De pequeños y grandes problemas

Introducción

¿Sabes? No hay problemas grandes o pequeños, quizá solo más o menos valor para resolverlos.
 

—L.K.
 

 

¿Cuántas veces hemos querido arrancarnos los sentimientos de nuestra piel y nos desesperamos por aquellos pensamientos enredados tan irremediables? 
 

La aborrescencia, como la llamaba una simpática maestra mía, es probablemente la etapa dónde más sufrimos de estos pequeños y grandes problemas, el autoconocimiento y el control de nuestras emociones son un par de cosas que debemos aprender a manejar. 
 

Acompáñame en el gracioso pesimismo de estos dos chicos perdidos, lector, síguelos en su travesía, amalos u odialos, pero crece con ellos.
 

Luis se acababa de conocer sexualmente a los doce, y a los dieciséis, luego de un bochornoso incidente con sus padres, una acalorada discusión y una incómoda separación su seguridad en sí mismo queda reducida a nada junto con el gran encogimiento de su confianza en las personas gracias al pobre entendimiento de sus padres y su mente confundida. 
 

Eso desencadena una serie de problemas con su mejor amigo Lucas, quien no es más que un muchacho confundido y aterrorizado por el futuro, quien también deberá averiguar en qué situación está su familia y especialmente su madre, un borrón en su memoria que buscará llenar.
 

La felicidad llega en el momento más inesperado, y los problemas, sean grandes o pequeños siempre podrán solucionarse con algo de valor.
 


—Dios santo ¿Todo esto nos espera? —preguntó Lucas devorando las palomitas de maíz, metiéndose un puñado en la boca.

 

—Es demasiado —coincidió su mejor amigo, dividido entre el asco y el cariño mirando el rostro de su compañero contorsionarse con toda la comida que tenía dentro.

 

La escritora miró a sus creaciones reírse mientras miraban la gran pantalla en la que se mostraba la introducción de su propia historia.

 

—Ustedes no tendrían que saber de esto.

 

Mencionó luego de un rato, pensativa de porque demonios los había puesto ahí en un principio.

 

—¿Y?

 

La joven escritora suspiró antes de chasquear sus dedos, se despidió de los chicos antes de que desaparecieran y finalmente cerró el telón pero luego de unos segundos se volvió a asomar para mirar a el lector quien también observaba espectante.

 

Soltó una pequeña risita nerviosa y agitó un poco la mano fuera del telón a modo de saludo, algo ansiosa al verse observada.

 

—Bueno... Esto... ¡Disfrutala historia! —exclamó con emoción en la voz mientras se encogía en su escondite y chasqueaba de nuevo los dedos, desapareciendo así, todo al rededor.



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En el texto hay: novelajuvenil, romance, lgbt

Editado: 17.06.2020

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