De mí enamórate [1]

Capítulo 42

Desde esa noche Nicholas y yo no volvimos a hablar más. Yo seguía molesta con él por la actitud que ha tomado, no lo reconocía, no es mi mejor amigo el que está tomando esa postura de macho tan insoportable. Además, él tampoco se molestó en buscarme para ofrecerme una disculpa, si nos veíamos en el edificio disimulaba no haberme visto o incluso fingía que no me conocía. Ni que decir si nos encontrábamos en la universidad, siempre tomaba otra dirección si me veía caminando por el corredor.

Pero, ¿de qué me quejo? Si yo estoy haciendo lo mismo, no hacía el menor intento por acercarme a él a pesar de que lo extrañaba como nunca, aunque odiaba aceptarlo. Es cierto, extraño escuchar su voz, mirar sus ojos verdes de cerca, extraño sus malos chistes y su despeinado cabello negro. Pero debía mantener la postura que he decidido tomar, no puedo bajar la guardia así de fácil, debe escarmentar y replantear su comportamiento para que todo vuelva a ser como antes.

 

[…]

 

Nick me evitaba a toda costa, pero Rosalie no. La rubia me detuvo en el corredor, jalándome por el brazo, clavando sus largas uñas en mi piel dejando pequeñas marcas.

 

—¿Qué te pasa, Rosalie?

—Quiero que me expliques ahora mismo qué está pasando con Nicholas. Desde esa noche en Katana que está rarísimo, ¿qué fue todo eso?

—¿De qué hablas? —Me suelto de su agarre—. Si fue él quien saboteo mi cita.

—No sé si él planeaba sabotear tu cita, porque a mí me obligó prácticamente a ir hasta su mesa. —Explica, tomando el papel de víctima—. Lo que sí sé es que desde que sales con Noah él cambió por completo.

—Eso no es mi culpa, Rosalie. Créeme que yo ya estoy cansada de las actitudes de tu novio.

—Más te vale que las cosas se queden como están, tú con otro y Nick conmigo. ¡Qué te quede claro que él me pertenece!

 

Demasiado drama para comenzar así mi mañana y mi mejor reacción fue reírme, Rosalie no soportaba que aquella situación me divirtiera de esa forma. Ella esperaba sumisión de mi parte, miedo en la mirada y demás, pero sucedía todo lo contrario, su amenaza no me movía ni un solo pelo.

 

—Nicholas no te pertenece, Noah no me pertenece, tú no le perteneces a Nicholas. Dejemos de creer que poseer a una persona es romántico, Nick ha elegido estar contigo pero no eres su dueña. —Le digo, mirándola a los ojos—. Honestamente siempre creí que tu autoestima estaba por los cielos pero después de esto me demuestras que eres demasiado insegura. Rosalie, no le tengo miedo a tus amenazas.

 

No tenía ganas de continuar discutiendo con ella, tampoco tenía tiempo para quedarme aquí escuchándola. Tenía una clase pendiente esperándome en el salón y eso fue lo que hice, irme, olvidándome por completo de lo que Rosalie me acaba de decir.

 

        

 

La asesoría de Noah terminó, el salón se vació después de cinco minutos pero como ya era mi costumbre, me quedé con él un momento más. Lo miré guardar sus lentes de lectura y lo ayudé a guardar todos los ensayos que recogió previamente en la clase.

 

—No sabes lo difícil que es tenerte así de cerca y no poderte besar. —Le digo.

—Lo sé, lo sé… Me sucede lo mismo.

—Pero Cassie ha comenzado a sospechar.

 

Él me besó para callarme, un beso que se prolongo, si alguien entraba por esa puerta seguro que a Noah lo echaban de la escuela y mi expediente quería manchado. Sabía que no iba a estar tranquila hasta que nos aseguráramos de que nadie iba a tener acceso al salón por ahora, así que Noah tomó mi ensayo y un poco de masking tape y se encaminó hacia la puerta, puso mi ensayo en el pequeño rectángulo que dejaba ver de afuera hacia adentro del salón y lo mantuvo pegado con el masking tape, poniendo el seguro de la puerta después. Se acercó a mí y me tomó por la cintura, llevándome hacia el escritorio, solo para subir un poco el vestido a medida que continuaba besando mis labios.

 

—Espera… ¿Y si alguien viene? —Cuestiono.

—Será rápido.

 

Lo escuché desabrochar el cinturón y le ayudé a bajar el cierre, teníamos el tiempo contado y quizás el miedo a que nos descubrieran fue lo que logró excitarnos aún más. Teníamos que ser silenciosos, pero Noah parecía no querer mantenerme callada, dado que las embestidas cada vez eran más fuertes y sentía que no podría aguantarlo más, solo podía ahogar los gemidos si lo besaba o si le mordía el hombro aún con la camisa puesta. Era una locura, pero no quería que parara hasta terminar.

 

        

 

Caminé por el corredor con las mejillas rojas, supongo que pensar en lo que acababa de pasar con Noah en el salón me tenía así.

 

—Elisse...

 

Me olvidé de ello cuando vi a Nicholas caminando hacia mí ahora que me ha interceptado, llevaba con él un pequeño ramo de rosas blancas.




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