Si hay algo que odio en la ciudad es el tráfico y el transporte público lleno de turistas, además es un día bastante caluroso y sentía que no podía más conmigo misma, estoy sudando y estoy deshidratada. ¡Ah! Además, durante las últimas horas me he sentido un cero a la izquierda, quizás también a eso se debe mi mal humor.
Después de un buen rato varada por fin llegué a casa, maldiciendo a todo el mundo por supuesto.
—Estúpido tráfico, estúpido cambio de planes... Estúpido encuentro casual.
—Elisse, te ha llegó un paquete.
El encargado del edificio me llama, me encamino hasta su lugar de trabajo y entonces me entrega un una pequeña caja de FedEx.
—Lo trajeron hace un rato.
—Gracias, Tom.
Le sonrío y entonces me dirijo hacia el ascensor. Oprimo el botón correspondiente a mi piso y antes de que cierren las compuertas, Becca pone su brazo para que se abran de nuevo y así subir conmigo.
—Ely, ¡qué bueno es volver a verte!
—Lo mismo digo Becca. ¿Disfrutaron del pay?
Ella asiente con la cabeza, confirmando que así fue.
—Fue todo un éxito, gracias por la ayuda.
—Me alegro.
—¿Y Nick? ¿No se supone que estabas con él?
Hice una pequeña mueca y me negué con la cabeza, Nick hace horas que le dio toda su atención a su novia.
—Pensé que estaba contigo, Mike me dijo que salieron en la mañana. —Dice al ver que no di una respuesta vocal—. De hecho pensé que sólo habías bajado por la correspondencia.
—No, acabo de llegar. Rosalie llegó y cambió un poco los planes, los acompañé al cine y fue un tanto... —Me rasco un poco la cabeza—. Incómodo.
—Lo creo. ¿Y qué es eso?
Señala la caja que cargaba conmigo.
—Es un libro, de mi chef preferido. Jean-Pierre Cortot, 10 Placeres Italianos.
El elevador se detiene y las compuertas se abren en el piso de los chicos, Becca me toma del brazo, jalándome un poco hacia afuera.
—Vamos, para que no te quedes sola en casa.
—Me gusta estar sola, Becca. Además, no quiero hacer mal tercio.
—Anda, a nosotros no nos incomodas y tu presencia siempre es agradable. Incluso podrías ayudarme a cocinarle algo rico a Mike, ¿te parece? —Pregunta con ternura—. ¡Di que sí!
Acepté su invitación, salimos del ascensor y nos encaminamos al apartamento de los chicos. Tocamos un par de veces hasta que Mike abrió y Becca lo abrazó de inmediato, se hicieron a un lado para dejarme pasar y lo primero que hice fue ir corriendo al sofá para sentarme y abrir la caja, saqué el libro de los 10 Placeres Italianos e inmediatamente lo tomé para llevarlo a mi nariz. Adoraba el olor a libro nuevo y este era casi perfecto, tenía en la portada una fotografía de Jean-Pierre Cortot sosteniendo un rico plato de Linguini a la Amatriciana que a simple vista se veía esquisto.
—Eso se ve delicioso, ¿qué es? —Pregunta Mike apagando el televisor.
—Linguini a la Amatriciana, ¿por?
—Bueno no sé que signifique eso pero en la cocina tenemos bolsas de pasta. ¿La puedes hacer? ¡A la boloñesa estaría buenísimo! ¿Sí?
—Si Becca me ayuda, sí.
Becca me acompañó a la cocina dispuesta a cumplir una de las promesas que me hizo en el ascensor, Mike se queda en el sofá leyendo, o mejor dicho, hojeando el libro de Pierre-Cortot.
Comenzamos a sacar del refrigerador y de la alacena todo lo que íbamos a utilizar, definitivamente mi plan de domingo pintaba muy diferente a lo que planeé originalmente, yo debería estar en mi cama en este momento maratoneando cualquier programa de Discovery H&H.
—¿Entonces le pongo ya la salsa de tomate?
—Sí, sí y también ya agrega la cebolla aunque intenta que sea muy poquita. —Le digo—. A Mike no le gusta la cebolla, así que debe de ser poca para darle sabor.
Becca hace lo que le digo mientras yo me encargué de bajar el fuego de la estufa.
—Los conoces tan bien.
—Son los años de amistad, tal vez.
—Si te soy honesta, a mí me hubiera gustado más que tú fueras la novia de Nicholas, sabes todo de él. ¿Es que en serio nunca llegaste a sentir algo por él? ¿Realmente no pasó nada entre ustedes todas las veces que estuvieron juntos y solos? —Recalca el «solos»—. Digo... Durmieron juntos varias veces.