Después del beso, no me atreví a mirarlo a los ojos. Ahora simplemente no sabía cómo manejar la situación y lo mejor que se me ocurrió fue caminar hacia el auto que estaba estacionado a unos pocos metros lejos de nosotros y abro la puerta subiendo rápidamente en un inútil intento por evitarlo. Lo que hace unos momentos disfrutaba ahora me aterraba por el simple hecho de que no sabía lo que iba a ocurrir después.
Segundos después él sube y enciende el automóvil, yo ni siquiera quiero hablar y tampoco soy capaz de sostenerle la mirada. Bajo la ventanilla y me dedico a mirar el Boulevard de Sunset por milésima vez, el camino fue silencioso hasta que llegamos a casa.
[…]
En cuanto se estaciona y apaga el auto, bajo a toda prisa. No quería verlo ni hablar con él, no sabía ni siquiera por qué actúo de esta manera si ya nos hemos besado antes, en el pasado, quizás mi forma de actuar se debía a que me moría de vergüenza por lo que hice, porque él está de novio con ella.
—Elisse ¡por favor! Dime que un simple beso no va a acabar con nuestra amistad. Si lo que iba a pasar entre nosotros hace años no terminó con nuestra amistad, mucho menos esto…
—No, ya sé que no. Simplemente, no sabía cómo hacer que te callaras.
—¿Y por qué ni siquiera te atreves a mirarme?
Con muy poca fuerza me hace voltear. Lo miro, su mirada es serena y estoy más que segura que la mía estaba llena de miedo. Su única reacción es abrazarme muy fuerte.
—Lo siento. No era mi intención besarte, fue tu culpa.
—¿Mi culpa?
Asiento con la cabeza, casi inmóvil.
—Sí, no parabas de decir tonterías.
—Okey, lo acepto, tal vez estaba exagerando un poco respecto a lo del asesino en serie y todas las bobadas que dije.
—Aun así, creo que no era la mejor forma para callarte.
—Ya pasó, ¿de acuerdo? Lo olvidaremos y seguiremos como si nada hubiera pasado.
—Bien.
—Bien. —Responde imitándome—. Vayamos adentro.
Entramos al edificio, decidimos parar en su departamento, él creía que estando con Mike podría calmarme un poco y olvidarme de lo que sucedió entre nosotros en el estacionamiento de Katana. Al salir del elevador me di cuenta de que aún seguía en aquel shock post-beso que... ¿Acaso existe? No lo sé, pero cada que recordaba ese instante sentía como si aún estuviera besando sus labios.
Entramos a su apartamento y encontramos a Becca y a Mike jugando un Monopoly edición limitada de Batman, rodeados de botanas.
—¡Hey! ¿Quieren jugar?
—No gracias.
—Yo sólo quiero su comida. —Comenta Nick tomando una papa del centro—. ¿Quién va ganando?
—Nadie. —Responde Becca—. Llevamos apenas veinte minutos jugando.
Me siento el sofá de una sola plaza, apoyando el codo sobre el reposabrazos tomándome un mechón de cabello, enroscándolo en mi dedo índice mientras veía el curso del juego. Después de un tiempo decido irme, tomo mis cosas y me despido de mis amigos con la siguiente excusa:
—Iré a guardar los libros antes de que se maltraten.
—Te acompaño. —Se ofrece Becca—. Este juego ya me aburrió. Y así puedes contarme que tal te fue en la firma.
Salimos juntas del apartamento, tomamos el ascensor y en cuanto llegamos al mío me dejé caer en el sofá, ¡vaya día que ha sido!
—¿Qué tal la firma de Pierre-Cortot?
—Fue perfecta.
—¿Puedo ver tus libros?
Los saco de mi bolso, le entrego primero el de portada roja, el que le firmó a Nicholas. Becca pasa su dedo por encima de la firma de Pierre-Cortot con un semblante de admiración y repasa el autógrafo una y otra vez con la mirada.
—Su letra realmente es muy bonita.
Después le entrego el libro edición especial, el de la portada blanca, ya abierto justo en la página en la que me firmo. Últimamente, Becca se había convertido en lo más cercano que he tenido a una mejor amiga.
—¿Qué ocurrió en esa firma para que Cortot te escribiera esto?
—Cantamos Hello de Lionel Richie en frente de una multitud en la librería, yo no sabía que Pierre-Cortot estaba ahí viendo también.
Becca cerró el libro y lo puso sobre sus piernas.
—Lo besé, Becca.