Fue increíble cómo todo cambió tan rápido con el paso de las semanas. De repente los papeles se invirtieron y la hermosa rubia no necesitó fingir más interés por las actividades de Nicholas, ya que Rosalie se encargó de involucrarlo en su mundo. Ahora todo lo que hacía indirectamente tenía algo que ver con ella y poco a poco Mike y yo veíamos cómo perdía un su identidad.
De un momento a otro, su mundo giraba alrededor de su novia, pasaban todo el tiempo juntos, haciendo lo que ella quisiera hacer. No existía otra cosa para él que no fuera gastar su tiempo con Rosalie y eso implicó también que se alejara de nosotros.
[…]
El jueves tenía una hora libre que casualmente coincidía con el tiempo libre que tenían mis amigos. Me reuní con ellos en la cafetería, por supuesto que Nicholas trajo a Rosalie, ya que ahora también se había unido al grupo.
Estábamos desayunando juntos, yo comía un croissant acompañado de un jugo de betabel, Mike una baguette con una lata de Coca-Cola fría y Nick, bueno, él se limitaba a comer una ensalada caesar con Rosalie.
—Ya te dije Nick, deberías acompañarme al gimnasio. Mi entrenador puede ponerte muy buenas rutinas, esos brazos se verían mejor con un poquito más de músculo.
Conocía a Nick, sabía perfectamente que el gimnasio siempre le pareció una mala idea. Cruzó miradas con Mike y entonces tomó la lata de refresco para darle un largo sorbo, ignorando entonces que Rosalie lo miraba con seriedad, esperando a que dejara la bebida a un lado.
—¿Sabes cuanta azúcar tiene esa cosa?
—¡Tenía sed!
—Entonces bebe agua.
Rosalie le quita la tapa a su botella de agua como si Nick no fuera capaz de hacerlo por si solo y se la entrega. Mike y yo intercambiamos miradas, no dábamos crédito a lo que estábamos viendo, nuestro mejor amigo era sumiso ante lo que le decía su novia.
—Mañana en Skeleton quiero cantarle a Becca su canción favorita. —Dice Mike en un intento por acabar con tan incómodo momento.
—¿En serio todos los viernes van a ese lugar?
Los tres asentimos con la cabeza, respondiendo al cuestionamiento de Rosalie.
—¡Ay! Cambien un poco su rutina. El viernes tengo una pequeña presentación con mi grupo de baile, en un lugar aún más divertido. ¿Por qué no vienen también? Nick va a acompañarme.
Mike arruga la frente y se encarga de aplastar la lata que Nick vació.
—¡¿Pensabas abandonarnos en un viernes de Skeleton?! —Pregunta Mike un tanto molesto—. ¡Por dos años consecutivos nunca hemos dejado de ir los viernes!
—Pero sería un sólo viernes, ¿no quieren venir? —Cuestiona una vez más Rosalie.
Mike me miró esperando a que yo dijera algo, pero ¿quién soy yo ahora para intervenir en sus nuevos planes? ¿Acaso Mike no se ha dado cuenta de que hace días que nos dejó a un lado?
—Tal vez no nos haría mal cambiar un poco de rutina. —Interviene Nick—. ¿La canción de Becca puede esperar?
—Supongo que sí.
Este sería un viernes completamente diferente. La rutina se ha alterado, Rosalie buscaba ahora que nosotros nos adaptáramos a ella y puede que las cosas salgan bien de esto. Quizás durante mucho tiempo nos encerramos en nuestra propia rutina por comodidad, pero después de todo creo que ella tiene razón y deberíamos cambiar un poco los planes, los lugares a los que vamos, lo que hacemos el fin de semana y de alguna forma ella nos ha dado el pretexto perfecto.
Llegamos al club Notte a la hora acordada. Nicholas de inmediato se perdió entre la gente para buscar a su novia y mientras tanto Mike, Becca y yo intentamos buscar un lugar en dónde pudiéramos estar relativamente tranquilos durante el tiempo de estancia que tuviéramos aquí.
—No sabía que Rosalie estaba en un grupo de baile. —Dice Becca inspeccionando el lugar con la mirada.
—Ah sí, creo que me lo dijo una vez. Pensé que tomaba clases de baile de salón, esto se ve más como de…
—¿Twerk? —Cuestiona Mike.
—Ajam, creo que veremos muchos traseros sacudirse esta noche.
—Ayy yo nunca he podido hacerlo. —Menciona Becca—. Y tengo ganas de aprender.
Más tarde, Nick se reunió con nosotros. Traía consigo una cerveza fría, se sentó a un lado mío y bebió de ella como si nunca más tuviera oportunidad de hacerlo.
—¡Con calma, Hyland! Casi casi te la bebes de un trago.
—Lo lamento, estoy sediento.