De Nuevo Tú

Capítulo 40

–Ya está todo listo para irnos –dijo Derek.

–Nos tardamos más de lo que pensábamos –respondió José Miguel.

Derek camino hasta la sala donde estaban sus hijas –niñas ya guardaron todo. El camión de mudanza pronto llegara.

–Si –dijeron juntas.

–Se tardaron un poco.

–Las lleve a ver a su abuela la señora Carlota –hablo la señora Gaby.

Miro a las niñas –¿Se encuentran bien niñas? –pregunto preocupado. Habían experimentado varias emociones para su corta edad.

–Sí, la abuelita Gaby estuvo siempre con nosotras –dijo Eva.

–Papi. ¿La abuelita Carlota? ¿Se habrá puesto feliz con nuestra visita?  –pregunto Sofía.

–Estoy seguro que si –acaricio las cabelleras de las niñas.

Las niñas se acercaron con la señora Gaby sonrientes y ella miro a Derek –¿has podido verla?  –la miro –te sigue evitando.

–Si no quiere verme, no voy a seguir en esto. Solo puedo decir que, le vaya bien –respondió Derek con un ánimo decaído.

–¿Derek? ¿acaso…? ¿la quieres? –pregunto José Miguel.

Regreso a verlo al tiempo la volvió algo notado por la señora Gaby, que solo sonrió –la quieres. Y la buscaste por otro motivo. La querías de hace mucho ¿cierto?

–Eso es verdad Derek –Jenny hizo presencia en la sala junto a Subaro.

–Jenny –dijo Derek.

–Contesta. ¿La quieres? –volvió a preguntar.

–¿Cómo ingresaron? –dijo Eva.

–La puerta estaba abierta –contesto Subaro.

–Ya no tiene caso. Si ella no quiere verme…

–Ella teme que le recrimines por las acciones de papá, y las suyas. Por eso no quería verte y –bajo un poco el tono de su voz –también por otro motivo.

–No la busque por ese motivo. Quería estar con ella, demostrarle que puede contar conmigo. Que lo hecho por Lucio, no tiene nada que ver con ella o contigo. Solo quería, que entienda que puede contar conmigo. Nada más. –expreso Derek.

–¿Dónde está ella? –pregunto Sofía.

Hubo algo de silencio. Jenny sabía que debía decirlo, pero no estaba segura que Derek sintiera algo por su hermana y lo que Ana menos quería es que este a su lado por compasión u obligación.

–Ella se fue –continuo Jenny.

–¡QUÉ! –dijo Derek.

–Se fue, llevándose a tu hijo en su vientre –revelo Jenny. Derek solo abrió los ojos y volvió a pronunciar su anterior palabra –ese es el otro motivo y el más importante por el cual no quería verte. Ella está embarazada y tú eres el padre. No quería verte porque no quería que estés a su lado por obligación o compasión.

–¿Está embarazada? –dijo Derek.

–Derek –dijeron José Miguel y la señora Gaby.

–Papi. Eso significa, que vamos a tener otro hermanito –dijo Eva.

–Entonces Ana será nuestra nueva mamá –hablo Sofía alegre.

Ambas niñas se miraron se abrazaron empezando a dar saltos muy contentas. –¿Entonces Derek?

–¿Dónde está? –le corto –¿A dónde se marchó?

–Primero responde. ¿La quieres? ¿Por qué si te quedas a su lado por obligación? No te lo diré. Si no la quieres. Solo…

–¿Quién dice que no la quiero? La quise hace mucho y hoy la quiero más. ahora dime ¿Dónde está mi mujer y mi hijo? –declaro Derek.

Jenny noto la seguridad de las palabras de Derek y solo se limitó a sonreír –no sé cuál es su destino –confeso y Derek miro con enojo –solo sé que, en este momento, está viajando en su auto. El resto es cosa tuya, solo te dije lo que debías saber –dijo Jenny.

–Voy a buscarla –dijo saliendo de la sala.

–Papi. Trae a mamá –dijo Eva.

–Y a nuestro hermanito –dijo Sofía.

Derek sonrió –esperemos en la hacienda los voy a traer.

Derek salió de la casa en su auto conduciendo por toda la ciudad, buscándola preguntando si alguien la había visto, pero nunca la encontró.

Ana se alejaba cada vez más de su pasado, de la ciudad. De un lugar donde nunca estuvo segura, donde solo vivió mentiras. Donde las personas que más confiaba y quería la habían mentido, solo le quedaba su hermana Jenny y pequeño bebé creciendo dentro de ella. Toco su vientre acariciando trasmitiendo todo su amor de madre que sentía por él. Pensaba que fue concebido por culpa, que esa noche era solo culpa lo que sentía, pero sabía que no era cierto. La forma en que se entregaron era única.

–Lo siento hijo. No puedo darte un padre. Porque tu padre no me quiere y nunca lo va hacer. Lo siento tanto –sollozo deteniéndose al lado de la carretera limpiando las lágrimas que caían sobre sus mejillas.

En eso tomo su celular encendiéndolo, sorprendiéndose por la cantidad de llamadas de un solo número, que hizo que su corazón diera un vuelco estrujándose, haciéndole sentir todavía más triste. Leyó los mensajes, donde le pedía que no se fuera. Que le diga donde esta y la iría a ver. Abrió el mensaje de audio.




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