Nick durmió antes que yo, no podía conciliar el sueño y no tenía razón aparente. Prendí la lámpara que está en la mesa de noche que está a un lado de mí, Nick tiene los ojos cerrados y una ligera sonrisa pintada en el rostro, se ve tan sereno y tranquilo; como si todos los problemas y complicaciones de la vida se olvidaran con solo cerrar los ojos. Me dedico a contemplar como el cabello le cae sobre su frente, observando su pequeño lunar a un lado de su patilla y su vello facial creciente de la barba que desaparecería mañana por la mañana.
De repente, Nick estiró su brazo y me abrazó de una forma muy reconfortante, bien, creo que estaría bien quedarnos así por un rato. Así que lo único que hago es mover mi brazo con sutileza para poder alcanzar la lámpara y así apagar la luz. ¡Vaya! Creo que lo del gimnasio ha funcionado porque definitivamente tiene más músculo en los brazos. No pude evitar ver su tatuaje en el antebrazo, la pluma que cubrió el nombre de su ex novia y que también significó para él su libertad.
Bien, creo que es momento de dejar de pensar en tonterías y en fantasmas del pasado, es hora de disfrutar un poco de la única forma en la que puedo tenerlo así de cerca... Sólo para mí.
[...]
Por la mañana me despertó el ruido del extractor proveniente de la cocina. Me tallé los ojos y fue entonces que me di cuenta de que Nicholas ya no está a mi lado en la cama, estiré los brazos y busqué mis pantunflas antes de salir de la habitación. En verdad que me dejó sorprendida lo que vi, el desayuno ya estaba listo sobre la mesa, esperando por mí.
—¡Buenos días, Elisse! Ya estaba a punto de ir a despertarte.
—¿Qué es esto?
—Tomé una decisión. —Me apunta con un cuchillo—. Tú me has alimentado muchísimas veces, me toca hacerte el desayuno.
—Está bien Nick, pero baja eso.
Me hace caso, deja el cuchillo a un lado de la naranja que estaba por partir y después de sentarme acomodó por mí el mantel personal. Posteriormente, dejó sobre el un plato dos waffles de tamaño medio con miel de mapple encima, además colocó cubiertos a un lado sin dejar que yo me parara para ayudarlo con lo que faltara. Debo aceptar que aprendió también a decorar los platillos para que se vean más antojables, ya que alrededor del plato colocó rodajas de naranja y un poco de fresa que encontró de lo que restaba en la caja que guardé en el refrigerador.
—Y... Tu asqueroso jugo de betabel.
—Delicioso —Corrijo—. Es súper delicioso.
—No, es más delicioso un jugo de naranja fresco con tres waffles llenos de miel y nutella.
—Te van a regañar en el gimnasio.
—¿Ves a mi instructor por aquí? —Pregunta mientras se sienta frente a mí con su platillo listo—. ¿No? Entonces puedo comer como gordo.
Desayunamos entre risas y pláticas acerca de lo que Nick ha hecho en el gimnasio, realmente no sabía que dentro de un lugar así podrían existir historias tan divertidas como las que él me contaba. Mi día había comenzado tan bien, se hizo mejor cuando el portero del edificio tocó mi puerta con un paquete en las manos.
—Señorita Wilkinson, le trajeron esto hace un rato.
—Gracias Tom.
Tomo la caja color arena, en la etiqueta estaba mi dirección y al final, en el remitente estaban los nombres de mis padres, Mark y Edith Wilkinson. Me siento en el sofá de una sola plaza para abrir el paquete, dentro estaba un uniforme de chef precioso, la filipina en color magenta con algunos detalles bordados a mano, con seis botones del lado derecho perfectamente paralelos a los otros seis botones del lado izquierdo en un color negro, por encima del primer botón del lado derecho en letra cursiva descansaba mi nombre: Elisse W. Después saqué el pantalón ajustado color negro que le hacía juego a los detalles de la filipina, La Toque Blanche era de color negro con una cintilla en el borde color magenta para que se ajustara a la perfección en mi cabeza. Era demasiado lindo.
—Ely, hay una nota.
—A ver... Léela.
—Querida hija: esperamos que te guste, lo vimos de casualidad y no quisimos perder la oportunidad de hacerte este bello regalo. Si, lo escogió tu madre...
—Lo sé, papá nunca tuvo buenos gustos. —Interrumpo con la carta—. Tú sigue.
—... Así que esperamos que disfrutes de este pequeño regalo y deseamos verte muy pronto. Salúdanos a Nick y a Mike. Con mucho amor, Mark y Edith Wilkinson. Diles a tus papás cuando los veas que yo también les mando saludos.
—Creo que tengo que visitarlos pronto.
—¿Me llevarás? —Pregunta guardando la nota—. Era divertido cuando tu padre me ofrecía dinero para que me casara contigo.
Agradezco mucho estar de espaldas a él poniendo en su lugar el uniforme que me habían regalado, porque de esa forma Nick no podía notar esa estúpida sonrisa que se me dibujo en el rostro cuando mencionó eso de «casarse conmigo».