De mí enamórate [1]

Capítulo 38

En su ausencia, seguí el consejo de Noah e intenté divertirme por mi parte, el miércoles de películas me dediqué a cocinar algo delicioso para compartir con mis amigos y regresar sólo por un instante a los viejos tiempos. Toqué la puerta de los Hyland-Dabill y después de unos minutos quien me recibe es Nicholas.

 

—¿Elisse Wilkinson tocando a la puerta? ¿Elisse Wilkinson con tiempo para sus amigos? Woah... Esto es histórico.

—Vamos no seas tan exagerado.

—Pasa.

 

Me ayuda con la comida, sosteniendo el refractario al mismo tiempo que se hace a un lado para dejarme pasar. Al entrar veo el apartamento hecho un desorden, la caja de pizza en el suelo, platos sucios en la mesa de centro y otros más en la mesa del desayunador, este lugar estaba lleno de basura.

 

—¿Qué ocurrió aquí?

—Bueno, es el departamento de dos hombres.

—Desaparezco tantito y su vida se cae a pedazos, literalmente.

 

Recogí una rebanada de pizza fría que eché la caja en dónde originalmente la trajeron, momentos después la lleve directo a la basura.

 

—¿Y Mike? —Le pregunto.

—Con Becca, fueron a comprar unas cosas para una fiesta temática de una de sus amigas.

—¿Entonces?

—Entonces no hay miércoles de películas... Bueno, pero si tú quieres podemos ver Austin Powers.

 

Nos sentamos en el sofá de tres plazas para ver la película. Me recosté en su regazo y lo observé recitar algunos diálogos mientras se llenaba la boca de palomitas, ver películas con Nicholas era muy diferente a como las solía ver con Noah. Y no lo voy a negar, estar con Noah era increíble y me hace sentir bien, pero estar con Nick significa que cosas tan sencillas como mirarlo recitar diálogos de una película que hemos visto tantas veces me parezca algo tan extraordinario. Comparado con él, Nicholas me ponía la piel de gallina con tan solo un roce de sus manos.

 

—Por cierto, Mike me invitó a esa fiesta de la amiga de Becca. Y me dio un boleto más para una acompañante.

—Seguramente fue idea de Becca, ya sabes, le gustan las citas dobles.

—Sí pero Rosalie no irá conmigo. Tiene planes con su grupo de baile.

—Entonces sentirás lo que es hacer mal tercio. —Comento, con cierta ironía.

—O tal vez puedes salvarme de eso y ser mi acompañante, ¿qué dices?

 

Espera mi respuesta mirándome suplicante, lo medité por un momento pero finalmente terminé accediendo.

 

—Entonces, el viernes a las 8:00 paso por ti. —Me dice.

—Seré puntual.

—Más te vale que lo seas.

 

        

 

El jueves por la tarde fui a la casa de Sophia para terminar un proyecto para un concurso de talentos culinarios. Teníamos que hacer prácticamente lo mismo que hicimos con los profiteroles, pero en vez de fotografiar el proceso teníamos que grabarlo como un vídeo- tutorial; y en vez de profiteroles, nos enfocamos en preparar unos chipirones rellenos de chutney a la Pierre-Cortot.

 

—¡No encuentro el cargador de mi cámara!

—¿Entonces? ¿Qué hacemos, Sophie?

—¡Ayúdame a buscarla! Yo en mi habitación y tú en la de Rosalie.

—¡¿En la habitación de Rosalie?!

—Sí, a veces toma mis cosas sin permiso.

 

Subí por las escaleras detrás de Sophia, ella me indicó en dónde estaba la habitación de Rosalie y pude entrar sin problema alguno ya que ella se encontraba en sus prácticas de baile. Abrí la puerta de su habitación y a pesar de saber que ella no estaba ahí, sentía su mirada y una parte de mí pensaba que en cualquier momento podría aparecerse. Antes de comenzar a buscar el cargador de la cámara de Sophia, me dediqué a ver la pared que tapizado con un par de fotografías que seguramente traían gratos recuerdos que eran dignos de estar ahí, Nick también formaba parte de aquel mural de fotografías.

 

—¡Elisse! —Escucho llamar a Sophia—. ¿Ya lo encontraste?

—No. —Respondo—. Estoy en eso.

 

Comencé abriendo el primer cajón de la la cómoda, ahí guardaba su maquillaje, un par de accesorios para su cabello y productos de belleza, el siguiente estaba de lleno de blusas deportivas y calcetas. Bajé a un cajón más y me encontré con su lencería, tenía una gran colección de lindos sostenes que hacían conjunto con unas bonitas bragas, seguramente que Nicholas conocía parte de estos conjuntos. Pero hubo algo que llamó mi atención, por debajo de un sostén negro de encaje, estaba pegado un postick con un número telefónico y una pequeña nota que decía:




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