la ducha nada más.

 

Nicholas y Becca comenzaron a hablar entonces de música, en especial de los gustos musicales de Rebecca. Por lo tanto, yo me quedé platicando con Michael, sobre mi nuevo ascenso en el restaurante.

 

—Básicamente me la vivo cortando verduras y pasando cosas pero al menos ya no tengo que soportar los malos tratos de la gente.

 

Supe que Rosalie había llegado cuando Nicholas dejó de prestarle atención a Becca para alzar ambos brazos y así indicarle a su nueva novia en dónde estamos ubicados. Ha llegado media hora más tarde de lo acordado pero no ha importado en lo absoluto, se sentó a un lado de Nick y se excusó diciendo que salió tarde de sus clases de baile.

 

—¿Esta noche no piensan cantar? —Cuestiona Becca.

—Oh cierto, ¿quieres ir? —Pregunta Nick.

—Claro.

 

Nos pusimos de pie, rodeamos la mesa y sentí la mirada de Rosalie encima, ella no sabía de ese pequeño ritual que teníamos noche a noche en este lugar. Hyland fue hacia la barra para hablar con Gabe para que le prestara su guitarra, una vez que le pasó la acústica de color negro la afinó mientras esperamos que el chico que estaba arriba terminara su canción.

Después de cinco minutos, subimos al escenario y acomodamos los micrófonos para que estuvieran a nuestra altura. Nick acomodó la guitarra y comenzó a tocar y a cantar Lucky.

 

I'm lucky I'm in love with my best friend.

 

Nos jugábamos bromas cambiando la letra de la canción y nos reíamos pausando la melodía de vez en cuando. Estaba tan acostumbrada a hacer esto que no entendía porque Rosalie reaccionaba como si no le agradara que cantáramos juntos, la forma en la que nos miraba claramente me hacía entender que no le agradaba la escena, sus dedos tamborileando sobre la mesa eran otro indicador de que no podía esperar para que esto terminara. No podía dejar de mirarla ni ella a nosotros, ¿acaso está celosa?

 

—¿Qué pasa?

—Nada, ve a dejar eso, te espero en la mesa.

 

Regresé a la mesa, me senté en mi lugar y tomé mi bebida evitando mirar a la rubia de los ojos azules.

 

—¡Me encanta cuando cantan juntos! —Dice Becca con emoción—. Es tan divertido.

 

Nick llegó y se sentó junto a su novia, rodeando sus hombros con su brazo derecho, escuchando los halagos de Becca.

 

—Sí. ¿Nosotros tendremos algún día una canción? —Le pregunta Rosalie a Nick.

—Por supuesto, Ross.

—Bien, por lo mientras veré que puedo cantar. Elisse no es la única que puede hacerlo bien aquí.

 

Rosalie abandonó nuestra mesa y se dirigió al registro para buscar que canción quería cantar. Minutos después subió al escenario y tomó el micrófono, intentando bailar al ritmo de la canción que había elegido.

 

Love me love say that you love me. —Cantaba Rosalie señalando a Nicholas—. Love me love me pretend that you love me...

—¿Lovefool? Una de las canciones que más te fastidian, te la está dedicando Rosalie. —Le dice Mike a Nick, tocando su hombro.

—Con ella no suena tan fastidiosa.

—Es el amor Hyland, te hace ver todo más bello.

 

Nicholas le prestó atención durante toda la canción, a pesar de que es una de las canciones que ha declarado le molestan de The Cardigans, quizás está tan enamorado que se olvidó de ese detalle por un instante. Rosalie regresa a la mesa en cuanto termina su canción, se abalanza sobre Nick y besa sus labios eufóricamente.

 

—¿Cómo lo hice?

—Estuviste increíble. —Le dice él sosteniendo su mano.

 

Ella se sienta y toma un poco de la bebida de Nick.

 

—Lo que hace el amor, ¿no? —Susurra Mike a mi oído.

—Sí, ya me di cuenta.

 

Una vez más comenzaba a sentirme incómoda. Las dos parejas que tenía a mi lado estaban en plena luna de miel y de un momento a otro mi presencia pasó a ser inexistente para ellos. Me puse de pie y caminé hasta la salida, me senté en la acera y saqué de mi bolso la cajetilla de cigarrillos que le guardé a Mike, tomé uno y lo encendí. Me quedé ahí sola un buen rato, mirando el flujo de personas que entraban y salían del club.




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