De mi muerte no estoy vivo; morí hace seis meses y nadie lo ha notado, al punto de que todos me siguen esperando en la mesa donde solíamos sentarnos. Me siguen guardando un asiento, esperando que llegue como solía pasar todos los días.
De mi muerte aprendí que, si no expresas la mínima molestia con tu entorno, todo se puede derrumbar. De mi muerte aprendí que, si no expresas la más mínima molestia con tu propio ser, te puedes derrumbar.
Una noche, mi alma abandonó mi cuerpo por unas horas y, junto con él, tuvieron una larga charla donde muchas cosas debieron resaltarse, como el descuido que mi cuerpo sufría por no sentirse capaz de realizar hasta la más mínima actividad.
También recuerdo que mi cuerpo reclamaba a mi alma por no estar tan presente, por esconderse y no gritar. Recuerdo que mi cuerpo estaba molesto con mi alma porque ella no quiso abandonarme cuando mi mente y mi cuerpo lo anhelaban con más fuerza. Ellos querían convertir un día normal en un día fatal, un día en que yo dejara esta vida tan astral, tan oscura y frágil como el cristal.
De mi muerte aprendí que no soy tan fiel como pensé, que siempre hay algo que deseo en una persona diferente, aunque eso no significa que engañaré a mi chica por algún aspecto que he deseado notar en cuanto a relaciones se refiere.
De mi muerte aprendí que, cuando amo de verdad, lo doy todo: mi corazón, mente, cuerpo, y todo lo que yo pueda dar. Lo peor es que eso hace que me hunda más y más. Amo amar, odio amar, deseo amar. El amor es lo más bello y horrible que puedes experimentar.
De mi muerte aprendí que el odio no te vuelve una persona mala, sino que te convierte en un guerrero más solitario. Pero, hermano, no debes tener tu alma llena de maldad; solo debes saber cómo odiar, así como debes saber amar.
Ayer volví al pasado y sostuve una charla con mi yo de 12 años. Aún no era un adolescente. Él me decía que a mi edad ya habría logrado todo lo que deseaba, pero recuerdo cómo todo lo que pensaba a esa edad se fue desmoronando hasta convertirse en polvo, porque nada es tan fácil como uno cree.
Hoy día no tengo el dinero que deseaba, no tengo la casa que anhelaba, no tengo a la chica de mis sueños, no tengo nada de lo que siempre quise. Hoy volví al presente, y tuve que aconsejarme sabiamente, aunque de mala gana. Quise solo esconderme, aunque sé que no puedo escapar de esta realidad tan oscura y severa.
De mi muerte aprendí que no estoy tan vivo como quiero.