Por la mañana del lunes, después de mi clase de Comercialización de Servicios, tenía una hora libre que pensaba pasar con Sophia. Fuimos a la cafetería para desayunar, platicando acerca de lo que había pasado en clase y de repente el tema de conversación giró en torno a la futura firma de Pierre-Cortot.
—¿Entonces? ¿Qué harás cuando lo tengas en frente?
—No lo sé Sophie, he practicado muchas veces cómo sería mi encuentro con él. Sería algo así como: «hola, muchas gracias por ser la inspiración para elegir mi carrera y por ser lo que es, en serio señor Cortot lo admiro demasiado y no me pierdo ni una sola de sus entradas en su blog». Pero conociéndome... Sería algo así: «ho-hola... Yo ser Elisse... Tu Je-Jean Pierre Cortot... ¡Te amo!»
—Eso será muy divertido.
—Voy a morir de pena y él seguramente me va a mirar extraño, como la loca fan a la que se le olvida incluso cómo hablar.
Entre risas volteo a ver a Rosalie. Está comprando una botella de agua y lleva por primera vez el cabello hecho un desorden en una coleta mal hecha, por alguna razón hoy también ha decidido usar lentes oscuros. Era la primera vez que veía a la barbie humana hecha un desastre, parecía que se levantó de la cama y vino directo a la escuela, algo andaba mal con ella; volteo mi mirada hacia Sophia, ella ahora ve su celular y ríe ante algo que vio en Facebook, dudo un poco en preguntar el por qué su prima venía en ese estado.
Después de observarla una vez más, finalmente me atrevo a preguntarle a Sophia qué ha pasado con su prima.
—¿Por qué Rosalie viene así?
—Ha estado saliendo de fiesta, se emborracha y sufre de terribles resacas después. Ayer salió con tu amigo, estuvieron fuera un buen rato hasta que la regresó a casa. Pero no duró mucho tiempo ahí, por la noche Rosalie se desapareció de nuevo, se escapó.
—¿En serio?
—Típico de Rosalie, en serio. Eso de que tenga una relación súper estable con Nicholas yo no me la creo, ella no es de estar en una sola relación. —Me dice—. En serio que antes de él salía con cuanto hombre se le cruzara en frente, de una verga a otra, así se la vivía. Sé que todas somos libres de vivir nuestra sexualidad, pero ella… Eso de que ahora solo está con Nick, no me lo creo tan fácilmente.
—No sabía que ustedes dos se llevaban tan bien.
Rosalie interviene en la plática, señalándonos con el dedo y quitándose los lentes. Trae pequeñas marcas de las ojeras que trató de cubrir con corrector y a pesar de que no tenía mucho maquillaje encima lograba verse bien. Jala una silla y sin invitación, se sienta dejando su botella de agua justo encima de un libro de Sophia, mi amiga voltea su mirada hacia otro lado con la mano en la barbilla.
—Sí, somos amigas.
—¿Amigas, eh? —Pregunta Rosalie con una sonrisita falsa—. Vaya, no lo sabía.
—Sí, ¿tú que haces por aquí? —Pregunta Sophia—. Creí que después de la fiestecita de anoche no te ibas a levantar de la cama.
—¿Cuál fiestecita? Salí anoche… A la farmacia, me sentía mal. Coff coff.
Su cinismo a veces me parecía impresionante, ni siquiera se esforzaba un poco en disimular su mentira.
—En fin, yo me voy, tengo que ir a mi auto por mi maquillaje, en especial por ese labial sabor cereza que ama Nick, ¡es su favorito! No puede dejar de besarme cuando me lo pongo, ¿pueden creerlo?
Sabía que mencionó lo del labial con la intención de «hacerme sentir celosa» cada palabra que salía de su boca. Sabía perfectamente que estaba diciendo todo aquello que no quería escuchar solo para molestarme, pero si quería jugar de esta manera, yo tenía una carta que usar a mi favor.
—Si Ross, todo eso ya lo sé. Fue Lorene quien hizo que amara el labial sabor cereza, cuando era su novia simplemente no podía quitarle las manos de encima.
Sophia me mira tratando de hacerme saber que había hecho muy bien en decirle eso, su expresión fue única, la forma en la que arrugó la pequeña nariz y cómo me ha mirado me ha demostrado que logré lo que buscaba. A pesar de que quería reírme, tuve que aguantarme las ganas apretando mis dientes.
—Pero es diferente, ella es parte de su pasado. Ahora yo soy la novia, ahora yo soy su centro de atención y ahora yo soy su todo. Y es algo que debe quedar muy claro.
Se pone de pie y toma su botella de agua. Se va indignada y en cuanto la sentimos lejos, comenzamos a burlarnos de ella.
—¡Fue tan asombroso como la callaste!
—Su jueguito de novia posesiva comienza a hartarme.
—¡Y eso que no has convivido con ella lo suficiente!
—Y no quisiera hacerlo. ¿Te parece si caminamos un poco?