Me levanté temprano por la mañana, me duché y busqué la ropa que usaría en mi cita con Noah, tenía que ser algo cómodo, pensábamos salir a pasear en bicicleta y definitivamente algo ostentoso quedaba descartado para esta ocasión. Me puse unos jeans y una blusa blanca con rayas negras, cepillé mi cabello y me entretuve frente al espejo durante un buen rato. Por primera vez, gasté tiempo en mi apariencia física, lo quisiera o no, Noah estaba provocando en mí una atracción realmente increíble.
Me encuentro con Mike en el recibidor del edificio, me detuve para saludarlo y no pude evitar ver lo que traía consigo, al parecer recién viene de comprar lo que sería su desayuno.
—¿Tan temprano piensas salir a dar una vuelta en bicicleta?
—¿Tan temprano saliste a comprar tu desayuno?
—Sí, anoche no cené y me desperté hambriento. ¿Por qué vas así tan...?
—Sólo dime si me veo bonita. —Le suplico.
—Te ves hermosa.
—Gracias, Mike. ¡Te veo después!
Acordé con Noah vernos en aquel árbol en dónde reparó mi bicicleta. Cuando llegué al lugar acordado él ya esperaba por mí, recargado sobre el árbol, en cuanto me vio, abandonó su posición y vino hacia mí para saludarme.
—Buenos días, Elisse. Esta vez sí fuiste puntual.
—Buenos días, Noah. ¿Listo para pasear?
—Listo.
Esboza una bella sonrisa, con un toque de sensualidad que hace que la fiesta de hormonas que comenzó desde la asesoría decidiera regresar a tomar lugar dentro de mí.
—Por cierto Elisse, te ves hermosa.
—Gracias Noah.
—No agradezcas lo que es realidad. Eres hermosa, a mí me encanta reconocer la belleza y tú la tienes.
No sabía si iba a soportar toda la cita escuchando sus halagos sin sonrojarme, algo que particularmente no me gusta que me suceda. En fin, comenzamos un paseo bastante agradable bajo el sol, disfrutando de este increíble domingo. Me platicaba sobre su vida en la universidad, sus días de gloria en sus 20’s, anécdotas familiares y sus bellísimos días en Europa.
—Por pura curiosidad, espero que no te ofendas, pero has vivido tantas aventuras en... ¿Cuántos años tienes?
—Treinta y uno. ¿Por qué?
—Simple curiosidad. Eres diez años mayor que yo y a mi edad ya habías vivido increíbles experiencias.
—No te miento, estoy viviendo una increíble experiencia en este momento. —Comenta entre risas—. Es hermoso compartir un día así con una chica tan linda como tú. Me recuerda a mis viejos paseos en Ámsterdam.
—¿Ah sí? ¿Dabas largos paseos en Ámsterdam en días bellos con mujeres lindas?
—Los días en realidad no eran calurosos como hoy, eran fríos muy fríos.
¿Y lo de las chicas lindas no va a responderlo?
—Seguro que eras de los solteros más buscados de Ámsterdam.
—Según tú. —Lo dice con la mirada al frente, seguro—. Seguramente tú eres una de las solteras más codiciadas de California.
Si supieras que mi vida amorosa es un fracaso total, seguramente te mofarías de cada historia que te contara, iniciando por Matthew.
—Ayer no te regresé la llamada tan rápido porque estaba en la firma de autógrafos de mi chef favorito.
—¿Quién es tu chef favorito? —Pregunta.
—Jean Pierre-Cortot.
—Cortot, ¿Jean Pierre-Cortot es tu chef favorito?
—Sí, ¿por qué?
—Yo trabajé para él.
Ambos frenamos las bicicletas, volteo a verlo esbozando una sonrisita tonta y con cierto grado de emoción, pregunto:
—¿En verdad? ¡No inventes!
—Sí, en uno de sus restaurantes de París, Le Champeaux, ¿lo conoces? —Le dije que sí con la cabeza, esperando a que me contara más—. Primero estuve ahí como aprendiz, luego como pinche y finalmente me dejó hacer una que otra de sus creaciones. Su técnica es buena pero muy tediosa.
—¿En serio?
—En serio, Elisse. Si quieres podemos ir a mi hogar, ahí tengo varias fotografías con él y podría prepararte alguna de sus creaciones preferidas. Finalmente, el plan inicial era desayunar juntos.
La idea me fascinó. Fuimos en bicicleta hasta el estacionamiento, nos detuvimos justamente en frente de un auto deportivo blanco. Guardó su bicicleta e hizo un espacio para la mía, acto seguido como buen caballero que era, abrió la puerta para que pudiera subir al automóvil.