De popular a nerd.

Capítulo 4.

Después de un par de horas en espera de la llegada a Danville nos estacionamos afuera de una casa que apestaba a estiércol y excremento de caballo o eso era lo que me imaginaba. No entiendo por qué tuvimos que mudarnos a esta parte de la ciudad. Me cambié los zapatos y me coloqué unos tenis deportivos, caminé entre la tierra hasta que llegué al piso de madera de una vieja casa que parecía ser sacada de alguna película antigua, jalé la puerta con fuerza y miles de partículas de polvo volaron en el aire y cayeron en mi piel recién humectada por el bloqueador solar quedando como consecuencia que se pegaran a mi haciendo un especie de lodo, llegué junto a mi mamá.

-¡Mamaaá!-Me miró con cara de desaprobación-¡Mira mis brazos y mi cara!

-JAJAJA-La fulminé con la mirada pero ella no paraba de reír-Pareces un palito de pescado empanizado

-¡Mamá!-Le reclamé.

-Ve adentro hay un baño al fondo, te puedes enjuagar-Aún seguía riendo como loca. Seguí sus indicaciones y entré a la casa, los tablones de madera rechinaban al caminar, llegué a la puerta del corredor que me había indicado mi mamá hacía un par de minutos, abrí la puerta y me encontré con un diminuto lavamanos, algo que parecía una tina de baño y el escusado, todo era tan pequeño que me causaba claustrofobia. Abrí la llave del lavamanos y comenzó a caer  agua  con mucha presión, cerré un poco la llave para que no saliera tanta y poder enjuagarme con tranquilidad, pasé mi mano por en medio de la pequeña cascada de agua y dejé que las gotas cayeran a mis brazos para después frotarlos, me hice un poco de masaje para relajarme a mí misma, enjuagué mi cara y decidí explorar la pequeña casa, entré a lo que parecía el cuarto principal, era una cama matrimonial con unas sábanas que tenían un aspecto de hace cincuenta años, un gran armario y un espejo, salí de esa habitación color verde intenso y entré a el otro, era una puerta rosada, decidí girar la perilla y adentrarme en él, era muy lindo, no tan grande como el que tenía pero era hermoso, estaba una cama pequeña para una persona, tenían puestos mis edredones y unas cuantas de mis almohadas, mis ojos inspeccionaron cada rincón del lugar hasta percatarme de que casi todas mis cosas estaban aquí, solamente faltaba mi ropa en el armario, entré acariciando la pared, tal vez sintiendo lo que otras personas habían dejado aquí, dejando entrar en mí la historia de este lugar, llegué a mi pequeña cama y me recosté en ella, fijé mi mirada al techo, un cosquilleo se hizo presente en mi estómago al recordar que pronto iré a la escuela, podría sonar algo absurdo pero en donde me cuesta más trabajo encajar es ahí.

 

Abro mis ojos poco a poco gracias al canto de los pájaros, la naturaleza y un gallo que no deja de gritar desde hace veinte minutos. Comenzaba a desesperarme. Me levanté de la cama de un salto, un poco ansiosa y nerviosa por mi primer día de clases, el día de ayer lo dedicamos a acomodar todo, espejos, ropa, fotografías, se podría decir que nuestras cosas encajaban a la perfección y le daban un toque hogareño-futurista pero con clase. Me acerqué a mi nuevo armario en donde parecía que con solo poner una cereza pequeña explotaría, tomé entre mis manos según mi instinto lo mejor que tenía entre toda mi ropa, aunque todo mi armario era digno y perfecto, mis mejores pantalones negros, mi blusa dorada favorita con mangas cortas, una chaqueta roja intensa, mi bolso de mano color beige y mis zapatillas doradas que hacían juego con mi blusa, me quedaba divino, me coloqué todo y me miré al espejo.

-Lista para ser la mejor.-Me guiñé a mí misma y comencé a maquillarme, me cepillé el cabello y me puse un poco de perfume, salí de mi nueva habitación e inspeccioné las paredes de madera pura, caminé hasta el comedor que no quedaba tan lejos dado a que era una casa de un piso y no era tan grande. Me senté en una silla.

-Buenos días cariño ¿Lista?-Asentí y le dediqué una sonrisa que resultó más como una mueca-Todo estará bien, mira, te preparé el desayuno, dicen que es una tradición aquí-Observé el plato que estaba al frente de mí esperando a que devorara lo que estaba encima suyo.

-¿Qué se supone que es?-Traté de adivinar pero nada me venía a la mente.

-Pastel de carne-Hizo una pausa tratando de recordar algo-La carne, los huevos y la verdura, son de hoy, nos lo dio la granjera del frente.

-¿Acaban de matar a un animal por mí? Que cruel.

-Considéralo como un regalo de bienvenida

-Si tú lo dices.-Se alejó de mí después de darle un apretón a mi hombro, no sabía que tan lejos estaría la escuela pero decidí apresurarme un poco.

Terminé comiendo una manzana porque el pastel de carne me daba cierta desconfianza, llegué a mi cuarto y me retoqué el labial, toqué la puerta de mis padres y salió mamá

-¿Ya te vas cariño?

-Sí, solo quería preguntarte si sabías donde está la parada del autobús-Al mencionar eso mi piel se erizó al pensar en todos los adolescentes que pudieran estar ahí no eran higiénicos.



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En el texto hay: comedia romantica, cliche, comedia romantica juvenil

Editado: 11.08.2018

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