De mí enamórate [1]

Capítulo 25

El martes por la tarde, aprovechando que intercambié mi día de descanso en el restaurante con Tina, salí a dar un paseo en bicicleta con Becca, para librarnos de los chicos un rato... ¿O para que ellos se libraran de nosotras?

 

—Becca para.

 

La hago frenar frente a un kiosko de diarios, bajo de mi bicicleta y la dejó sobre la acera para dirigirme a tomar uno de los periódicos en dónde estaba escrita una nota sobre la próxima visita de Pierre-Cortot a la ciudad, otorgaban todos los datos de su firma de libros en Barnes&Noble y todos los detalles de su nuevo restaurante en la ciudad próximo a abrir llamado Autumn Delights.

 

—¿Cuándo es la firma? —Pregunta Becca.

—Es el próximo sábado, de la próxima semana.

—¿Con quién irás?

—Con una amiga. —Le digo mientras dejo el diario en su lugar—. Pensaba en ir con Nicholas pero... Eso es imposible.

—¿Por ella?

—Por ella.

 

Regreso a tomar mi bicicleta blanca, me subo en ella y comienzo a pedalear al ritmo de Becca.

 

—¿Sabes? En el cine, pasó algo realmente extraño.

—¿Qué?

—Soñé que Nick y yo nos besábamos. Lo sentí tan real que cuando desperté tenía la piel de gallina. Y cuando se quedó a dormir en mi casa, me sentí... ¡Becca, si tan solo me hubieras visto! Prendí velas aromáticas y estúpidamente creí que iba a pasar algo más, ya sabes, lo que todos rumorean que pasa entre nosotros.

—¿Querías tener sexo con Nicholas? —Cuestiona—. ¿Por qué no lo besaste?

—Porque tiene novia, tal vez.

—Y si no tuviera novia, ¿lo hubieras hecho?

 

Me río mientras freno la bicicleta, volteo a verla y ella espera ansiosa mi respuesta, me lo hace notar a través de su mirada.

 

—No lo sé, sería demasiado raro.

—Tal vez, pero estoy segura de que son el uno para el otro.

—Becca... ¡Ves demasiadas películas cursis!

—Ya ves lo que le pasó a Julianne, dejó ir a su Michael y él encontró a su Kim, no dejes que te pase lo mismo.

—¡Estás obsesionada con esa película de Julia Roberts! Pero si algo le aprendí es que él iba detrás de Kimmi, Julianne detrás de Michael, ¿y quién iba detrás de Julianne? ¡Nadie! Así es esto. —Hablo sin vacilar—. Las cosas son así ahora, él va detrás de Rosalie porque la ama, yo iría detrás de él pero nadie iría detrás de mí, porque yo soy su Julianne.

 

Becca se queda sin palabras. Comienzo de nuevo mi trayectoria en bicicleta con ella a un lado intentando no tocar el tema una vez más, sin embargo para terminar de joder aún más mi situación, recordé que le prometí a Nicholas que iría con él al gimnasio, puesto que Dustin no iba a estar para entrenar con él y no quería hacer ejercicio solo.

 

—¿Y sabes que es más triste?

—¿Qué?

—Que hoy tengo que ir al gimnasio y ni siquiera lo hago por mi cuerpo, porque me siento satisfecha con lo que tengo. Lo hago por él.

 

        

 

Y heme aquí, haciendo sentadillas con peso, bañada en sudor mientras Nick estaba perdido por alguna parte del gimnasio y yo aquí sola escuchando pláticas ajenas sobre suplementos mágicos y esteroides. No podía más. Las piernas ya me temblaban y honestamente, no podía seguir cargando la barra, a pesar de que era de catorce libras.

 

—Deberías ponerle más peso.

—No ando en busca de instructor. —Volteo a ver al hombre que me daba consejos, me paso la mano por mi húmedo cabello y aprieto la coleta que ya comenzaba a sentirse floja—. Pero creo que el chico que está con las mancuernas si lo necesita.

—Sólo te daba un consejo, no te pongas de pesada.

—Lo siento, no estoy de humor. Pero bueno, lo consideraré. —Le sonrío sin mostrar mis dientes—. Gracias por la ayuda.

 

Camino hacia el vestidor, por el área de las bicicletas y las caminadoras. Ahí, sin más y por pura casualidad, me encuentro con esa pareja que en algún momento de mi vida llegué a apoyar y que ahora detestaba. Rosalie con el cabello tomado en un chongo desordenado colgada de Nicholas rodeando su cuello con sus brazos y besándolo. Comiéndole la boca como si sus labios fueran un delicioso manjar, el más exquisito sobre la faz de la tierra.

No soporto la escena, no fue como la primera vez que los vi besándose, cuando incluso se me hizo un momento relativamente adorable.

Entré al vestidor y caminé hacia los lavabos, estando frente al espejo me echo agua fría en la cara con ambas manos. Acomodo los pequeños cabellos que se habían escapado de la coleta y después de unos segundos decido terminar con ella, dejando caer mi castaño claro y húmedo cabello sobre mis hombros.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.