Un beso en mi boca fue lo que hizo que abriera poco a poco mis ojos, apenas giré mi rostro a un lado para después sentir como los rayos del sol dieron sus luminosos reflejos en mis pupilas, haciendo que achinará los ojos para luego rascármelos con los nudillos para así poder ver con más claridad.
Escuché una risita que hizo que sonriera, pronto el olor a pancakes de chocolate, jugo de naranja y frutas con miel, provoco que me levantará de la cama y me diera cuenta que Xavier me ha llevado el desayuno a la cama.
—Buenos días. —Alejó unos cabellos de mi rostro.
—Buenos días. —Sonreí como una adolescente.
Sin hacerle mucho caso a la comida sino que más a mi esposo, me acerqué a él, puse mis manos en su cuello y lo atraje a mi cuerpo para besarlo; me he acostumbrado a tener a Xavier solo para mí en la mañana que se me hace difícil separarme de él; no es que no tuviéramos momentos juntos sino que el tiempo es lo que a veces nos falta, por el hecho que Xavier casi pasa ocupado arreglando varios papeles, firmando decretos o actas y contestando varias llamadas como a su vez, yendo a reuniones... Si, el trabajo de mi esposo parece el de todo un empresario pero en vez de dirigir una empresa, dirige un enorme reino.
No lo culpo de tener muchos deberes reales, es algo que no dejará de hacer pero de igual manera, algún momento yo seré la siguiente en estar en su lugar, aunque aún siga con mis estudios, sé que algunos trabajos que me deja el profesor Hancel, son un reforzamiento de los deberes que me otorgaran dentro de un año.
Mayormente las actividades no son de princesa sino que más de una reina; aunque algunas cosas son divididas por un lado de princesa y por el otro de reina, dependiendo del cargo que tenga cada una. No me quejó de mi trabajo, aunque debo de ser sincera y decir que los trabajos son duros, disciplinarios y activos.
—Kiara… —empezó a reír.
Ni siquiera me di cuenta en el momento en que él se encontraba encima de mí. Acaricié levemente su cabello para no desordenarlo y le di una pequeña mirada hasta que él rozó su nariz con la mía y sus manos empezaron a darle unas leves caricias a mis caderas.
—Debes de desayunar, hoy será un día muy largo. —Suspiré ante sus palabras.
Tiene razón, debo de seguir organizando la fiesta que se hará dentro de tres días para conmemorar a los soldados y a las personas inocentes y desaparecidas que murieron en la guerra. Tuve la idea que se creará un mural sobre todas esas personas en donde se pondrá el nombre de tanto las personas que llegaron a combatir como aquellas que intentaron sobrevivir, sé por un lado, que eso no recuperará a sus esposo, a sus padres o a sus hijos u otras personas a aquellas familias que llegaron a perder sus seres queridos.
Así que pensé que hacer un mural con los nombres de esas personas, por lo menos será un pequeño aprendizaje para las siguientes generaciones; donde cada niño o cada joven al leer cada línea con el nombre de la persona, se creará miles de historias de heroísmo o también que se sienta orgulloso que cualquier persona de su familia se encontrará ahí, por haber hecho un acto de valentía.
La idea surgió a comienzos de año, así que tanto el rey Arturo, como Xavier y el parlamento ha aprobado la idea, haciendo que los planos del mural estuvieran en menos de una semana y la construcción empezará en seguida. Y ahora que nos encontrábamos en el mes abril, se hará un pequeño homenaje y a la vez, la muestra de aquel monumento que se encontrará en la clase pobre pero del lado norte.
Ese lado, ya no me correspondió haberlo elegido sino que el rey Arturo fue quien lo asigno y aunque hubo unos pequeños conflictos con respecto a eso, al final nadie detuvo la idea del rey Arturo hasta que se cumplió su mandato.
—Ya sé que te gusta que te haga el amor, pero…
No continuó con la frase porque le di un golpe en el hombro lo cual hizo que terminará riendo pero solo lo ignore para luego sentir como se quitaba de encima y yo me quedaba sentada en la cama.
Le di una mirada a la comida para luego agarrar el tenedor y empezar a comer, puedo sentir la mirada de Xavier invadir todo mi cuerpo, eso hizo que me desconcertara un momento y cuando iba a tomar un poco de jugo de naranja, esté terminará resbalándose en las comisuras de mis labios al haberlo visto como me daba un guiñó.
— ¡Xavier!—le dije molesta.
—Yo no hice nada. —Rió.
—Deja de acosarme con esa mirada. —Lo reprendí.
—Déjame decirte que mi mirada no es el problema sino que eres tú y tú manera de creer que siempre te observo. —Rodé los ojos.