De mí enamórate [1]

Capítulo 58

Nicholas no volvió a llamarme, lo entendía tal vez… ¿Pero no fue él quien me dejó ir? ¿No fue él el que me dijo que no renunciara a mis sueños cuando le dije que lo amaba? Pero creo que ya no importaba más pensar en eso, la decisión ya se ha tomado. No he hablado con él pero sí lo he hecho constantemente con Mike y se encargaba de ponerme al día con lo que sucedía en sus vidas, sobre todo de lo que hacían durante su pasantía en la disquera.

 

—Recién conocimos a Stella, es mucho más bonita en persona. —Comenta Mike a través del teléfono—. Y las revistas tienen razón, es todo una diva. Así que...

—Tu trabajo suena fenomenal si quitamos a las estrellas que han perdido el piso.

 

Ambos reímos a través del teléfono, echaba de menos verlo frente a frente.

 

—Okey, llevo un par de semanas queriendo preguntar lo siguiente. ¿Qué ocurrió entre Nicholas y tú? De repente dejó de llamarte y todo lo que ha pasado entre ustedes ha sido demasiado extraño. Me dejaron fuera de la jugada, no tengo ni idea de lo que pasó entre ustedes pero sé que es algo grande. El beso en la universidad, lo que te dijo en el aeropuerto...

—Mike, creo que deberías hablar con él. Yo tengo que irme.

 

Terminé la llamada por pura cobardía. Michael tenía razón, lo que pasó entre nosotros sí fue algo grande pero ambos nos negamos a aceptar lo obvio, que nos queremos y que deseamos estar juntos. Pero he elegido a París y a Noah, he elegido la vida de mis sueños, una vida que parecía una montaña rusa que sólo subía y subía. Tenía miedo de despertar algún día y que de la nada todo se viniera abajo.

 

Todo cambió para mí desde esa vídeollamada, en mis momentos de soledad pensaba en las palabras que Nick dijo, en esa espontánea confesión que me robó las palabras. Incluso he tratado de comunicarme con él, especialmente cuando se apoderaba de mi mente, intentaba llamarlo para escuchar su voz pero eso era imposible, él no respondió a una sola de mis llamadas.


 

        

 

La gala de navidad llegó. La decoración del restaurante había quedado demasiado bella, se encargaron de poner un enorme árbol en el cual las esferas doradas y rojas de diferentes tamaños adornaban tal monumento. Florentine me contó que cada año Pierre-Cortot elige dos colores diferentes para adornar el árbol y el restaurante en general, los manteles rojos predominaron en las mesas y los mesoneros utilizaron en el cuello un bonito moño carmesí mientras repartían los postres que por hoy eran cortesía de la casa.

 

—Lo mejor viene después de las doce. —Menciona Florentine—. Cuando la cocina oficialmente se cierra y entonces nosotros nos volvemos parte de la celebración.

 

Mis padres ya disfrutaban de aquella gala sentados en una mesa, admirando la decoración que Pierre-Cortot eligió especialmente para este día. Era mi primera navidad lejos de casa, lejos de mis amigos y aún así, la estaba pasando muy bien, cocinando, esperando que dieran las doce para guardar la filipina y lucir el bonito vestido negro que mamá me regaló.

 

—¿Qué tal tu primera gala? —Cuestiona Noah.

—Nunca imaginé que fuera así de linda.

—Y apenas va empezando esto...

—De hecho, todos los años Pierre-Cortot prepara un platillo sorpresa para nosotros, delicioso por cierto. —Me dice Florentine al mismo tiempo que se quitaba la filipina, dejando a la vista su bonito palazzo azul—. Es una delicia.

 

Llegó la hora de cambiarnos y salir a disfrutar de la gala. Le pedí a Florentine entonces que me acompañara a la mesa de mis padres, quería presentarla con ellos porque es la única amiga que tenía aquí, una chica de veinticinco años muy delgada, pelirroja con una cabellera rizada muy abundante, piel blanca, ojos marrones, raíces italianas, que además solía ser demasiado agradable con todas las personas.

 

—Hey, ¿a dónde vas? —Le cuestiono a Noah, sosteniéndolo del brazo.

—Con Orson, me mandó un mensaje porque me quiere decir algo, ya vuelvo.

 

Dejé ir a Noah, me senté de regreso en la mesa y continué cenando con mis padres. El plato de Noah se enfriaba a mi lado y no entendía qué era lo que estaba sucediendo, dado que he visto a Orson pasar por delante de nuestra mesa e incluso él se ha parado a saludar a mis padres.

 

—¿En dónde estará Noah?

—Está en la terraza esperando por ti. —Susurra mi mamá al oído—. Ve, seguro tiene algo importante que decirte.

 

Dejé a mis padres en la mesa mientras disfrutaban del pianista que Cortot trajo como invitado especial. Salí a la terraza para encontrarme con Noah, quien esperaba por mi recargado sobre el balcón, mirando la belleza que esta noche nos regalaba.

 

—Es oficial, ¡feliz navidad! —Le digo uniéndome a su panorámica vista—. Se ve tan hermoso todo desde aquí.




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