De mí enamórate [1]

Capítulo 27

Apenas si pude dormir anoche, no sabía si lo que me quitó el sueño fue la cita de Rosalie con Nick o si lo que me contó Sophia acerca del último novio de la rubia fue lo que me mantuvo despierta. No creía que ella fuera a engañar a Nick, creo que es un caso especial, estaba acostumbrada a tener al chico que ella quisiera y tener a Nicholas realmente le costó bastante, uno simplemente no deja ir tan fácil o engaña a la persona con la que tanto te ha costado estar, ¿cierto? Pero bueno, la clase práctica está por comenzar y es hora de que me termine de abrochar la filipina para después tomar mi cabello en una coleta alta.

 

—¡Hola, Elisse!

—Hola Sophia, ¿cómo estás?

—Cansada, creo que nos quedamos hablando hasta muy tarde ¿no? Pero te lo agradezco, en serio necesitaba hablar con alguien.

—No es nada, cuando quieras sabes que tienes una amiga en mí.

—¿Aunque no te deje dormir?

—Aunque no me dejes dormir.

 

La curiosidad por saber que ocurrió anoche después de que abandoné la casa de Sophia estaba matándome. Sin embargo, no quería lucir desesperada. Pasé la mitad de la clase escuchando algunos temas de conversación ajenos a lo ocurrido anoche, una parte de mi quería encontrar el momento perfecto para preguntarle si supo algo de aquella cena romántica.

 

—¿Te digo algo? Ayer antes de terminar en tu casa estaba en el parque con mi bicicleta y conocí a un hombre ¡taaaan guapo!

—¿En serio?

—Sí pero, me comporté como una tonta. Lo dejé ir sin intercambiar teléfonos y no lo sé, me arrepentí cuando ya estaba en el supermercado comprando lo que arruinó Rosalie.

 

Sophia mueve la cabeza en negación y entonces regresa la vista al perejil que estaba cortando.

 

—¿Dejaste ir a un hombre «guapo» por cocinar para la odiosa de mi prima?

—No hablemos de eso ahora. ¿Cómo pasaste el resto de la noche después de que terminamos la vídeo-llamada?

—En realidad leí un rato y me dormí de inmediato. Escuché a Rosalie llevarse todo el crédito sobre la cena y el idiota de tu mejor amigo seguramente se creyó lo que le dijo porque todo terminó muy bien en la habitación de Rosalie. Tuve que dormir con tapones para los oídos.

 

Bien, ya había obtenido lo que quería saber desde que inició la clase y no me complacía saber qué final feliz tuvo aquella cena en la que sin querer me vi involucrada, bueno pero ya era de esperarse, ¿por qué me sorprende?

 

—¿Piensas quedarte al seminario de titulación?

—Es obligatorio, ¿no?

—Nope. —Responde Sophia—. Sólo si te registraste, si lo hiciste entonces tienes que quedarte.

—¿En verdad?

—En verdad. Dependiendo de cuando te apuntes, te asignan profesor. Esta asesoría la dará la señorita Wallace.

 

Y para mi buena suerte no me había apuntado en aquella lista, así que en cuanto termina la clase me voy antes de que se convirtiera en un encierro lleno de sermones sobre exámenes profesionales y el futuro allá afuera, sobre todo si queríamos desarrollarnos profesionalmente en restaurantes con estrellas Michelin en otros países. Hoy no estaba de humor para estresarme con ese tipo de temas, además de que la profesora Wallace no era completamente de mi agrado.

Caminaba por el pasillo al mismo tiempo que desabrochaba mi filipina. Tenía que conseguir la lista de registro sobre el seminario para saber que profesores además de Wallace impartirían aquella clase.

 

—¡Boo!

 

Me exalté y entonces volteé a ver a Nicholas, quien seguramente se burlaba de la expresión que hice cuando me asustó.

 

—¡Nick! Te odio tanto.

—Lo siento, fue divertido. ¿Tienes un par de minutos?

 

Asentí con la cabeza y me quité la filipina, doblándola con ambas manos.

 

—Quería agradecerte por la cena de anoche.

—¿La cena de anoche? ¿De qué hablas?

—Sé que fuiste tú quien cocinó todo, tus macarrones son únicos y los distinguiría de cualquier forma y en cualquier lugar. Tienen un sabor especial.

 

No sabía que en verdad podían distinguirse, más bien que él pudiera hacerlo, sin duda esto ha hecho mi día.

 

—No tienes por qué agradecerlo, ella te había cocinado pero todo le salió mal.

—No importa como haya sido, te voy a regresar el favor. ¡Cierra los ojos! —Ordena.

—¿Por qué?

—Tú sólo ciérralos.

 




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