De Nuevo Tú

Capítulo 11

El señor José Miguel conducía por la noche, bajo la lluvia y los limpiadores moviéndose de lado a lado sobre el parabrisas. Haciendo visible el camino, viajaban hasta la ciudad a la cual Derek nunca pensó en volver, pero ahí estaba de nuevo volviendo. No porque quería sino por asuntos de negocios y educativos para sus hijas.

Derek miraba por la ventana recordando aquellos días, en esta ciudad –¿Estas bien? –pregunto el señor José Miguel.

–Seguro –contesto.

Guardo silencio deteniéndose en los semáforos –no pese que volverías aquí –volvió hablar.

–Sabes bien porque estoy… porque estamos aquí –continúo mirando por la ventana. El auto arranco

–Trabajo. Es lo único que tienes en la cabeza en los últimos meses –replico el señor José Miguel.

–También veo por mis hijas. No me pongas en la categoría de padres adictos al trabajo –recrimino. –Además, tengo buenos recuerdos de esta ciudad.

–¿Cómo cuáles? –indago el señor José Miguel.

–Bueno por ejemplo… –callo al mirar el parque que estaba cruzando, era el mismo parque le pidió que fuera su novia, el mismo parque donde se dieron su primer beso. Y todos los momentos que compartieron aquí –detente –hablo fuerte.

–¿Qué sucede? –dijo el señor José Miguel parando el auto. Lo miro y miro el exterior –hay algo ahí. Derek se desabrocho el cinturón de seguridad. –¿Qué haces?

–Regresa a casa. Yo voy después –abrió la puerta bajándose siendo mojado por la lluvia.

–Derek ¿Dónde rayos vas? Vuelve aquí –el señor José Miguel salió llamándolo.

–Tranquilo y vuelve a casa. Los veré allá –contesto caminando adentrándose en el parque.

–¡Ahg…! Siempre igual –se metió dentro y arranco a la casa.

Dejaba las hojas de los informes ya revisados sobre el escritorio, cansada de todo los dejo sobre su escritorio reclinándose sobre el espaldar de su silla. Abriéndose la puerta de su oficina.

–Debes irte Ana –Subaro ingreso dentro.

–Todavía hay mucho trabajo que hacer –respondió.

–Puedes continuarlo mañana, recuerda que tienes una cena importante –hubo silencio –es el cumpleaños de Jenny y prometiste estar ahí.

–Aún tengo tiempo –volvió a tomar los papeles.

Subaro también los tomo –se lo prometiste, no dejare que rompas otra promesa –sujeto los papeles –vamos vete.

–De acuerdo –se levantó tomando su abrigo y bolso –te en la fiesta –dijo ella saliendo de su oficina.

Estaba bien con la compañía de Subaro, era su mejor amigo siempre estaba ahí para ella y la apoyaba en todas sus decisiones. Llego al estacionamiento donde subió a su auto marchándose a la fiesta de cumpleaños de su hermana, ella era la única razón por la que seguía en esa casa, de lo contrario hace mucho que se habría marchado. Pues no soportaba a cierta mujer dentro de la casa.

Le había pedido a su hermana irse a vivir a parte, para no tener que soportar a esa mujer que cada día era más arrogante y ostentosa, pero Jenny no quiso marcharse quería estar ahí para conservar el patrimonio de su madre. No iba a permitir que una desconocida como la señora Carlota arruinara el hogar por el que tanto lucho su madre.

El regalo estaba sobre el asiento del copiloto, y ella se retocaba un poco el maquillaje, además la lluvia había cesado un poco era más ligera. Se estaba retocando el pintalabios, cuando paso por un bache, haciendo que brincara cayéndose el pintalabios, bajo la vista para tomar acelerando un poco. No vio al sujeto que caminaba por la vereda y ella al pasar a alta velocidad termino por echarle el agua de lluvia empozada cerca de la verdad.

–¡Ah…! –escucho ella.

Se levantó deteniéndose mirando por el retrovisor. Dio reversa deteniéndose y bajando del auto sujetando un paraguas para evitar mojarse, miro al hombre con su jean oscuro al igual que la cazadora sacudiéndose del agua.

–Discúlpeme. ¿Está bien? –pregunto ella.

–Si. Gracias por mojarme más –se quejó Derek dándose la vuelta.

Al momento que lo hizo y sus miradas cruzaran, ambos se llevaron una gran sorpresa al reencontrarse. Sus miradas eran distintas, mientras Derek estaba sorprendido de verla otra vez, la de ella se mostraba como siempre lo miro solo que esta vez había algo diferente en su mirada.

–Esto no me lo esperaba –hablo Derek.

–¡Ahg! Solo eras tú. De haberlo sabido lo hubiera hecho de nuevo –respondió Ana.

–No soy de tu agrado, pero por lo menos deberías disculparte apropiadamente –contesto Derek.

–Nunca me disculparía con un tipo como tú –dijo con enojo ella.

–Me tienes más resentimiento. ¿A qué se debe eso? –pregunto.

Ana se llenó de enojo y odio hacia él, en todo este tiempo lo único que ella había hecho era odiarlo por la muerte de Luis y nunca pudo encontrar nada que lo incriminara. Lo único que tenía a su favor era la palabra de su padre, diciendo que Derek era el culpable de la muerte de Luis. Y sin pruebas nunca pudo proceder contra él.




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