De mí enamórate [1]

Capítulo 22

Regresamos a casa, ellos tres a su apartamento y yo al mío, sin ganas de estar con ellos honestamente. Lo único que quería era estar acostada, descansando de los golpes que sufrí en la pista de hielo.

Después de haber estado recostada un buen rato sólo mirando mi habitación, decidí lavar lo que utilicé para hacer mi primer placer italiano, aunque mis minutos de limpieza se vieron interrumpidos por una llamada telefónica por parte de Sophia.

 

—¡Hey Sophie!

—¡Tienes que prender el televisor, ahora!

 

Corro hacia el sofá, me dejo caer y prendo el televisor en el canal que ella me indica sin terminar la llamada. Ahí estaba Jean Pierre-Cortot con Jeremy Clarkson hablando sobre su libro.

 

—Haré una gira firmando autógrafos, comenzaré firmando libros en Barnes&Noble en Nueva York, Nueva Jersey y por supuesto, en Los Ángeles también.

 

Comienzo a gritar al teléfono, ¡en serio que no podía contener toda la emoción que estoy sintiendo!

 

—¡No me lo puedo creer! ¡Tengo que ir! ¡Tengo que ir!

—Iremos juntas, no puedo dejarte ahí sola. ¡Si te desmayas tengo que estar ahí para levantarte! Y para recoger el libro firmado obvio.

 

Momento de silencio, entre la emoción no había distinguido la música que se escuchaba de fondo del otro lado del teléfono.

 

—¿Tienes una fiesta?

—No es mía, si lo fuera créeme que te hubiera invitado. Es de Rosalie, recién empezó todo... Creo que necesitaré tapones de oído por todo el ruido.

—Bien, hablamos más tarde, suerte con todo eso. ¡Tengo que buscar toda la información de la firma!

 

Termino la llamada. ¿Acaso no Rosalie no le había dicho a Nicholas que iba a salir con sus amigas? Tal vez quería un poco de tiempo a solas... O tal vez quería hacer una fiesta con ellas sin la presencia de Nick. Sí, debe ser eso, tengo que dejar de pensar en ella, ¡Pierre-Cortot va a venir a firmar autógrafos! Eso es lo único en lo que debo pensar ahora.

Tomo el libro que estaba sobre la mesa de centro y lo abrazo contra mi pecho, saltando de la emoción sabiendo ahora que pronto iba a conocer al autor, al chef francés al que considero mi inspiración. Lo único que logra hacer que me controle un poco es que tocaron mi puerta, dejé mi libro a un lado y fui a atender. Al abrir me encontré con Nicholas acompañado de sus cosas.

 

—Prácticamente me corrieron de mi propia casa. —Comenta con ironía—. ¿Me aceptas esta noche?

—¡Por primera vez pides permiso para entrar! ¡Esto debe ser un milagro!

—Ely...

—Está bien, adelante.

 

Lo hago pasar, él deja sus cosas en el sofá de una sola plaza y yo apago el televisor puesto que la entrevista ya había terminado. Me dirijo hacia la cocina y él me sigue, revisando su celular.

 

—¿Qué pasó?

—Rosalie no me contesta.

—Ahmm... Pues, seguramente está ocupada, no lo sé. ¿Tienes hambre?

—Un poco. —Comenta guardando su celular en el bolsillo—. ¿Tú?

—Tú quédate aquí, yo me encargo de todo.

 

Mi plan realmente era tan sencillo y espontáneo. Lo poco que dejó Mike y que olvidó pedirme para su cena, lo iba a servir en una buena cena para nosotros, una linda cena sólo para él y para mí.

Mientras él veía la televisión me encargué de preparar la mesa y nuestra comida, calenté lo que había hecho, Nick me decía desde el sofá que no podía esperar para probar lo que preparé para nuestra cena. No pude evitar esbozar una sonrisa al escuchar aquel cumplido que hizo sobre mi comida aún sin tan siquiera probarla, finalmente prendí una vela aromática y puse música relajante a un volumen bajo.

 

Antes de invitarlo a pasar a sentarse en la mesa, fui a mi habitación para verme en el espejo. Me solté el cabello y las horas que duré con la trenza que Becca me hizo dieron como resultado lindas ondulaciones que caían sobre mis hombros, tomé mi botella de perfume y rocié un poco en mi cuello y en mis muñecas.

Sabiendo ahora que planeaba quedarse, saqué de mi cajón un sostén y unas bragas de encaje que hacían juego, de color negro. Me cambié como si realmente planeara tener sexo con él, cosa que hasta ahorita creía imposible.

 

—¡Elisse! Tal vez te estés cambiando en vano.

 

Terminé de ponerme la blusa y salí de mi habitación como si nada hubiera pasado allí dentro, ignorando por completo mi cambio de ropa interior y las velas aromáticas que dejé encendidas.

 

—La cena está lista.

 




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